“Turismo & Naturaleza” es una serie de relatos de aventura que invitan a explorar paisajes fueguinos desde adentro.

En Marzo de 1950 la Argentina transitaba el cuarto año de la primera presidencia de Perón y ya se empezaban a observar los primeros movimientos antiperonistas de la historia del país. Todavía faltaba un año para que la primera transmisión televisiva entretuviera a los argentinos, y el “Maracanazo” que coronaría campeón del mundo a Uruguay tres meses más tarde era solo un sueño del charrúa más optimista. A su vez, aún estaban frescos los horrores de la Segunda Guerra Mundial que había concluido cinco años antes y era reciente la adquisición por parte de la Fuerza Aérea Argentina de un avión participante en dicho conflicto; el AVRO LINCOLN B-019.

El AVRO LINCOLN B-019 partió de Río Gallegos el 22 de Marzo de 1950 propulsado por sus cuatro motores a hélice y acompañado por dos aeronaves más del mismo tipo. A bordo iban 11 tripulantes de la Fuerza Aérea Argentina en misión de reconocimiento con destino final Ushuaia. En pleno vuelo las condiciones meteorológicas cambiaron abruptamente y dos de los tres aviones decidieron retornar a la base pero en ese momento perdieron contacto con el B-019, que emitió su última comunicación cuando sobrevolaba por las inmediaciones del Lago Fagnano.

Corre abril de 2019 y navegamos a bordo del Alakush por el Fiordo Parry con rumbo al corazón de la Cordillera Darwin, en la parte chilena de Tierra del Fuego. También nosotros vamos en plan de reconocimiento del lugar con el fin de poder organizar excursiones para que tanto fueguinos como viajeros de todo el mundo tengan la posibilidad de conocer uno de los lugares más maravillosos de la isla. Las cumbres nevadas se suceden a nuestro paso y los glaciares caen por los valles como ríos de hielo. El fiordo se bifurca y el capitán dirige la nave hacia el Sur por el Seno Cuevas, que nos conduce hasta el imponente glaciar que le da nombre.

Seno Cuevas

La masa de hielo es imponente pero nuestro objetivo es otro, por lo que desembarcamos en una extensa playa de piedras decorada con un reguero de bloques de hielo abandonados por la marea. El glaciar Cuevas se asoma por detrás de una península, como invitándonos a no olvidarnos de pasar por allí más tarde. Así será, pero ahora tomamos rumbo Sureste en dirección a una pequeña morrena glaciaria y rápidamente encontramos un sendero poco marcado. Un paisaje prístino y conmovedor se manifiesta ante nosotros y nos hace sentir los únicos humanos en el mundo.

Glaciar Cuevas

Canal es una empresa de turismo aventura con base en Ushuaia, y desde hace más de 20 años desarrolla diferentes excursiones que buscan generar experiencias auténticas en estrecho contacto con la naturaleza fueguina. En esta oportunidad estamos relevando la parte chilena de la isla, para poder ofrecer un programa de navegación de tres días de duración en la Cordillera Darwin. La caminata que estamos estudiando se interna en el bosque al principio pero rápidamente el sendero nos lleva hasta el filo de la morrena desde donde el glaciar Nueva Zelanda se aprecia en toda su extensión. El glaciar se desliza desde las altas cumbres de la cordillera fueguina hasta la laguna formada luego de su retroceso.

Camino al Glaciar Nueva Zelanda

La caminata se prolonga por no mucho más de dos kilómetros hasta que nos encontramos con la pared frontal del glaciar que se eleva varias decenas de metros sobre nuestras cabezas. El aire baja gélido desde las montañas luego de recorrer la superficie de la enorme masa de hielo. Nos sentamos a tomar unos mates y a contemplar una postal reservada para unos pocos, pero el cuerpo nos pide movernos para conservar la temperatura y no mucho tiempo después comenzamos a subir por el pedrero acumulado por el glaciar para obtener una mejor perspectiva del ventisquero.

Frente del glaciar

A unos cientos de metros comenzamos a encontrar herrumbre de maquinaria desperdigada entre las rocas, hierros retorcidos y otras partes metálicas. Nuestra intriga llega a su fin cuando una cruz de madera aparece afirmada entre las piedras. En una placa metálica adherida a la cruz puede leerse: “Familiares de los tripulantes rinden honores a las víctimas de esta tragedia. En ofrenda de paz y hermandad entre los pueblos de Chile y Argentina”.

En 1983 unos montañistas de la Universidad de Magallanes encontraron algunas partes del avión desaparecido y una placa de identificación, y en el año 2009, debido al derretimiento del glaciar, se encontraron muchas más. Tras varios años de gestiones finalmente los familiares pudieron acceder al lugar en el año 2015. Allí colocaron la cruz que hoy encontramos y realizaron una ceremonia simbólica para despedir a sus antepasados desaparecidos 65 años antes.

No se sabe mucho más de la tragedia ni de los motivos que pudieron haber desencadenado el accidente, pero sí podemos afirmar que el lugar en donde ocurrió esta fatalidad transmite una sensación de sosiego y una paz difícil de encontrar en otro lugar de la tierra.

Cruz en conmemoración de los tripulantes del AVRO LINCOLN B-019

Damián Villalón, licenciado en Turismo en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa).

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