Según estudios recientes llevados adelante en Europa, la contaminación por fármacos en ríos y lagos del mundo aumentará un 65% para 2050 ¿Cómo se produce esta contaminación y que impacto tiene en el ambiente?
Resfrío, jaqueca, dolor muscular… afecciones cotidianas que sufrimos todos, a las que rápidamente salimos a curar con alguna pastillita del botiquín de casa. Problema solucionado y a continuar con nuestro día. ¿Cómo podríamos imaginar que una acción tan simple como tomar un desinflamatorio para esa contractura que no nos deja vivir tiene un impacto tan directo en el ambiente natural? A pesar que no lo parezca, la contaminación de ríos y lagos a causa de fármacos de uso cotidiano tiene importantes efectos en los ecosistemas.
Los fármacos han permitido a nuestra especie una significativa mejoría en la calidad y expectativa de vida. Al mismo tiempo, su aplicación en la producción de alimentos conlleva innumerables ventajas para la productividad ganadera. Sin embargo, la industria farmacológica ha sido foco de numerosas críticas por parte de los sectores ambientalistas. Y no es para menos. Por un lado, la producción de fármacos conlleva un gran potencial de contaminación ambiental a causa de los procesos químicos involucrados en sus procesos de elaboración. Por el otro, las pruebas en animales son fuertemente cuestionadas y condenadas por los defensores de los animales. Pero quizás menos difundido es el impacto ambiental derivado de los desechos en el consumo farmacológico, que tiene gran efecto negativo sobre la vida silvestre, pudiendo empujar especies a la extinción.
Uno de los casos más emblemáticos es el de los buitres de la India, cuya población ha sufrido una drástica disminución a causa de los restos del antiinflamatorio diclofenac de uso veterinario. Cuando esta droga comenzó a usarse en la India, el 99% de la población de buitres del país murió envenenada tras comer la carne de reses muertas. En un estudio publicado en el año 2004 en la revista Nature, varios investigadores del departamento de Microbiología y Patología Veterinaria de la Universidad de Washington dejaron bien claro que la causa de la mortandad de estos animales no era otra que el diclofenac: los buitres que se comían los cadáveres de animales tratados con este fármaco padecían fallos renales que causaban su muerte de forma casi inmediata.
Pero los restos de fármacos no solo se encuentran en los cadáveres de animales. También llegan a los espejos de agua, donde su acumulación preocupa a especialistas en salud y calidad de agua del mundo. A través de la orina de las personas o de la mala práctica de librarse de los fármacos sobrantes o vencidos desechándolos por el inodoro, llegan a las aguas antidepresivos, analgésicos, antibióticos y muchos otros medicamentos cuyos efectos sobre el ambiente pueden ser devastadores. Actualmente, el nivel de toxicidad y el impacto de estos químicos se encuentra en estudio pero, según los expertos, los residuos de medicamentos pueden causar problemas en la reproducción de la especie marina, bajar las defensas de su sistema inmunitario y alterara el equilibrio de reproducción.
El panorama no es alentador. Un estudio reciente realizado por el Institut Català de Recerca de l’Aigua, cuyos resultados han sido presentados en la Asamblea General de la Unión Europea de Geociencias en Delft, Holanda, indica que la presencia de fármacos en la red fluvial, formada por ríos y lagos, crecerá un 65% en 2050. Para estas investigaciones han desarrollado un nuevo modelo matemático que puede predecir la dilución actual y futura de fármacos, y, en concreto, se ha centrado en la presencia del diclofenac, uno de los medicamentos de uso más generalizado. Los especialistas indican que esta contaminación se debe a la ineficacia del tratamiento de los afluentes y a un uso inadecuado y excesivo de medicamentos.
La contaminación por residuos farmacológicos se suma a una larga lista de contaminantes del ambiente derivados de nuestro estilo de vida. ¿Qué podemos hacer? Pues, en principio, lo mismo que con todas las otras cosas: modificar nuestros hábitos y racionalizar el consumo, para así disminuir la generación de residuos y su impacto. Esto siempre representa un alivio para el ambiente, pero como suele suceder, el verdadero cambio viene de la mano del diseño y aplicación de nuevas políticas ambientales en el futuro.
Abel Sberna