Niní Bernardello nos cuenta cómo fue el homenaje que se le hizo a Julio Leite en San Telmo.
Estando en Buenos Aires, en los días de finales de abril, fui convocada por Casiana Torres (cantante fueguina de trayectoria nacional e internacional) a participar de un homenaje a Julio Leite, nuestro poeta, recientemente fallecido, en las instalaciones del bar Cusca Risun en San Telmo.
El día 11 de Mayo, día del homenaje, llegue allí con dos amiga poetas que quisieron acompañarme: Patricia Saragueta y Graciela González Paz.
Patricia estaba muy preocupada preguntándome con insistencia qué leería. Yo siempre respondía que no sabía, no tenía ningún libro de Julio, que se quedara tranquila.
La cita era a las 19 horas y debía durar hasta las 20,30 horas porque el espacio ya estaba comprometido para otras actividades.
Daniel Quinteros, poeta muy conocido por todos nosotros, dio inicio invitando a Casiana a cantar. Unos minutos antes Daniel me dijo: “después de Casiana hablás vos”. Yo entonces, sí, me preocupé. No tenía un solo poema y Federico Rodríguez que traería la hermosa antología de Julio que editara el año pasado, no aparecía por el bar.
Casiana terminó de cantar y Daniel me llamó dándome el micrófono. Muy conmovida atiné a hablar de la poesía de Julio y decidí contar a todos los amigos presentes lo ocurrido en el cementerio de Río Grande cuando lo despedimos a Julio. Este recuerdo conmocionó a los presentes y en ese momento llegó muy agitado Federico con las antologías y otros libros de Julio. Se sentó a mi lado y me pasó la Antología Pertinaz, y mientras él hablaba yo abría al azar el libro. El corazón me dio un vuelco al ver el poema en que se había abierto el libro: era Fotografía de mi padre con pescados. Para mí, no era un poema más, fue el primer poema que Julio me acercó para que yo le diera una opinión. Le hice una observación sobre una palabra y le sugerí que la cambiara por otra más dramática y así lo hizo.
Ante este poema sentí que Julio había abierto el libro y quería que yo leyera ese poema. A partir de aquí todos los amigos de Julio hablaron y sus relatos fueron de una intensa sinceridad amorosa y reímos y nos emocionamos unidos por el recuerdo de sus historias dignas de ser recopiladas.
La sensación de todos fue que él estaba ahí, con nosotros.
Pasó lo inevitable en los encuentros de Julio: una pelea. Una disputa entre una pareja y un tercero en discordia, cuestiones de celos protagonizadas por personajes que no conocíamos. Gritos desde la mitad el salón hicieron que el primo de Julio, que estaba hablando en ese momento, callara. Todos callamos sorprendidos por la semejanza con aquellos encuentros de Julio y sus amigos. También se rompió una copa y los ánimos se enardecieron pensando que Julio estaba ahí, a nuestro lado.
Doy fe: ese anochecer de un hermoso otoño porteño todos sentimos una profunda y conmovedora comunión con el alma de Julio Leite, poeta fueguino que deslumbró a mis amigas poetas de Buenos Aires.
Niní Bernardello
Fotografía de mi padre con pescados
de Julio Leite
A mi padre Vital Leite, en memoria
Te veo en esta foto, padre
embotado hasta las costillas flotantes,
con un cierre cielo
abriendo tu pecho
y dos trofeos pescados,
así me encaramo
a las brasas de tus ojos,
ellos son más importantes
que el rojo fosforescente de ese cigarro
aprisionado en tu breve boca,
padre.
No me importa de esta foto
la tétrica postura de los peces
ni tu momentánea caricatura de triunfo,
se me confunde el sol,
no sé si es el clavo que está atrás,
–el que sostiene tu fotografía–
no sé, si es la bala que no vi,
plomo en boca pequeña pero sincera,
o esta lágrima padre,
que horada la visión Vital de este poema.
Me cago en el paisaje de la foto, padre
porque sigue siendo el paisaje
que no aguanto.