¿Cuáles son las lecciones, deberes y oportunidades vinculadas al cambio climático?

Hagamos hoy porque cada vez tenemos menos tiempo. Pasan los años, pasan los partidos políticos en el poder, pasan las cumbres internacionales y nuestra posibilidad de acción real se reduce. Los invito a reflexionar ante tres cuestiones fundamentales de lo que implica el cambio climático.

1) Somos culpables: El origen antrópico es innegable para la ciencia.

El accionar humano incide en acelerar el cambio climático. Así lo viene resaltando el IPCC hace varios años. Si bien la Tierra pasa por distintos ciclos naturales de enfriamiento o calentamiento, los efectos de la Humanidad hicieron y hacen que el ritmo sea cada vez más acelerado, sobre todo desde la segunda revolución industrial hasta hoy. Por eso que en las distintas rondas de las negociaciones internacionales vinculadas al ambiente, los países en desarrollo apuntan contra aquellos que llegaron antes al bienestar del desarrollo y luego tiraron la escalera para que otros no puedan acceder. Este reclamo y diferencia de responsabilidades se ve reflejado en los tratados internacionales.

2) Detrás hay ganadores pero también hay oportunidades

El cambio climático es un tema instaurado en la agenda internacional hace más de tres décadas. Los países que pudieron comprometerse seriamente desde el principio a mitigar los efectos negativos del cambio climático fueron los que podían hacerlo y los que vieron una oportunidad detrás.

Es decir, ya teníamos países impulsores de energías renovables como la hidráulica, eólica y solar cuando el primer tratado internacional entra en vigor (la CMNUCC), lo que les viene como anillo al dedo para seguir desarrollando tecnologías propias (para luego patentarlas), obtener energía (vital para el funcionamiento económico), hacerse de ganancias y de paso cumplir con la transparencia y compromiso internacional. ¿Quiénes entraron acá? Alemania, Dinamarca, Estados Unidos y, a pasos exponenciales, China. Así, hay intereses y ganancias detrás de esta lógica.

Pero también hay oportunidades. Esto no quita que los países en vías de desarrollo puedan aprovechar el potencial que tienen a disposición ante el recurso renovable más cercano que abunde. Es la forma de hacerse de nuevas fuentes de energía fundamentales para el crecimiento económico y lograr una clara soberanía energética, mientras el marco institucional global provee de instancias de financiamiento. Además, es una forma de diversificar y complementar su matriz energética, reduciendo la dependencia de los fósiles y dañando en menor medida al ambiente.

3) Conviene afrontarlo, es racional

Nicholas Stern realizó en 2006 un informe exhaustivo para evidenciar los costos de ignorar políticas concretas para contrarrestar el cambio climático. Más allá de resaltar que la acción climática sólida era urgente, una de sus principales conclusiones en ese entonces fue que debíamos destinarle el 1% del PBI global a políticas de reducción de GEI para hacerle frente. Si no, como consecuencia, estaríamos en un rango de pérdida anual del PBI global entre 5% al 20%.

Desestimar el cambio climático y caer en la inacción, especulación o políticas superficiales es incongruente porque pagaríamos cada vez más los costos en adaptarnos al aumento en la frecuencia de desastres naturales. Por eso, es racional afrontar este fenómeno de forma seria, estructurada, con objetivos a largo plazo claros. Hay que entender que esto es la vía indudable y virtuosa para el desarrollo sostenible. Ir por este camino significa:

– aumento significativo de nuevos puestos de trabajo calificado, complementando al sector fósil

– innovación en el desarrollo de tecnología, que implica condiciones previas en educación y decanta en mayores oportunidades de intercambio económico

– no dependencia de los combustibles fósiles, ya que la energía renovable está ahí, a disposición, hay que materializar cómo encausarla

El cuento parece simple pero no lo es. Todos los Estados tienen problemas. Y la mayoría debe atender cuestiones urgentes y cruciales para proteger a su población; facilitarles oportunidades para mejorar sus condiciones de vida. Mientras la pobreza, desigualdad y corrupción avanzan en todos los frentes, milagrosamente debe darse la confluencia (en escala local, nacional y global) de la ciudadanía y arco político para enfrentar esta problemática mundial.

Connor Fernandez es profesor en la Universidad de San Andrés en materias de la Licenciatura en Relaciones Internacionales y consultor e investigador en temas de fortaleza institucional, transparencia democrática y cambio climático. Además, es magíster en Derecho y Economía del Cambio Climático por FLACSO Argentina y licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de San Andrés. 

EL ROMPEHIELOS

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