Esa tarde y ya entrando en la noche, el águila de cola negra batió sus alas en raudo vuelo, mientras Horton que la persiguió gimiendo sobre rocas que hacían pedazos las uñas de sus pies y maltrataban sus huesos, rogó: “Por favor, no dañe a las pequeñas personas que tienen tanto derecho a vivir como las personas grandes” .
fragmento de HORTON ESCUCHA UN QUIÉN del Dr. SEUSS.
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