Foto de portada: “Navegando los bosques sumergidos de la Patagonia” – Cristian Lagger

Una carta publicada en la revista Science por científicos de renombre mundial alerta sobre la necesidad de conservar los bosques de macroalgas, esenciales para la biodiversidad marina y la sostenibilidad de comunidades costeras. En Tierra del Fuego, sancionaron por unanimidad una ley para la conservación y el manejo sostenible de sus bosques submarinos nativos.

Dice una poesía popular que “cuando el mar se mira, se aprende lo que es la libertad sin límites”, y más que nunca hoy necesitamos redescubrir esa mirada, porque detrás de su inmensidad, los océanos enfrentan una crisis sin precedentes, marcada por la sobrepesca, la contaminación y el cambio climático.

Macricystis pyrifera, especie de macroalgas nativas de la Patagonia – foto de Rod Sánchez

Resulta necesario entender que la salud de los océanos está intrínsecamente relacionada con nuestra propia supervivencia, porque producen más del 50% del oxígeno que respiramos, regulan el clima al absorber dióxido de carbono y son el hogar de una inmensa biodiversidad. Los bosques de macroalgas, también conocidos como bosques de kelp, crean un hábitat que brinda refugio, alimento, áreas de reproducción y cría a cientos de especies comerciales clave como el róbalo, la centolla y el calamar y son importantes sumideros de carbono, ayudando a mitigar el cambio climático.

Sin embargo, “es escasísimo el porcentaje de bosques de macroalgas dentro de áreas marinas totalmente protegidas, menor al 3%”, explica Cristian Lagger, director científico de la fundación Por el Mar, quien asegura que “es fundamental incluirlos como valores de conservación y avanzar hacia el objetivo global de proteger el 30% de los océanos para 2030”.

Cristian Lagger explorando los bosques de macroalgas – foto de Rod Sánchez

Un llamado global desde Science

En este contexto crítico, la revista científica más prestigiosa del mundo, Science, publicó un duro artículo dirigido a los gobiernos, donde determina que “es imperativo tomar acciones urgentes para asegurar la persistencia de los bosques de macroalgas”, un ecosistema de importancia mundial.

Esta carta abierta firmada por destacados especialistas, liderada por Nur Arafeh-Dalmau y Carolina Olguín-Jacobson (investigadores de la Universidad de Stanford y miembros fundadores de Mas Kelp, una ONG con proyección internacional), reúne a referentes globales en la conservación marina.

Para esta publicación, Arafeh-Dalmau y Olguín-Jacobson convocaron a un grupo de expertos de renombre mundial, entre ellos Sylvia Earle, Max Bello, Octavio Aburto, Hugh Possingham, Enric Sala y Fiorenza Micheli. También dieron su aval científico Paul Dayton (pionero en el estudio de bosques de kelp) y especialistas como Kyle Cavanaugh y David Schoeman. En América Latina, la carta cuenta con la firma de reconocidos investigadores como Alejandra Mora-Soto, Mauricio Palacios, Eliseo Fica-Rojas y Eduardo Guajardo de Chile, así como Guillermo Torres y Gabriela Montaño de México. Y de Argentina, la colaboración de Cristian Lagger y Carolina Pantano, ambos integrantes del equipo de Ciencia y Conservación de la Fundación Por el Mar (PEM).

Teniendo en cuenta que la temperatura del Atlántico Sur no ha aumentado como en otras partes del Globo, “se considera que Argentina puede ser uno de los últimos refugios climáticos de estos bosques”, cuenta Cristian Lagger. “Si logramos conservar estos bosques, se conservará la biodiversidad, la seguridad alimentaria, necesidades culturales y socioeconómicas, de las comunidades costeras locales”, señala. Al final, proteger el mar es protegernos a nosotros mismos.

Santa Cruz y el compromiso con el desarrollo sostenible

En las costas de Santa Cruz, los bosques de macroalgas se extienden desde Cabo Vírgenes hasta el Parque Interjurisdiccional Marino Isla Pingüino, y la Fundación Por el Mar se dedica a “explorarlas, estudiarlas, para ver cuáles son los mejores lugares, para establecer estas áreas marinas protegidas con base en la cantidad de biodiversidad que tengan, la cantidad de vida, los puntos estratégicos”, según cuenta Lagger.

Es así que en abril de este año la legislatura santacruceña aprobó por unanimidad la creación del Parque Interjurisdiccional Marino Monte León. Unos meses después, en septiembre, el proyecto ingresó a la Comisión de Recursos Naturales del Congreso de la Nación.

La extensión del parque hacia la zona marítima es de vital importancia, justamente por el tesoro submarino que tiene Santa Cruz. Según Lagger, “no solo sería un área marina nueva, sino que sería un área marina nueva protegida, que incluye un enorme porcentaje de bosques de kelp, o sea, un valor de conservación hoy prioritario en las estrategias globales”.

Mientras tanto, del otro lado del Estrecho de Magallanes, la legislatura de Tierra del Fuego sancionó por unanimidad la “Ley de Lineamientos generales para la conservación y el manejo sostenible de los bosques marinos de macroalgas conformadas por la especie Macrocystis pyrifera”, presentada por la bancada oficialista, y consensuada con la Secretaría de Pesca, el Centro Austral de Investigaciones Científicas y diversas ONGs. La ley promueve una alternativa productiva para desarrollar la alguicultura de manera sostenible. ¿Será el turno ahora de Santa Cruz?

La publicación de Science resuena como un grito urgente. Quizás, como susurra el mar cuando se lo escucha con atención, “la libertad sin límites” que nos enseña también nos exige la responsabilidad infinita de cuidarlo.

El Rompehielos

Deja tu comentario