Una investigación llevada adelante por Greenpeace reveló la presencia de microplásticos y químicos contaminantes en la Antártida, los cuales, de ser ingeridos, representan una grave amenaza para la fauna del continente.

La contaminación por residuos plásticos de los océanos se está convirtiendo en un problema muy gravé que atenta peligrosamente contra la salud de los ambientes marinos. Estos residuos se acumulan por toneladas, muchas veces formando verdaderas islas flotantes de basura plástica. Los fragmentos son ingeridos por aves y animales marinos, provocándoles la muerte por sofocamiento e intoxicación. Con el tiempo los plásticos se muelen convirtiéndose en microplásticos, pequeños fragmentos que se esparcen por todo el ambiente con consecuencias gravísimas para la vida.

El nivel de contaminación esta tan elevado que ni siquiera los rincones más remotos del planeta se salvan, lo que ha quedado demostrado por una reciente investigación llevada adelante por la ONG ambientalista Greenpeace. A principios de este año, una expedición tomó una variedad de muestras del mar y nieve para ver cómo la contaminación afectaba a la Antártida. El análisis de estas muestras ha revelado que los microplásticos estaban muy extendidos en el área investigada, “utilizando métodos infrarrojos, encontramos microplásticos en siete de ocho muestras de agua de mar superficial recolectadas cerca de la Península Antártica en febrero de este año”, dijo David Santillo, quien dirigió el análisis. Según el estudio los residuos provienen principalmente de ropa y redes de pesca y contienen químicos nocivos que persisten durante años en el ambiente. Además de los microfragmentos de plástico, Greenpeace encontró entre el hielo antártico deshechos plásticos relacionados a la actividad pesquera, como boyas, redes y lonas.

En un comunicado, Santillo explicó que “la mayoría de esos microplásticos eran fibras, incluyendo poliéster, polipropileno y nylon, entre otros materiales. Queda por ver si provienen principalmente de fuentes locales, como suministros a bases, o han sido transportadas por corrientes desde lugares mucho más lejanos”. Por su parte, Estefanía González, coordinadora de la campaña de Océanos de Greenpeace declaró que “la contaminación y el cambio climático y la pesca industrial de krill, están dejando una huella clara y dañina de la humanidad. Los resultados muestran que los hábitats más remotos de la Antártida están contaminados con desechos microplásticos y químicos peligrosos persistentes” y agregó que “es urgente la creación del Santuario en el Océano Antártico para proteger los pingüinos, las ballenas y todo el ecosistema.”

Las muestras se tomaron durante una expedición de Greenpeace que duró tres meses, desde enero a marzo de 2018. Greenpeace estaba llevando adelante una investigación científica, que incluía inmersiones submarinas como parte de una campaña para crear un Santuario Oceánico en el Antártico. A 1.8 millones de km2, sería cinco veces el tamaño de Alemania y el área protegida más grande del planeta. El santuario está siendo propuesto por la UE y se tomará una decisión en la futura reunión de la Comisión del Océano Antártico (CCRVMA) en octubre de 2018

 

Abel Sberna

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