No suelo hacer balances de fin de año, la verdad es que no lo pienso mucho. Por ahí cerca de las 12 repaso las cosas que pasaron o si hay algo importante como el nacimiento de mi sobrino, por ejemplo. Lo que sí siempre trato es de empezar el año con expectativas, esperando más”, dice Esteban, periodista deportivo, de 26 años.

Claudia, de 23 años dice “¿Para qué? Lo que hice o no hice ya lo sé; lo pendiente pasa al próximo año. Seguramente no era prioritario o causas externas lo impidieron”.

Cuando llega el 1° de enero mucha gente repasa el año que acaba de terminar y enumera de alguna forma una especie de lista de deseos para el año que comienza. Los balances son un clásico y, a pesar de que mucha gente los obvia porque no los considera necesarios, algunos especialistas recomiendan llevarlos a cabo. Pero ojo, si lo vas a hacer, hay que hacerlo bien.

Cuando miramos el pasado de forma crítica, con la intención de aprender de la experiencia y no repetirla en el futuro, lo que a menudo nos encontramos, paradójicamente, es que los viejos patrones de comportamiento vuelven una y otra vez”, explica Miriam Ortiz de Zárate, psicóloga y directora del Centro de Estudios del Coaching al sitio Su Médico.

Hacer estos balances es el primer paso para comenzar el año con frescura, buena actitud y decisión para lograr los que nos propongamos. La clave es identificar las cosas que deseamos dejar ir, buscar la manera de honrarlas y así darles un buen final.

Podemos escribir una carta al rasgo de personalidad o comportamiento que queremos dejar atrás, por ejemplo, agradeciendo el tiempo que nos ha acompañado y reconociendo en qué situaciones nos fue útil”, recomienda.

Adriana Alonso, especialista en psicocardiología de la Fundación Cardiológica Argentina, sigue: “Los balances sirven en la medida en que uno pueda comprender que no tiene sentido usar esas cosas que no se lograron para castigarnos, pero sí pueden servir como disparadores para volver a replantearse el objetivo que se quiere lograr. Si uno sólo se queda con lo que no logró puede aparecer mucha ansiedad, angustia y estrés, que es la presión que sentimos cuando estamos con la alarma encendida. Puede aparecer también lo que se conoce como ‘depresión de fiestas’”. Sería así: “Otro año en que no pude dejar de fumar solo” / “Este año voy a pedir ayuda a un profesional y a mi entorno para dejar de fumar”.

La idea, entonces, es usar los balances para ver “cómo nos plantamos en el presente, qué modificamos hoy, cómo reforzamos los aspectos positivos del año y qué hacemos diferente para modificar lo negativo”, sigue Fernanda Giralt Font, psicóloga y directora de “Ineco bienestar”. “Es que el bienestar se construye, no viene dado y hay cosas que se pueden hacer para estar mejor. Por ejemplo, expresar gratitud: tomar la decisión de, terminado el año, decirles gracias a las personas a las que estamos agradecidos. También, desarrollar el optimismo y las emociones positivas, practicar la amabilidad, cuidar las relaciones sociales, tratar de vivir en el presente y fijar objetivos alcanzables para el año que empieza”.*

Por su parte, la editora Isabella Colombotto afirma que “un balance personal puede pensarse como una reflexión para valuar nuestro año, analizar los aspectos positivos y también los negativos y poder determinar cuánto de lo propuesto al comienzo del año fue alcanzado y qué metas no se cumplieron. De más está aclarar que esta evaluación no debe hacerse a la ligera, sino que hay que tomarse un tiempo de reflexión, en un espacio y en un momento que invite a la introspección, donde poco a poco podamos ir repasando los sucesos importantes, y darnos cuenta de cómo resultó la cosa después de todo”.

No existe una única forma de realizar un balance personal de fin de año. Como la palabra sugiere, al ser personal es exclusivamente individual, singular, tan propio y subjetivo como gente hay en el mundo. Todos tenemos diferentes prioridades, e interpretamos los acontecimientos que nos suceden bajo nuestra propia manera de paladear la realidad.

Los que saben, aseguran que la mejor manera de hacer un balance personal de fin año es:

  • Realizarlo en un momento de paz y tranquilidad, en que nos encontremos lo suficientemente serenos para dedicarnos un tiempo precioso y exclusivo;
  • Es indispensable realizar un alto en el camino, y cuidadosamente mirar hacia atrás;
  • Debe analizarse lo personal y lo profesional separadamente, para que el balance sea más fidedigno;
  • En lo personal, evaluar por separado las amistades de las relaciones familiares. También separar el dinero de la salud y del amor;
  • Intentar ser lo más objetivo posible.

Más allá de los resultados, debemos ser bondadosos con nosotros mismos, pues lo hecho, hecho está y de nada servirá castigarse. Por el contrario, si el balance nos parece negativo, debemos poner énfasis en lo que podemos corregir y transformarlo en un impulso para hacerlo mejor este año. Sí, aprender de la experiencia es la clave.

Algunas veces podemos cometer el error de evaluar nuestra vida personal en los términos en los que una empresa mide sus “debe” y “haber”. Pero nosotros no somos una empresa, y nuestra familia o nuestros vínculos no son relaciones que deben dar ganancias o hacer gala de objetivos o metas cumplidas. Débora y Susana Chajet, especialistas en Programación Neurolingüística del Instituto PNL Buenos Aires, sugieren que nos tomemos este tipo de “balances personales” con calma y no midamos el resultado del año en términos de ganancias y pérdidas, como lo haría una empresa. Con un poco de ayuda, podemos empezar a ver lo que hemos ido logrando o lo que no pudimos conseguir desde otro punto de vista: desde lo que podemos aprender, incluso de los errores.

Si nos equivocamos, tal vez sólo sea cuestión de empezar a reconocer las enseñanzas y aprendizajes que puede dejarnos lo que vivimos. Aunque no se trata de una tarea sencilla, siempre será bueno mirar hacia atrás. “Muchas personas ponen demasiado énfasis en lo que no hicieron o no lograron. Desde ese punto de vista, es lógico que la mayoría de la gente se deprima o se ponga irritable cuando se acerca fin de año”, explican las especialistas.

¿Qué tipo de preguntas podemos hacernos? Susana y Débora nos acercan algunos disparadores a los cuales valdrá la pena dedicar un tiempo de reflexión: “Lo que me pasó este año, ¿era lo que me había propuesto? ¿Qué me gustaría que me pasara el año próximo? ¿Qué objetivos me gustaría lograr? ¿En cuánto tiempo? ¿Está dentro de mis posibilidades obtener un buen resultado o depende de cosas que no puedo manejar? ¿Puede afectar negativamente a alguien el hecho de que yo logre lo que deseo? ¿Tengo los recursos necesarios? Por último, ¿vale la pena luchar para alcanzar mi objetivo?”.**

Siempre somos tremendamente críticos con nosotros mismos, aunque a veces nos convencemos de que en cierto rincón nos sentimos cómodos, sabemos que el discurso es más para el afuera. Cuando el año arranca, en realidad, nada cambia si no cambiamos nosotros primero. Para empezar este 2018 y esperar dé resultados diferentes no vale solo con aguardar que cambie un número en el almanaque, lo que tiene que cambiar está adentro nuestro.

Hay que dejar mochilas y subirse al inicio cambiando algo fundamental, en lugar de esperar un año nuevo ojalá llegue un nuevo nosotros.

 

*Clarín

**Shopiaonline

 

María Fernanda Rossi

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