La madrugada del 22 de junio de 1941, hace 79 años, comenzaba la “Operación Barbarroja”. El nombre en clave dado por Adolf Hitler al plan de invasión a la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial.

Esta operación abrió el Frente Oriental, que se convirtió en el escenario de las batallas más grandes y brutales del conflicto en Europa. El nombre de la operación es un homenaje a Federico I Barbarroja, cuyo nombre está profundamente unido al nacionalismo alemán del siglo XIX.

Ese día, 3 millones de hombres y 3400 tanques avanzaron organizados en tres ejércitos: el grupo norte hacia Leningrado, el central hacia Moscú, el sur hacia Ucrania. Los éxitos alemanes fueron categóricos, llegando en otoño a las afueras de Leningrado y Moscú.

Sin embargo, los alemanes fracasaron en su intento de conquistar un Moscú del que se habían evacuado más de dos millones de civiles. A pesar de llegar a 25 kilómetros de la capital soviética en diciembre de 1941, la situación meteorológica adversa y la llegada de tropas siberianas hizo que los alemanes retrocedieran. Por primera vez, la guerra relámpago había fracasado.

Las tácticas de guerra fueron desde un principio brutales. La criminal represión nazi alimentó una resistencia a ultranza del pueblo y el ejército soviético. Por otro lado, la ejecución ordenada por Stalin del general soviético Pavlov y dos de sus colaboradores (por haber permitido la ocupación de Minsk en seis días), hizo ver a los oficiales soviéticos que era mejor luchar hasta la muerte que rendirse.

Imágen: Wikimedia Commons

El Invierno Ruso, conocido también como “General Invierno”, que había diezmado las tropas napoleónicas en 1812 en su intento de ocupar Moscú, había vuelto a inclinar la balanza para los eslavos. Aquella vez, cientos de miles de franceses habían perecido frente al impiadoso flagelo invernal, y esta vez fueron los alemanes quienes lo sufrieron.

Se calcula que en 5 meses murieron 300.000 soldados del Tercer Reich.

Imagen de portada: De Bundesarchiv, Bild 101I-215-0354-14 / Gebauer

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