Mons. Jorge García Cuerva recibió la insignia que recuerda la unidad con el sucesor de Pedro, bendecida por el Papa Francisco, en la basílica de San Pedro.
“Es hermoso si crecemos como Iglesia del seguimiento, como Iglesia humilde que nunca da por sentado la búsqueda del Señor”, dijo el pontífice durante la celebración en recuerdo de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, en la que bendijo y entregó los palios a los 29 arzobispos metropolitanos designados el último año, entre ellos García Cuerva.
García Cuerva, de 55 años, asumirá su nuevo cargo el 15 de julio y es considerado un obispo de gran saber académico además de contar con una profunda inserción pastoral, especialmente en el ámbito carcelario, y con una importante trayectoria social en los barrios populares del conurbano bonaerense.
El palio arzobispal es un ornamento que usan el Papa y los responsables de arquidiócesis metropolitanas durante las misas.
“Es hermoso si nos convertimos en una Iglesia en salida, que no encuentra su alegría en las cosas del mundo, sino en anunciar el Evangelio al mundo, para sembrar la pregunta sobre Dios en el corazón de las personas”, agregó Francisco en una ceremonia en la que también recibieron el palio, entre otros, los nuevos arzobispos de Madrid, José Cobo, y de Caracas, Baltasar Porras.
Allí, el Papa los animó a trabajar “con humildad y alegría: en nuestra ciudad de Roma, en nuestras familias, en las relaciones y en los barrios, en la sociedad civil, en la Iglesia, en la política, en el mundo entero, especialmente allí donde anidan la pobreza, la degradación y la marginación”.
En ese marco, Francisco convocó a los nuevos arzobispos a construir “una Iglesia que desea ser discípula del Señor y humilde servidora del Evangelio”.
“Sólo así podrá dialogar con todos y convertirse en lugar de acompañamiento, cercanía y esperanza para las mujeres y los hombres de nuestro tiempo”, agregó.
A partir de 2015, el Papa Francisco dispuso que a partir de ahora el palio bendecido en la misa de los santos Pedro y Pablo sea impuesto a los arzobispos metropolitanos en sus residencias diocesanas por un representante y sigue en vigor lo que establece el párrafo 1 del canon 437 del Código de derecho canónico, es decir que no se trata de una investidura automática, sino que cada uno de los nuevos metropolitanos deben pedirlo a Roma.
El nuevo procedimiento prevé que al final de la misa de los santos Pedro y Pablo, el 29 de junio, los nuevos arzobispos metropolitanos sean invitados a concelebrar con el Papa en el Vaticano; los que participen en el rito recibirán el palio “en privado, de manos del Santo Padre”. Ya no existe, pues, la imposición oficial durante el rito, en el que desfilaban delante del Pontífice los nuevos metropolitanos para irse arrodillando y recibir el palio uno a uno. El verdadero rito de la imposición del palio se llevará a cabo en las respectivas iglesias locales, involucrando no solo a la comunidad diocesana metropolitana, sino también a las comunidades sufragáneas, sobre las cuales el nuevo metropolitano ejerce algunas funciones limitadas de vigilancia.
Una insignia exclusiva
El palio arzobispal es la insignia exclusiva de los arzobispos residenciales o metropolitanos y recuerda la unidad con el sucesor de Pedro. Es una banda de lana blanca en forma de collarín, adornada con seis cruces de seda negra. Es semejante a una estola, se utiliza a modo de escapulario y se la envía el Papa a los arzobispos nombrados como distintivo de su especial dignidad.
La lana significa la aspereza de la reprensión a los rebeldes; el color blanco, la benevolencia hacia los humildes y penitentes. Tiene cruces situadas delante y detrás, a la derecha y a la izquierda, que significan que el obispo debe poseer vida, ciencia, doctrina y poder. Se relaciona también con las virtudes cardinales, teñidas de púrpura por la fe en la Pasión de Cristo.
¿Qué es el palio?
El palio es una banda de lana de unos seis centímetros de ancho, de forma circular, que se coloca sobre los hombros de un arzobispo.
Cuenta además con dos tiras de lana del mismo grosor y de 36 centímetros de largo, que cuelgan una sobre el pecho y la otra sobre la espalda; ambas tiras tienen una placa de plomo forrada con seda negra.
El palio está adornado con seis cruces bordadas en seda negra, que recuerdan las diócesis suburbicarias de Roma, de las cuales el Papa es el metropolitano.
La lana con la que se confeccionan los palios es tomada de dos corderos de pocos meses, que se crían en el monasterio de Tre Fontane, lugar donde fue martirizado San Pablo. Los corderos son llevadas el 21 de enero, memoria litúrgica de Santa Inés, a las religiosas de la iglesia romana que lleva el nombre de la santa.
El simbolismo más fuerte es el del obispo “Buen Pastor”, que lleva en hombros a la oveja.+
Fuente: Con información de AICA y Télam