“Bitácora de Viaje” es una serie de artículos que cuentan en primera persona las crónicas de navegación del proyecto CAOBA – RUMBO SUR que une Buenos Aires y Ushuaia. Se trata de un proyecto que articula navegación, ecología, socialización y educación, en una experiencia integral a vela.

Sigfrido Nielsen

8/12/2020

Viernes 4 de Diciembre. Mañana de trámites en la PNA por el despacho del Caoba hacia Puerto Madryn, compra de víveres frescos y otros. 

Dudas sobre si salir el mismo día a última hora o el sábado luego del amanecer. Estábamos esperando que se disipara un fuerte frente del Sur que hacía unos días soplaba justo desde la dirección a la cual queríamos ir. 

Finalmente soltamos amarras el sábado 5/12 a primera hora. Medios gráficos documentan nuestra partida desde el Club Náutico Mar del Plata (CNMP) en una mañana espléndida. Nos sigue Luis con el gomón también documentando la partida. 

Poco viento aún soplando del Sur. Hacemos rumbo sur, siguiendo nuestro slogan. Punta Mogotes se va perdiendo lentamente en el horizonte, junto con la hospitalaria Mar del Plata, que vio nacer al Caoba y que con tanto afecto nos recibiera con asado, visitas y ofrecimientos de ayuda. 

Avanzamos a 4 ó 5 nudos apoyados por el motor hasta que el viento rota al Noroeste, orientación que mantendrá hasta arribar a la Península de Valdez tres días más tarde.

Durante la noche pasamos Necochea, el puerto más austral que hasta este momento tenía navegado. 

La mañana del domingo nos encuentra a unas 100 millas al Este de Bahía Blanca navegando a buen ritmo, llegando a hacer 100 millas en 12 horas y 170 en 24. 

La temperatura, fruto del viento Norte, comienza a subir y los días son espléndidos, la velocidad de avance usualmente entre 6 y 8 nudos; de noche disminuye ya que bajamos la mayor para navegar solamente con el yankee y trinquetilla según el caso. 

Comienza a notarse el aumento de la latitud, los días son cada vez más largos. 

Perdimos la luna llena que teníamos en la pierna anterior (BA – MDQ) por un cuarto menguante. 

El domingo 6 nos visitan decenas de delfines en un espectáculo de danza increíble, de una belleza y energía vital que nos llena el alma a todos, que extasiados contemplamos la naturaleza. 

Finalmente llegamos a Punta Delgada al atardecer con un excelente viento que nos permite navegar a unos 12 nudos en las barrenadas. 

Enfilamos la entrada del Golfo Nuevo al anochecer en medio de tormentas eléctricas que nos mantienen muy alertas, relámpagos tierra-nube y nube-nube iluminan permanentemente el cielo, en nuestra proa, a nuestro babor y sobre nuestras cabezas. Al fin se disipan y pasamos la angostura con un viento Norte que se termina y comenzamos la derrota dentro del golfo hacia Madryn, al Oeste, a motor. 

El viento Oeste pronosticado se hace presente aproximadamente a las 5 AM con fuerza; la ola aumenta y nuestro avance se dificulta cada vez más. Comenzamos a hacer bordes con la trinquetilla y apoyo del motor; las olas, cortas y muy molestas barren permanentemente la cubierta y ponen en evidencia las entradas de agua de algunos tambuchos (su arreglo será tarea a realizar en Madryn). 

La fortaleza del barco es puesta nuevamente a prueba con rachas de más de 40 nudos y vientos constantes de más de 30.  La comunidad del Club Náutico nos estaba esperando. Nos recibe a media mañana el martes 8 con una afectuosa hospitalidad, que nos hace sentir como en casa. Silvana, bióloga investigadora del Conicet, que se suma a la tripulación a partir de aquí, llega a bordo junto con socios del Club y compartimos unas cervezas y picada en una conversación muy agradable. La bienvenida no podía ser mejor.

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