En el noroeste de Santa Cruz, la meseta abre su horizonte sin fin y el cielo se convierte en espectáculo. Ese fue el instante que marcó a Felipe Remmer y lo llevó a transformar su fascinación por la Patagonia en un calendario que ya lleva tres décadas acompañando a viajeros, familias y soñadores.

“Si tengo que marcar un hito, nació esta idea cuando en el ’93 me trasladé de Buenos Aires a Patagonia”, recuerda. En aquel viaje hacia El Calafate, sin compromisos laborales y con el tiempo detenido en la ruta, se encontró con un cielo gris y nublado que, lejos de ser poco atractivo, lo hipnotizó. “Me quedé fascinado por el largo y eterno horizonte. Ahí empezó todo”.

Fanático de la fotografía, aunque rehúsa llamarse fotógrafo, Felipe encontró en esa pasión un canal natural para retratar la Patagonia. “No me considero fotógrafo porque creo que sería desvirtuar a los fotógrafos, pero sí un fanático de buscar ángulos, luces y momentos especiales”, dice entre risas.

Felipe Remmer – “A pie al pie”

En 1996, con material acumulado de sus viajes, decidió hacer su primer calendario artesanal bajo el nombre Cielos Patagónicos. La elección no fue casual. “En Alemania, donde nacieron mis abuelos, la cultura del calendario físico sigue muy viva, con infinidad de formatos. Eso me inspiró a canalizar mi material en este objeto”, cuenta.

Desde entonces, cada edición busca un equilibrio entre lo representativo y lo íntimo. “Un Fitz Roy o el Glaciar Moreno tienen que estar porque interesan al viajero, pero no quiero un calendario comercial. Trato de transmitir cuestiones esenciales de la Patagonia”. Esa mirada se completa con un gesto de federalismo, porque siempre incluye fotos “de todas las provincias patagónicas, incluso del sur de Buenos Aires, porque también es Patagonia”.


A lo largo de treinta años, Felipe fue testigo de transformaciones en la región. La naturaleza apenas insinúa cambios, pero cuenta que ha visto cómo los glaciares muestran retrocesos evidentes y el Moreno ya no llega a la península. En paralelo, pueblos como El Chaltén, El Calafate y Ushuaia crecieron de forma exponencial, transformando también su entorno.

Pero el cambio más profundo -dice- está en los ojos que miran. “Antes había que hacer un esfuerzo enorme para llegar al glaciar. Hoy un turista puede acercarse virtualmente con una cámara en vivo. Y, sin embargo, nada reemplaza la experiencia de estar parado en la meseta y que el viento te dé en la cara”.

Cielos patagónicos calendario


El arte de mirar hacia arriba

En cada calendario hay más que postales. “No son fotos comerciales. Intentan transmitir cuestiones esenciales de la Patagonia. Colores fríos y cálidos, montañas y mesetas, animales, glaciares, porque de eso se trata: de representar lo que somos”.

Cielos patagónicos calendario


Los cielos son protagonistas absolutos. “Las formaciones de nubes lenticulares, los colores únicos, son obras de arte celestiales. Invitan a que tomemos conciencia de que todo lo que vemos abajo, la montaña, el agua, la vegetación, depende en gran medida de lo que pasa allá arriba”.

Con imágenes que se convierten en postales y acompañan cada mes, su calendario se volvió un puñadito de Patagonia en imágenes. “Las devoluciones son un bálsamo”, dice. Porque la gente que lo compra todos los años, le dice “qué lindas fotos”, o pregunta dónde fue tomada. “Eso es lo que más me alimenta el alma”.

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Treinta años después, Felipe sigue atento a la luz, con un marco imaginario en la mente mientras atraviesa rutas o camina por la meseta. El calendario se convirtió en una invitación a vivir la Patagonia con los ojos hacia arriba, “porque ahí también se cuenta nuestra historia”.

Para ponerse en contacto con Felipe Remmer, pueden escribir un mensjae por WhatsApp al número +54 9 11 5989 0242‬ o, a su correo electrónico: felipe.cielospatagonicos@gmail.com

El Rompehielos

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