Las inundaciones que se viven año tras año en Argentina son cada vez peores a medida que se pierden los bosques y se deteriora la capacidad de los suelos para absorber y retener el agua. Según los datos existentes, Argentina se encuentra dentro de los 10 países que más han destruido sus bosques.
Los bosques son un componente fundamental del ambiente natural. Son productores de oxígeno, reguladores climáticos y captadores de carbono. El bosque da refugio a especies vegetales, animales y muchas veces a seres humanos, para quienes es fuente de recursos. Los bosques también cumplen la importante función de ser “fábricas de suelo”, ya que al descomponerse la materia orgánica de las hojas y la madera se crean nuevas capas de tierra fértil, mientras que las raíces de los árboles se encargan de contener el suelo, evitando su erosión.
¿Y qué tiene que ver la calidad del suelo con las inundaciones? Las inundaciones se producen a causa de dos factores principales: lluvias intensas y suelos deteriorados. Un terreno erosionado pierde su capacidad de retener el agua de lluvia, lo que provoca que ésta permanezca en la superficie anegando grandes extensiones. El estado de los suelos sumado a las precipitaciones cada vez más intensas y frecuentes a consecuencia del cambio climático, dan como resultado inundaciones de mayor importancia, provocando graves pérdidas económicas, daños en infraestructura rural y urbana, desplazamiento de poblaciones, deterioro de hábitats naturales, proliferación de plagas y enfermedades, entre otras cosas. La pérdida de bosques contribuye a profundizar los dos factores que provocan las inundaciones, el calentamiento global y el deterioro de los suelos.
En Argentina el responsable directo de la destrucción de los bosques es el modelo económico predominantemente agrícola, donde se destaca la producción sojera, la cual se ha expandido a pasos agigantados gracias a la tecnología y a la rentabilidad de este tipo de cultivos. La expansión de la frontera agropecuaria ha hecho retroceder grandes extensiones de bosques nativos para dar lugar a plantaciones de soja. Si tenemos en cuenta los datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) que señalan que una hectárea de soja absorbe 10 veces menos el agua que una hectárea de bosque nativo, no debería sorprendernos la ocurrencia de las grandes inundaciones que afectan a nuestro país.
Con todo esto en vista, es poco lo que se hace para evitar esta realidad. Muy por el contrario, los desmontes y la expansión de la frontera agropecuaria continúan encontrando la forma avanzar a pesar de las legislaciones y la presión de grupos ambientalistas, campesinos y pueblos originarios que ven como los ambientes naturales ceden cada día frente a los intereses de los grandes grupos económicos y gobiernos que miran para otro lado. Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) basado en observaciones realizadas entre 1990 y 2015 ubican a nuestro país entre las 10 naciones que más desmontaron en ese periodo de tiempo, con una pérdida de alrededor de 8 millones de hectáreas de bosques principalmente en las provincias de Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa.
En 2007, luego de años de reclamos y lucha por parte de diversas organizaciones sociales, ambientales y agrupaciones de campesinos y pueblos originarios, se concretó la sanción de la Ley de Bosques, la cual busca dar un marco legal de protección a los ambientes boscosos de nuestro país. Sin embargo, transcurridos más de 10 años de alcanzado este logro histórico, los desmontes continúan avanzando y provincias como Chaco y Córdoba, con fuertes intereses económicos en la producción agrícola, modifican sus legislaciones de forma que en lugar de proteger los bosques, facilitan el avance sobre ellos.
Hay regiones de nuestro país, como la provincia de Córdoba, donde los bosques y ambientes naturales prácticamente han desaparecido. En dicha provincia se conserva menos de un 3% de la superficie boscosa existente a principios del siglo XX. Este es el camino que siguen otras provincias si los desmontes y la expansión agropecuaria continua avanzando sin control y con el beneplácito de las gestiones gubernamentales. La situación es alarmante y como siempre los sectores más afectados son los más vulnerables social y económicamente.
Abel Sberna