Un coleccionista privado, un mendocino que escuchó y un largo trabajo en silencio acabaron en una jugada astuta que sustenta un reclamo centenario: la soberanía argentina en Malvinas, esa islas del sur que se recuerdan el 2 de abril, pero que son un enclave estratégico, cuya biodiversidad es única en el mundo. “Los documentos recibidos tienen el valor histórico, ratifican la posesión de las Malvinas por parte de lo que luego sería el territorio argentino y es un hecho que sin dudas marcará un antes y un después en la diplomacia”, tuiteó días atrás Julio Cobos, presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado El tuit llegó a los diarios de Argentina y después a los portales de todo el mundo: se habían encontrado cartas del siglo XVIII que demuestran que el territorio era administrado por España desde antes de la constitución del Virreinato del Río de la Plata.

Pero no contaron el detrás de escena de un trabajo paciente y silencioso. “Fue un año de trabajo arduo”, cuenta Cobos, quien se animó a encarar una labor tan apasionante como tediosa y minuciosa. “Todo empezó durante un homenaje por el hundimiento del General Belgrano en el Congreso”, recuerda el ex gobernador de Mendoza.

Allí se presentó un coleccionista privado. “Quiero canalizar esta inquietud”, le dijo, mientras se recordaba a los 323 argentinos muertos en el hundimiento atroz de 1982. Lejos de minimizar al hombre, Cobos lo tomó en serio, lo recibió y de inmediato se dio cuenta de lo que tenía en sus manos: una vía diplomática mucho más astuta que cualquier proclama ante la ONU ante una Gran Bretaña que no está dispuesta a ceder lo que considera su joya del Sur, en la que mantiene una enorme base militar de la Royal Air Force con más de 2 mil hombres. “Son auténticas” “De inmediato me puse en marcha. Consulté a la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos; me puse en contacto con Teresa Anchorena -directora del organismo- y Teresa sugirió llamar a peritos”, afirma el ex vicepresidente.

Grande fue la sorpresa cuando los peritos dijeron “sí”: las cartas entre el entonces gobernador de Buenos Aires, Francisco Bucarelli y Ursúa, y el primer gobernador de las Islas Malvinas, Felipe Ruiz Puente, eran auténticas.

Lo que tenía el mendocino entre manos era de una trascendencia histórica y diplomática inédita.

Lo primero que dio a conocer Cobos fueron tres misivas de 1767 que, dice, “marcarán un antes y un después en la disputa de soberanía”. “Existe un intercambio de informaciones en tiempos del virreinato entre el entonces gobernador de Buenos Aires, Francisco Bucarelli y Ursúa, y el primer gobernador de las Islas Malvinas, Felipe Ruiz Puente, y las cartas son auténticas”, cuenta Cobos.

La primera, redactada el 18 de febrero de 1767, consigna: “El envío de ocho prisioneros a ración, y sin sueldo como mano de obra para la flamante gobernación de Malvinas, creada cuatro meses antes por orden de Carlos III”. La segunda carta, escrita en Malvinas el 25 de abril de 1767 por Ruiz Puente y dirigida a Bucarelli y Ursúa, plantea la necesidad de levantar una capilla.

En la tercera, fechada el 2 de diciembre de 1767 por el gobernador de Buenos Aires, se notifica el envío de “vasos sagrados y ornamentos para erigir una nueva capilla, así como una imagen de la Virgen de la Soledad, para que sea declarada patrona de la población”. “Mauricio, tengo estas cosas” Luego de verificar que los documentos eran auténticos, Cobos llamó al presidente Mauricio Macri.

El mandatario se dio cuenta de la trascendencia de lo que le estaban contando y puso a Cobos en contacto con Cancillería.

Susana Malcorra, en ese momento al frente de la cartera, quedó igual de sorprendida y pidió seguir adelante con el minucioso trabajo, que incluye legalizaciones, pedidos al Archivo General de Indias en Sevilla -que guarda todos los documentos de la época en la que la mayor parte de Sudamérica era colonia española-, la autenticación de los materiales por parte del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), apostillados, papeles, sellos e innumerables trabas burocráticas.

Hasta ahora ni la cruenta Guerra de Malvinas, ni los 649 muertos argentinos, ni los más de 400 ex combatientes que se suicidaron, ni las proclamas de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner ante la ONU lograron un milimétrico avance en la recuperación de la soberanía de Argentina en las islas del Sur.

Pero este trabajo anónimo, silencioso y paciente tal vez lo logre.

Más documentos Cuando salieron a la luz las cartas, el historiador Roberto Colimodio fue a buscar a Cobos para aportarle otro documento, guardado en el Archivo General de Indias de Sevilla en España. Este habla de una capilla que hicieron construir en las islas los franciscanos en 1768. Y claramente los franciscanos no podían construir en esa época en nombre de Gran Bretaña, quien hacía dos siglos se había convertido a la fe anglicana luego de los legendarios matrimonios y decapitaciones de Enrique VIII. “Guarda relación con todas esas notas”, asegura entusiasta Cobos. “Incluso hay una carta donde piden madera, porque en las islas hay tanto viento que no crecen árboles”. Cobos entregó la nueva documentación al canciller Jorge Faurie, a quien acompañó en octubre a la ONU para formular un nuevo reclamo, esta vez sustentado en documentos invaluables. “Hechos históricos y argumentos jurídicos dan sustento al reclamo argentino sobre las Islas Malvinas”, aseguró el canciller ante el Comité de Descolonización en Nueva York.

Ahora, se abre un nuevo camino que da esperanza luego de una larga historia teñida de sangre, con una cruenta guerra en la que dejaron la vida 649 argentinos, sumados a los más 400 ex combatientes que se quitaron la vida cuando durante años la sociedad les dio la espalda.

Enclave de biodiversidad y poderío económico Más allá de las especulaciones sobre el petróleo, las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur son una reserva de biodiversidad única en el planeta.

En medio de una corriente marina que trae infinidad de nutrientes, las islas tienen el 90% de los lobos marinos del mundo, la mitad de los elefantes marinos del mundo, y una enorme colonia de ballenas azules, cachalotes, orcas y pingüinos, además del archiconocido krill, una fuente invaluable de nutrientes.

En el archipiélago hay más especies que en todo el océano Atlántico Sur: más de 1.500, muchas de las cuales son únicas.

De hecho, son consideradas el sitio con diversidad biológica en el planeta Tierra, incluso más que las famosas Islas Galápagos.

Desde Malvinas salen buques británicos que pescan 450 mil toneladas al año, más otras tantas que barcos piratas sacan de forma ilegal.

El horror de la guerra “Si quieren venir, que vengan”. El dictador Leopoldo Fortunato Galtieri proclamaba ante una multitud agolpada en Plaza de Mayo que Argentina había recuperado el control de Malvinas.

Del otro lado del océano, la entonces premier británica Margaret Thatcher tomó nota.

La apodada “Dama de hierro” mandó todo su arsenal para recuperar las “Falklands”. La guerra fue cruenta: cientos de chicos que no habían cumplido los 20 años partieron a un destino remoto, donde la grava helada nunca pierde la humedad.

Aún hoy los kelpers recuerdan la estampa de “chicos” buscando comida en las calles de Puerto Argentino.

Augusto Pinochet y Ronald Reagan, presidentes de Chile y de EEUU, no siguieron las delirantes suposiciones de Galtieri y apoyaron a los británicos.

A los 73 días Argentina se rindió.

Dejaron la vida 649 argentinos, 237 de los cuales yacen en el cementerio Darwin y 123 de los cuales son “Argentine soldier known only to God” porque sus cuerpos al día de hoy no han sido identificados.

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