La empresa Lamborghini presentó el Terzo Millennio, concept superdeportivo, desarrollado en alianza con el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) y el fueguino Facundo Elias fue una clave importante del diseño.

Facundo Elias es un diseñador argentino nacido en Ushuaia. Trabaja desde hace más de cinco años en Lamborghini. Entre sus trabajos cuenta una colaboración con el Veneno y con el Roadster, diseñó el interior del Asterion, ganó la competencia interna para el diseño de la Urus y luego le puso la firma al Terzo Millenio, el primer proyecto de Lamborghini que lideró Facundo.

En el primer superdeportivo eléctrico se puso foco en cuatro áreas: energía, innovación en materiales, arquitectura de vehículo y tren de potencia y sonido y emoción. Cuenta con un diseño extremo ya que tiene motores eléctricos en cada una de las ruedas. Un rasgo interesante es su intención de desarrollar junto al MIT un supercapacitor: un sistema de almacenamiento de energía más potente que las baterías convencionales. También pretende contar con micro-canales, que permitirán detectar y auto-reparar pequeñas grietas que pueda sufrir la fibra de carbono con el tiempo.

El diseño visionario está plenamente al servicio de la aerodinámica, sumando una exploración de una arquitectura innovadora. Lamborghini apuesta a que en este Terzo Millennio el sonido deportivo no será dejado en el olvido: la marca asegura que trabajará en generar emociones, garantizando el disfrute de la conducción.

En declaraciones al medio AUTOBLOG, el diseñador fueguino del Lamborghini Terzo Millennio mencionó que su pasión por los autos viene desde la infancia: “Me apasionan los autos desde que soy chiquito. Tengo recuerdos en las carreras de los domingos, eran una religión y no me perdía una: TC, TC2000 y F1. En esa época, no entendía mucho sobre diseño de autos, pero los encontraba fascinantes: las formas aerodinámicas, las tomas de aire, los alerones, los colores de las gráficas, la sinfonía de los motores. Creo que para un pequeño niño de Ushuaia, donde las carreras de autos solo se podían ver por televisión, la imaginación y fantasía hicieron que lo viviera de un modo especial, donde los pilotos como Traverso o Senna para mi eran superhéroes. Por eso, a casi todos los autitos que me compraban mis padres, los modificaba, les fabricaba alerones y spoilers, los pintaba todos con las publicidades más importantes de la época, les bajaba la suspensión, etc. Además, al vivir en una ciudad llena de subidas y bajadas, no faltaban las carreras de carritos a rulemanes con mis amigos, donde los carenaba con cartón y los pintaba con la gráfica del Mclaren MP4/6 de Senna”, explicó.

Acerca de los inicios en la Argentina, contó que “cuando tenía más o menos 15 años, mi padre fundó una empresa de plásticos reforzados. Al principio se dedicaba a la náutica y luego, por pasión, terminó orientándose hacia a los autos. Se hacía de todo, desde partes para autos de carrera hasta autos tuning, que estaban en auge gracias a la película ‘Rápido y Furioso 1’. Ahí aprendí mucho, no sólo en cuanto a lo estilístico, sino también a la técnica de hacer autos. Lo más emocionante era trabajar con los autos de carreras, donde debían respetar el dicho ‘la forma sigue la función’. Era como si volviera a tener cinco años, pero esta vez modificaba los autos 1:1”.

Consultado por los estudios, explicó que cuando terminó el secundario, ya sabía 100% que quería hacer autos: “Veía a argentinos como Horacio Pagani, con esa increíble Zonda que me hizo soñar y creer que era posible, pero había un solo problema: tenía que irme a Europa y en el 2002 no tenía los recursos económicos como para hacerlo. Así fue como, en el 2003, empecé la carrera de Diseño Industrial en la UBA, carrera fascinante y completa. Aprendí sobre Diseño y su cultura. Tuve la suerte de tener increíbles docentes que profetizaban que ‘no existen genios del Design, sino gente que trabaja muy duro’”, expresó y agregó que ”como no quería terminar mis estudios sin haber hecho un vehículo, para nuestro último proyecto, con un grupo de locos amigos, hicimos un karting eléctrico llamado ‘Tesis’, era la primera vez que se hacía algo del género en la FADU. Esto me dio la certeza de que estaba en el camino correcto y valía la pena tirar la piedra un poquito más lejos”.

Sobre su carrera en el exterior, indicó que en el 2011 partió hacia Italia, dejando todo en Argentina: “Le di un beso a mi familia y a mi novia y me fui sin nada a Torino, Italia. Sabía que en la Tierra Motores, no podía errar: tenía que probar. No fue fácil entrar en el mundo del automóvil, por eso me inscribí en un Master en Car Design y gracias a ser becado pude hacerlo. De día iba a la escuela y de noche trabajaba de camarero en un pintoresco Restaurante Argentino, ambientado al estilo La Boca. Era como estar en casa”.
Llegó a trabajar para Lamborghini en el momento de terminar su Internship en Pininfarina. “Me puse en contacto con Agustín Pérez, otro argentino que había estudiado Car Design en Turín y estaba trabajando ya desde hacía un tiempo Lamborghini. Me comentó que estaban buscando diseñadores y me preguntó si estaba interesado. En ese momento, lo único que se me vino a la mente fue el poster de la ‘Countach LP500s’ roja, con el súper spoiler en forma de cuña, que de chico tenía pegado en la pared de mi pieza. Sin pensarlo le dije: ‘¡Sí!’. Le mandé mi portfolio y en una semana ya estaba trabajando en Sant’Agata Bolognese, con Filippo Perini”.

El rol en el Lamborghini Terzo Millennio fue la de Lead Designer, diseñar el exterior del auto y coordinar a los diseñadores de detalles y a los modeladores digitales. “Todo empezó con mi jefe Mitja Borkert y su visión de un Lamborghini Hypercar eléctrico del futuro. Así fue que me pidió un año atrás empezar a bocetar y diseñar un vehículo super extremo, respetando el ADN Lamborghini, con un habitáculo similar a un auto de Le Mans: cuatro motores eléctricos, uno por cada rueda y un nuevo paquete de baterías modulares, distribuidas en nuevos espacios del auto”, finalizó

 
Fuente: AutoBlog

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