De las 66 personas que habitan en esta Base fundada en 1952, 18 son niños y adolescentes que cursan estudios en la Escuela Raúl Ricardo Alfonsín. Los alumnos que terminaron sus respectivos niveles -Constanza Cordero Berrardo (12), Tomas Flores Menéndez (6), Bastian Tévez Ramírez (11) y Emanuel Pereyra (18)- relatan la vida a más de tres mil kilómetros de Buenos Aires.

Dos niños, una niña y un adolescente que invernaron por primera vez en la Antártida con sus familias egresaron este mes de los niveles inicial, primario y secundario en la escuela N° 38 “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín”, en la base Esperanza, y contaron -junto a sus docentes- la experiencia educativa en el continente blanco, marcada por la ciencia, la soberanía y “la paz y el silencio cuando no hay viento”.

Unas 66 personas se encuentran en este momento viviendo en Base Esperanza, administrada por el Comando Conjunto Antártico (Cocoantar), donde está establecida la única escuela del continente blanco que depende del sistema educativo de Tierra del Fuego.

Del total, 18 son niños, niñas, adolescentes y jóvenes que durante el año cumplieron con sus estudios obligatorios en la escuela N° 38 “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín” y el jardín “Buque Santa Micaela”: cuatro adolescentes cursaron el secundario, once niños/as el primario y uno el jardín.

“Cuando egresamos hicimos un acto, nos dieron una medallita, el gorrito, el certificado, dijimos unas palabras, festejamos y nos sacamos un montón de fotos con el 2023, los números que hizo la profe en dorado”, contó a Télam por videollamada Constanza Ariadna Cordero Berrardo, de 12 años, egresada de sexto grado de primaria, hija del jefe de Base Esperanza, teniente coronel Gustavo Cordero Scandolo, y la tutora de nivel secundario, Ariadna Berrardo.

Y compartió que, en la Antártida “es todo distinto”, comparado con la escuela a la que asistía en Ciudad de Buenos Aires. Entre otras cuestiones, por las inclemencias del clima: “Acá no sabés qué te va a pasar con las condiciones climáticas. Un día está el solcito y al día siguiente tenemos viento y te destroza todo”, dijo.

“Este año en Base Esperanza tuvimos acumulaciones de nieve de entre dos y tres metros de altura, fue impresionante y recién ahora se está yendo la nieve, lo cual no es normal, en octubre deberíamos haber estado sin nieve”, dijo a Télam Cordero Scandolo, quien transita el final de la segunda campaña antártica anual de su vida.

En 2023, en la base tuvieron una temperatura máxima de 11°C, y una temperatura mínima de -27.7°C que llevó a una térmica de -48.7°C; y el 31 de agosto, se registraron ráfagas de viento de 311 kilómetros por hora

“Podés construir cualquier cosa con la nieve, ayer construí una casa. Cuando jugamos hacemos iglúes, muñecos de nieve, andamos en trineo”, dijo Constanza junto a su compañero de egreso Bastian Joel Tévez Ramírez, de 11 años, uno de los hijos de la pareja de docentes que dicta las clases en la escuela antártica, Dahiana Carolina Tevez Moreno, quien además es directora, y David Antonio Ramírez, maestro de primaria, oriundos de Santiago del Estero con residencia en Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur hace seis años.

“Lo que más me gusta de la Antártida es poder jugar con la nieve”, coincidió Bastian. También contó que se comunica con su abuela y primos y le dicen que lo extrañan. Él les cuenta que allá juegan al fútbol, rugby y handball.

“Cuando bajó la marea -hace un mes aproximadamente- observamos muchas piedras con lo que parecen ser fósiles de vegetación”, dijo Constanza, y la docente completó que este año trabajaron con una geóloga, que se comunicó con los y las alumnas desde Ushuaia para explicarles por qué puede haber restos fósiles de plantas en la zona, que los propios estudiantes pueden llegar a encontrar, y cómo proceder en esos casos.

“Hace muchos años la Antártida estaba junto con América y África y después se separó y se fue moviendo hacia el sur. Antes había más vegetación, pero cuando se separó cada vez más se fueron extinguiendo porque no se pudieron adaptar a los climas y se fosilizaron”, contó la niña sobre sus aprendizajes.

Este año, a su vez, los alumnos encontraron rocas volcánicas con piritas y recibieron clases de un grupo de científicos que estudian, entre otras cosas, las personalidades de los pingüinos y skuas, agregó Berrardo.

Fuente: Agencia Télam


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