El ritual comienza con la preparación para la euforia.

Es el estado “necesario” para después entrar al boliche o a la fiesta. Primero se trata de conseguir una “casa autorizada” o “amigable”, donde los padres digan algo así como “yo no les proveo el alcohol, pero sé que van a traer”, y así los menores tengan la seguridad de que no habrá ojos adultos que testifiquen lo que sucede en la comodidad del living: consumo de bebidas con alta graduación alcohólica, mucha cantidad en poco tiempo (un cambio respecto de generaciones anteriores) y quizás alguna droga en forma de pastilla.

Consumo de alcohol en adolescentes Los adultos dejan la zona liberada. Se van el fin de semana, o salen a comer o al cine, o se quedan encerrados en el cuarto bajo la pena de ser castigados por los adolescentes con caras de pocos amigos.
En este contexto, en solo siete años, la cantidad de menores de edad que toman alcohol aumentó de manera preocupante. Según la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar), en 2010 el 42% de los chicos lo había consumido; en 2017, subió al 60,5%. Los “pres”, un atajo para referirse a “preboliches” o “previas”, empezaron a ponerse de moda entre los mayores de 18 para evitar consumir alcohol dentro de las discotecas. “Con lo que sale un trago en un local, te comprás una botella de vodka”, dice Juan Ignacio, que acaba de cumplir los 18. Con una edad de inicio de consumo de alcohol cada vez más temprana, las “previas” hoy son moneda corriente entre los menores, especialmente antes de ir a bailar o a una fiesta de egresados. Ahora también hay una moda de “previas largas”, que duran toda la noche.
Un documento reciente de la Universidad Católica Argentina, llamado “Adicciones y vulnerabilidad social”, advierte que las “previas” son un factor de riesgo para los jóvenes y más aún para los menores. “La práctica de consumir alcohol antes de salir a otro evento es considerada riesgosa porque suele caracterizarse por el consumo de una elevada cantidad en un período corto de tiempo”, sostiene. Los resultados de una encuesta de esa institución muestran cómo la problemática se incrementa en los jóvenes mayores de edad de todo el país: el 78,9% de los participantes tuvo al menos un episodio de consumo excesivo en los últimos 30 días, y el 31,7% indicó consumir de manera excesiva al menos una vez a la semana. Las previas, según la UCA, facilitan este consumo riesgoso.

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