Recientemente el hallazgo de varios ejemplares de cóndores muertos por envenenamiento conmocionó a la sociedad, ya que se trata de animales majestuosos por los cuales se realizan grandes esfuerzos para su conservación. El victimario: la ignorancia.
El cóndor andino es un ave característica de la cordillera de Los Andes. Se alimentan de carroña, por lo que cumplen una importante función de limpieza y prevención de infecciones. Lamentablemente la ignorancia, debido a las falencias en educación y a la predominancia de los mitos y las creencias en los sectores rurales, ha arrastrado a este majestuoso animal al borde de la extinción. La reducción de sus poblaciones responde directamente a la matanza llevada adelante por los productores agropecuarios quienes buscan evitar que el cóndor ataque a su ganado. Esta práctica, que se ha extendido durante muchísimas décadas, es realizada por personas que ignoran que este animal solo se alimenta de animales muertos, y que bajo ninguna circunstancia atacarían y matarían a una vaca u oveja. El avance de las comunicaciones y de la disponibilidad de información no ha alterado esta conducta. En los últimos meses, Argentina perdió el 20 por ciento de la población de cóndores del Noroeste patagónico por envenenamiento y en el mes de enero esta práctica se cobró la muerte de 34 cóndores en el departamento de Malargüe, en Mendoza.
Lamentablemente el hecho se repite una y otra vez. Los más recientes, sucedieron en Neuquén, donde un poblador local encontró a su perro y a su gato muertos y en las inmediaciones dio con los cadáveres en descomposición de 13 cóndores, y en Santa Cruz, donde a comienzos de octubre se encontraron otras 10 aves y algunas ovejas muertas cerca de la Cueva de Las Manos.
En principio, la causa de la muerte fue envenenamiento por agroquímicos, según lo confirmaron investigadores de la Fundación Bioandina. Las necropsias de los cadáveres revelaron que no existían heridas de balas ni plomo en el cuerpo. En el caso de Neuquén los análisis toxicológicos confirmaron que se utilizó un organofosforado, un químico prohibido en nuestro país.
“Desgraciadamente, algunos pobladores rurales ilegalmente siguen usando veneno para tratar de controlar grandes carnívoros, como pumas, zorros e incluso perros. Con ello no solo causan la muerte de especies carroñeras, encargadas de mantener la limpieza del ambiente, sino también contaminan el suelo, el agua y ponen en peligro todas las formas de vida, incluso la humana“, aseguran desde Fundación Bioandina, y agregan que “los numerosos casos ocurridos en todo el país dejan al descubierto que cualquier persona, en cualquier lugar, accede libremente a estos peligrosos venenos, para usarlos con cualquier propósito“.
Estos nuevos hallazgos no solo nos hablan de las malas prácticas ambientales y de las falencias en los canales informativos y educativos, sino también de la falta de controles por parte del estado en el uso de agroquímicos y en el accionar en contra de la fauna y la naturaleza en general. Pero por sobre todas las cosas, la realidad del cóndor pone en evidencia que la ignorancia es una eficaz asesina.
Abel Sberna