El jueves 17 de agosto al mediodía, mientras en la Argentina la jornada transcurría con el ajetreo acostumbrado, los dos detectores LIGO de ondas gravitacionales ubicados en Washington y Luisiana (cuyos creadores merecieron el premio Nobel de Física de este año), y otro similar ubicado en Pisa, Italia, llamado Virgo, dieron la señal de largada a una carrera para registrar lo que se convirtió en un hito en la historia de la astronomía: por primera vez se pudo observar el choque de dos estrellas de neutrones, tanto por la detección de las ondulaciones en el espacio-tiempo que produjo como por la luz llegada desde el espectacular cataclismo astrofísico.
“Es la primera vez que vemos un evento cósmico con múltiples tecnologías”, se entusiasma el argentino Mario Díaz, primer autor del trabajo que hoy publica la revista Physical Review Letters, y del que además son coautores Lucas Macri (sin relación directa con la familia del presidente) y Diego García Lambas, también argentinos. Los tres científicos, que trabajan en la Universidad de Texas del Valle del Rio Grande, en la Universidad de Texas A&M y en la Universidad Nacional de Córdoba, respectivamente, dirigen la colaboración Toros, que integró un grupo de alrededor de 60 observatorios que lograron captar la imagen de la explosión. “Lo primero que se registró fue la llegada de las ondas gravitacionales -cuenta Díaz-. Dos segundos más tarde, el observatorio espacial Fermi registró un estallido breve de rayos gamma de dos segundos. Gracias a que contábamos con tres detectores pudimos triangular con un error de 30 grados cuadrados el área del espacio donde se originó la explosión. Enseguida me llegó un whastsapp que decía: «estrella de neutrones». Ahí nomás les avisé a ellos, antes de esperar la indicación oficial, porque hay que trabajar rápido. Al caer la noche, los observatorios ópticos se pusieron a buscar. ”
“LIGO no solamente localiza el evento, sino que también le dice a uno más o menos a qué distancia ocurrió -agrega Macri-. Esa precisión nos daba una «tajada» bastante chiquita del universo y de la que ya teníamos catálogos de galaxias. En esa parte había 50 posibles. ”
El primero que divisó el nuevo punto de luz semejante a una estrella sobre el borde de una galaxia ubicada a 130 millones de años luz de la Tierra fue el telescopio Swope, de la Institución Carnegie, en Las Campanas, California, a 11 horas de la detección. El segundo fue el Observatorio de Bosque Alegre, a 50 km de Córdoba, fundado por Sarmiento en 1871 y cuya estación astrofísica fue inaugurada por Enrique Gaviola en 1942. Finalmente, cerca de 60 observatorios terrestres y espaciales observaron el evento en distintas longitudes de onda.
“Es la colisión más cercana, y la señal más intensa y más larga que hayan registrado hasta ahora los detectores de ondas gravitacionales -destaca Díaz-. ¡Fue un regalo! Que aparezca de esa manera, con tanta claridad… Pudimos observarla en rayos gamma, ondas gravitacionales, en la luz visible, radiación infrarroja, ultravioleta, rayos X. Y tiene todas las características de algo que nunca se vio antes. “