Cualquier cosa que tenga un acelerador debe llevar también un freno, y el sistema inmune es un ejemplo exquisito de ello.

Su principal función es destruir a los agentes invasores –virus, bacterias, hongos, parásitos—, pero eso requiere disponer de un arsenal armamentístico que, en las manos del general incorrecto, o simplemente salido de madre por error u omisión, se convierte en un riesgo letal para su propietario.
La artritis, el lupus, la diabetes de tipo I y otra cincuentena de enfermedades autoinmunes se deben que el sistema inmune del paciente se excede en sus funciones y reacciona contra sus propias células.

Y al revés, las inmunodeficiencias que nos desprotegen de la infección y el cáncer se deben a que el sistema tiene demasiado pisado el freno.

Jugar con ese delicado balance es una de las líneas de investigación más prometedoras contra el cáncer, la inmunoterapia.
Las inmunoterapias convencionales (es decir, las que tienen más de una semana de viejas) intentan, y consiguen a veces, emular la asombrosa especificidad del sistema inmune, personalizando la terapia para cada tumor y cada paciente.

La nueva estrategia no emula, sino que aprovecha con descaro la especificidad del sistema inmune.

La combinación de dos moléculas estimuladoras del sistema inmune se inyecta directamente en el tumor, donde ya estaban infiltradas las células inmunológicas específicas para ese tumor.

Al estimular a esas células específicas, el cóctel de dos fármacos consigue que la inmunidad natural destruya el tumor primario (donde se ha inyectado el cóctel), y de paso los secundarios que pudiera haber en cualquier otro órgano.
Son ratones modelo, diseñados para que sus tumores sean una auténtica réplica de un tumor humano de mama, colon, piel o sangre
La investigación es en ratones, pero fíjate en tres cosas: primera, son ratones modelo, diseñados para que sus tumores sean una auténtica réplica de un tumor humano de mama, colon, piel o sangre.

Segunda, que el trabajo se publica en Science Translational Medicine, justo la revista de referencia en medicina traslacional, la que centra su lupa en los avances de investigación básica que prometen una aplicación a la clínica a corto plazo.

Y tercera, que los científicos ya están reclutando a 15 pacientes pioneros que quieran someterse al cóctel, en su propia ayuda o en la de los que vengan después.

Los dos componentes del cóctel ya están en ensayos clínicos por separado, de modo que probar su combinación puede ahorrarse un montón de papeleo.

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