La diezmada población de huemules, ciervo más austral del mundo, declarado especie en peligro de extinción, enfrenta una difícil situación a causa de una enfermedad que afecta a sus huesos, según un reciente estudio de Investigadores del CONICET y de la Universidad Nacional del Comahue.

El huemul es un ciervo que habita exclusivamente en los bosques de la cordillera patagónica andina de Argentina y Chile y es la única especie de ciervo de América del Sur declarada “en peligro de extinción” a nivel internacional. Se estima que quedan solo alrededor de 1500 individuos, de los cuales entre 350 y 500 habitan en Argentina a lo largo de 1800 kilómetros de la Cordillera de los Andes. La caza excesiva y la destrucción del hábitat han significado para la especie la drástica disminución de su población, arrastrándola al borde de la extinción. En el año 1976 el huemul fue declarado oficialmente como una especie en peligro de extinción. En el año 1996 fue declarado Monumento Natural Nacional bajo la ley 24702. Esto le confiere a la especie la máxima protección que la legislación argentina puede brindar. Lamentablemente, en la actualidad, y a pesar de tratarse de una especie protegida, las poblaciones del huemul continúan disminuyendo.

En la búsqueda de un mejor entendimiento de la situación de la especie y de las problemáticas que dificultan su supervivencia, el biólogo especialista en huemules e investigador independiente del CONICET, Werner Fluck, llevó adelante un estudio en el Parque Protegido Municipal Shoonem, Provincia del Chubut, mediante el cual se determinó la alta prevalencia de osteopatología, enfermedad que afecta a los huesos del animal.

Foto: Werner Fluck

Las enfermedades de los huesos representan un gran peligro para la supervivencia de la especie por diferentes motivos. Por un lado, según se pudo constatar por las observaciones del investigador en ejemplares capturados, los animales afectados pierden sus dientes incisivos a causa de la enfermedad, lo que les dificulta la alimentación. Por otro lado, la debilidad ósea les dificulta el desplazamiento y los hace vulnerables al ataque de los depredadores. Para Fluck, el impacto de los seres humanos y sus actividades sobre el ambiente tienen una relación directa con el desarrollo de esta enfermedad.

Foto: Rodrigo de los Reyes Recabarren

En una entrevista para el sitio web del CONICET, el investigador explica que “tenemos motivos para creer que la distribución del huemul fue mucho más amplia en el pasado. La principal causa de su extinción fue el avance de los seres humanos sobre las zonas habitadas por estos animales. Un problema en este sentido es que los huemules casi no temen al ser humano y por eso resultan muy fáciles de capturar. Hay descripciones que muestran que se lo cazaba con piedras y palos. Por eso hoy sólo se los encuentra resguardados en áreas remotas de la cordillera de difícil acceso”. La actividad de caza y la transformación de su hábitat natural disminuyeron drásticamente la cantidad de ejemplares, al mismo tiempo que obligó a los animales a desplazarse en busca de regiones donde habitar. El investigador cree que este desplazamiento puede ser la causa de las afecciones. La razón es que al verse reducidas las regiones en las cuales el huemul habita, también se ven reducidas sus posibilidades de alimentarse en zonas con mayor disponibilidad de nutrientes, lo que tiene un impacto directo sobre la salud de los animales.

Foto: Werner Fluck

En un estudio realizado años atrás y publicado en 2008, en el que analizamos huemules muertos encontrados en la misma zona entre 1993 y 2007, pudimos revelar que había un prevalecía de enfermedades en huesos del 57 por ciento. En esta ocasión quisimos ver qué pasaba actualmente con los individuos vivos”, comenta el investigador. Para ello, él y su equipo procedieron a la captura de individuos con vida para colocarles collares que permitieron un seguimiento más riguroso de los hábitos y síntomas de los animales. “Los radio collares que colocamos en los huemules que capturamos nos permitirán ahora poder hacer un seguimiento de los mismos: reubicarlos cuando lo necesitamos, confirmar que continúan vivos o enterarnos si mueren y, en alguno casos, tomar fotos para ver en qué estado se encuentran y con quién. Nuestro proyecto ahora es volver al campo para tomar muestras de sangre”, concluye Fluck.

 

Abel Sberna
Foto de portada: Rodrigo de los Reyes Recabarren
Fuente: conicet.gov.ar

 

 

Deja tu comentario