Se cierra el año escolar y con él los boletines y las últimas materias que habían quedado para rendir. Algunos estudiantes festejan haber entrado definitivamente en vacaciones, otros empiezan a pensar estrategias para combinar días de estudio con períodos libres y, otros tantos, enfrentan la realidad de uno de los cucos más temidos a la hora de hablar de la escuela: repetir de curso.

Dentro del universo de padres y madres están aquellos que temen que si sus hijos repiten el año terminen por sentirse fracasados o en un nivel intelectual inferior a sus compañeros, incluso que pierdan la escasa motivación que tienen por estudiar una vez que han repetido, como una especie de resignación, si se quiere.

También es cierto que la gran mayoría de las veces, que un estudiante repita el año les trae más frustración a los padres de ese estudiante que al propio protagonista. La relación inmediata que hacemos parece inevitable: “si lo único que quiero es que él/ella sea/tenga todo lo que yo no tuve/fui”.

Esto de repetir es algo consustancial al hecho de estudiar. Lo primero que hay que decir es que repetir no es una tragedia. Y, claro, repetir tampoco es una “solución” per se. De hecho, sólo en algunos casos repetir supone un cambio positivo en la motivación del alumnado. Porque si fuera tan recomendable la opción de repetir para los alumnos, ni padres ni profesores temerían la repetición del curso por parte de sus hijos y a los repetidores en sus clases, respectivamente.

Si la repetición de curso no va acompañada de cambios de actitud, tanto en el alumno como en la familia, en el profesorado y en la respuesta educativa que ofrece la escuela, no servirá para mucho.

Carlos Pajuelo Morán, psicólogo y padre de dos hijos, escribe en su blog Escuela para Padres una serie de recomendaciones a tener en cuenta en el caso que nuestra/o hija/o deba enfrentarse a la repetición de un año escolar.

¿Qué podemos hacer los padres ante esta situación?

En todo caso, lo principal es no dramatizar. Hay padres que interpretan esto de la repetición como el “principio del fin”. Y cuando un hijo repite, por lo general, es simplemente porque no ha estudiado.

Hay varias acciones que podemos abordar:

  • Incrementar la coordinación con los profesores;
  • -Hacer junto a sus tutores o preceptores un seguimiento detallado de sus actividades escolares;
  • Los hijos tienen que “sentir” que nosotros no tiramos la toalla, que buscamos ayuda y que tenemos en cuenta sus esfuerzos por el trabajo académico;
  • Solicitar orientación de sus tutores o preceptores respecto a en qué materias precisan más apoyo y refuerzo mediante clases particulares y cuáles deben abordar ellos solos;
  • El trabajo académico realizado, no los resultados, deben estar unidos a la obtención de ventajas y privilegios en el ámbito familiar (como, por ejemplo, salir los fines de semana);
  • Hacer a los hijos protagonistas de sus vidas, de sus éxitos y de sus fracasos, transmitiendo la idea de que “si quieren, pueden”;
  • Debemos insistir a nuestros hijos en que hay que ponerse a trabajar en ello, no vale solo con “querer”;
  • Hay que tener mucho cuidado con las etiquetas. Escuchamos muchas veces y repetimos que “es que se junta con los repetidores”, “le tocó una clase muy mala con muchos repetidores”, entonces eso de los “repetidores” se contempla, de manera errónea, como si fueran un virus maligno que influye y contagia negativamente al resto de los alumnos y que no tienen solución;
  • ¿Tu hijo repite? Pues intentá no dejarte abrumar por lo del “tiempo perdido”, de todo se aprende. Aprenden los hijos y aprendemos los padres.

Por su parte, el psicopedagogo Luis Pincheira, sostiene que “a veces la familia se resiste porque la repitencia se ve como algo punitivo, que se va a perder el año (…) Yo creo que no hay que verlo desde ese punto de vista. También existe el clásico caso en que un niño o adolescente está desmotivado, no quiere estudiar, y evidentemente el sistema le pasa la cuenta y debe repetir“.

Pincheira asegura que en el tema de la repitencia los profesionales de la educación también deben hacerse responsables y tienen que dejar de echarle siempre la culpa a los alumnos. “Yo siempre he dicho: nosotros los profesores somos los culpables a veces cuando un niño repite, porque somos los técnicos, y los que debiéramos dar las luces adecuadas y las orientaciones correctas en el tiempo correcto”, enfatiza.

Para el psicopedagogo, el colegio y los profesores deben valorar más a la persona (alumno) y no tanto a los conocimientos. “Yo creo que hoy día nos estamos pasando de la raya de trabajar con los niños desde el punto de vista de los números, elitista, de trabajar con los cuadros de honor y al resto no se le toma en cuenta”, sostiene .

El colegio tiene que hacer un análisis profundo antes de hacer una propuesta de repitencia: “En algunos colegios yo creo que se hace responsablemente y en otros colegios, no. Y eso es muy doloroso, porque no se trabaja técnicamente antes de tomar la decisión”, afirma el psicopedagogo, y agrega que el recinto educacional tiene que orientar a los apoderados. “Cuando eso no se hace, y se utiliza la espada de Damocles y se culpa al niño o al adolescente, no es justo”, afirma.

Los padres no deben ver la repitencia como algo negativo y pensar que hay que castigarla. “Puede haber muchas variables dentro de la emocionalidad de los jóvenes o de los niños, y uno no sabe qué pasa con ellos”, señala el especialista. Por esta razón, descarta que el “castigo” sea el camino correcto.

El colegio debe plantear a la familia del repitente un reforzamiento pedagógico y psicopedagógico según amerite el caso. En este sentido, Luis Pincheira es enfático en afirmar que es el establecimiento educacional el que tiene que idear una forma de solucionar el asunto y no son los padres los que deben buscar ayuda profesional por fuera.

Dependiendo del caso, el alumno repitente debe recibir apoyo de especialistas (psicólogos, psicopedagogos, profesor diferencial, etc.). “Si el niño está en una etapa de rebeldía, sobre todo los adolescentes, y eso le produce desmotivación en el colegio, evidentemente que ese alumno repitente tiene que tener una terapia psicológica para recuperar su autoestima para que después vuelva a su colegio (…) Y si el colegio ya no lo recibe, prepararlo para el desafío de un nuevo colegio”, plantea el psicopedagogo. Asimismo, añade que durante las vacaciones es importante que el niño o adolescente que repitió refuerce algunos contenidos y retome el entusiasmo por el aprendizaje.

Considerar un eventual cambio de colegio si es que el nivel de exigencia del establecimiento en que se encuentra no es acorde a las capacidades del niño. “Muchos niños a veces se encuentran en colegios porque los padres fueron ex alumnos y ese niño o esa niña no tiene las capacidades para rendir en ese colegio de acuerdo a las exigencias”, afirma Luis Pincheira. En el caso de los colegios bilingües, el especialista recomienda primero privilegiar la lengua materna. “Hay muchos alumnos hoy día que están en colegios que no les corresponden de acuerdo a las exigencias y por eso que se producen estas repitencias”, asegura.

Cuando hay una repitencia, todos los actores (padres, profesores, etc.) deben hacer una evaluación conjunta del caso y desde ahí construir algo positivo sin pensar en lo negativo. Hay que ir despejando esa visión que hoy día existe a nivel de colegio de que el niño que repite es un fracaso. Un niño que repite puede que haya fracasado en ciertas asignaturas y no le dio el promedio de acuerdo a la ley, pero no significa que no haya aprendido.

 

María Fernanda Rossi
Fuente: Emol.com

 

 

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