Dígale a un blanco cualquiera que hay madreperla en una laguna infestada de miles de caníbales e inmediatamente se pondrá en camino con un reloj despertador que utilizará a modo de cronómetro y media docena de buceadores. Susúrrele al oído que se ha descubierto oro en el Polo Norte y ese ser inevitable partirá sin dilación, armado de pico, pala y el último modelo de artesa. Y lo que es más, llegará a su destino. Hágale saber que hay diamantes en las ardientes murallas del infierno y el hombre blanco asaltará esas murallas y pondrá a trabajar al mismísimo Satán. Ahí tiene el resultado de ser estúpido e inevitable.

de EL INEVITABLE HOMBRE BLANCO de Jack LONDON.

Deja tu comentario