Este jueves, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, referentes de sindicatos y legisladores porteños recordaron el ataque perpetrado por aviones de la Marina y Fuerza Aérea en la zona de Plaza de Mayo, a 67 años. Del acto participó la Casa de Santa Cruz, con un doble mensaje, compartir la relevancia de no olvidar estos hechos que nos interpelaron y no permitirlos más.

La mesa ‘No nos han vencido’, integrada por ATE Capital, el sindicato del Personal de Dragado y Balizamiento seccional Río de la Plata, legisladores porteños del Frente de Todos (FdT) y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora realizó el homenaje frente al edificio del Ministerio de Economía, donde “todavía están las marcas de las bombas”.

En este contexto, colocaron tres baldosas conmemorativas por el bombardeo del 16 de junio de 1955 sobre Plaza de Mayo, en memoria de las más de 300 personas asesinadas y miles de heridos en el intento de derrocar y matar al presidente Juan Domingo Perón.

Juan Parengo, responsable de Turismo de la Casa de Santa Cruz, recordó “esa mañana de otoño en Buenos Aires, cerrada, con niebla y en un espacio público y concurrido, miembros de las Fuerzas Armadas, con la connivencia de sectores políticos y eclesiásticos, descargaron sus bombas y ametrallaron a la población civil como forma de implantar el terror, como hicieron los oligarcas tantas veces, como en las Huelgas obreras del 20, donde se repiten los actores; un poder económico, privilegiado, contra el pueblo trabajador, una vez más”, lamentó.

Pero agregó: “estos actos, nos permiten a todos los argentinos recordar, para que no se vuelvan a repetir, porque reivindicamos siempre la memoria, la verdad y el pedido cotidiano y que no caduca de Justicia”, resumió Parengo.

El Bombardeo de 1955 sobre Plaza de Mayo

El 16 de junio de 1955, la Armada Argentina, con apoyo de sectores de la Fuerza Aérea, encabezó un ataque que tenía como objetivo principal asesinar al presidente Juan Domingo Perón y a los miembros de su gabinete para consumar así un golpe de Estado. Sin embargo, la maniobra comprendía también la agresión contra civiles que pudieran alzarse en defensa de un gobierno constitucional que contaba con un importante apoyo popular.

El propósito era instaurar un triunvirato civil integrado por Miguel Ángel Zavala Ortiz (dirigente de la UCR), Américo Ghioldi (dirigente del Partido Socialista) y Adolfo Vicchi (del Partido Conservador).

En este contexto, varios aviones lanzaron más de cien bombas con un total de entre 9 y 14 toneladas de explosivos. La mayoría de ellas cayeron sobre las plazas de Mayo y Colón y sobre la franja de terreno que va desde el Ministerio de Ejército (ubicado en el Edificio Libertador) y la Casa Rosada, en el sureste, hasta la Secretaría de Comunicaciones (situada en la sede del Correo Central) y el Ministerio de Marina, en el noroeste.

El ataque, ante la ausencia del Presidente y de sus ministros, constituyó desde el inicio una agresión destinada a sembrar el terror entre la población y así quebrar la adhesión popular al gobierno constitucional. Clara muestra de ello es que solo doce de las más de trescientas víctimas mortales se encontraban dentro de la Casa de Gobierno, en la que impactaron veintinueve bombas, de las cuales seis no estallaron.

Durante décadas, el Bombardeo a Plaza de Mayo permaneció como un hecho olvidado de la historia argentina. Recién en 2005, por iniciativa del Presidente Néstor Kirchner, la Secretaría de Derechos Humanos inició una investigación sobre el ataque del 16 de junio de 1955.

Luego, en 2008, durante el mandato inicial de Cristina Fernández de Kirchner, se inauguró el primer monumento oficial en homenaje a las víctimas del Bombardeo, ubicado en las inmediaciones de la Plaza de Mayo. Un año después se sancionó la ley 26.564, que otorgó el derecho a percibir indemnizaciones a las víctimas del ataque.

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