Nuestra ciudad está muy sucia. Quienes lo nieguen evidentemente no salen mucho de sus hogares. ¿Falla el Estado en sus estrategias de limpieza? ¿Fallan los vecinos y vecinas a la hora de administrar sus residuos? Termina un año y comienza otro, el momento ideal para pensarnos como sociedad y evaluar nuestras acciones pensando en el futuro que queremos.
Hay problemas. Todo tipo de problemas. Y muchos de ellos tienen que ver directamente con responsabilidades incumplidas. ¿Quiénes son los responsables del estado de una ciudad? Cuando hablamos de limpieza, ¿cuáles son los roles del Estado y de los vecinos y vecinas? Se dice que una ciudad limpia es la que menos se ensucia. Pues claramente estamos fallando en este aspecto. Basta caminar un rato por Ushuaia para descubrir que estamos cerca de ser un basurero a cielo abierto. No hay esquina, espacio público, vereda o terreno baldío que no cuente con residuos de todo tipo. Hace unos años se promulgó una ordenanza que prohíbe el uso de bolsas de plástico en comercios, pensando que esta medida sería el puntapié que garantizaría una ciudad más limpia, con menos nylon volando por allí. La medida se pretendía como una herramienta para crear conciencia en la sociedad. A los hechos me remito, la medida ha fracasado.
Pero, ¿cómo llega tanta basura a estar desparramada por toda la ciudad? Uno de los motivos principales es la rotura de bolsas de residuos mientras esperan pacientemente al recolector. Y aquí viene el segundo gran problema de nuestra querida ciudad: los perritos sueltos. Miles de ejemplares del mejor amigo del hombre pululan en -sin exagerar- jaurías por todos los barrios de la capital fueguina y pareciera que nada puede hacerse al respecto. Más allá del gravísimo riesgo de seguridad que esto significa (hay cientos de casos de personas atacadas por estos animales), los perros sueltos ensucian la ciudad rompiendo bolsas y haciendo sus necesidades en cada rincón que les sea posible. Desafío a cualquiera a que intente caminar un día completo por Ushuaia sin pisar algún desagradable “regalito”.
Pero esto aún no termina de cerrar. ¿Cómo puede ser que los perros rompan bolsas que supuestamente se encuentran en cestos diseñados específicamente para evitar el “vandalismo canino”? Y por otro lado, ¿por qué hay tantos perros sueltos? Pues bien, aquí el tercero de los problemas: la ausencia de un Estado que controle y haga respetar las normativas. Si bien, y quiero convencerme de esto, la mayoría de quienes habitamos esta ciudad somos personas respetuosas de las normas de convivencia, existe un porcentaje de vecinos y vecinas a los que evidentemente no les preocupan mucho las consecuencias de sus actos y parecen olvidar que los perritos deben estar en sus patios y la basura a una determinada hora en un cesto adecuado. ¿A quién corresponde hacer cumplir estas normas? A un Gobierno sobrepasado de problemas que pareciera haber abandonado muchas de sus responsabilidades al no saber cómo apagar tantos focos de incendio.
Pero sería injusto de mi parte responsabilizar solo al Estado y a la ciudadanía, pues en lo que respecta a la limpieza urbana hay un tercero en discordia. Hablo de la empresa a la cual confiamos la gestión de nuestros residuos, quienes deben recolectar diligentemente las bolsas depositadas en un horario determinado en los cestos adecuados. Antes que nada, quiero expresar mi más profundo respeto y agradecimiento a los trabajadores que realizan esta labor, pues se trata de un trabajo de gran sacrificio y de una importancia fundamental para la ciudad. El problema radica en que las prácticas llevadas adelante no siempre son las adecuadas. Me refiero al denominado “bolseo”. Es decir, retirar todas las bolsas de una o varias cuadras, apilarlas en una esquina y recogerlas más tarde todas juntas con el camión. Es evidente que esto se realiza para agilizar la recolección pero en ese intervalo de tiempo las bolsas quedan expuestas a ser rotas por los perros y la basura dejada a su suerte. Es entonces cuando no importa si tenés un cesto en condiciones y sacaste la basura en horario. Perros que no deberían estar sueltos rompiendo bolsas que no deberían estar en el suelo y un Estado que no controla ni a los dueños de los perros ni a la empresa que presta el servicio de recolección.
¿De quién es la responsabilidad del estado de nuestra ciudad? Nadie respeta y nadie controla. Falla el cumplimiento de las responsabilidades y por ende se deteriora la calidad de vida. Se trata de un arraigado problema de base cultural, que debemos solucionar urgentemente si queremos vivir en condiciones dignas de higiene y bienestar. Comienza un nuevo año, me parece una buena oportunidad para cambiar de actitud y construir un futuro mejor para todos y todas.
Abel Sberna
Fotos: Facebook A Limpiar Ushuaia