Una investigación desarrollada por investigadores del ICB y colaboradores, basada en el análisis de 594 ballenas foto-identificadas en el año de su nacimiento, encontró una disminución de la supervivencia de las crías a lo largo del tiempo asociada al aumento de la gravedad de las heridas causadas por las gaviotas. Los resultados de este análisis,  apoyan lo demostrado por otros estudios que indican que la dinámica de esta población podría verse afectada a consecuencia del acoso de las gaviotas en Península Valdés.

Gaviotas y ballenas, una relación conflictiva

Las gaviotas cocineras (Larus dominicanus) se alimentan de la piel y la grasa de las ballenas francas australes de Península Valdés, ocasionando heridas de diversos tamaños cuando las ballenas salen a la superficie. Los ataques se definen como “micropredación”, porque al igual que los mosquitos que se alimentan de la sangre de sus presas sin matarlas, las gaviotas van tomando porciones de piel y grasa de las ballenas sin causarles la muerte inmediata.

Durante su estadía en Península Valdés, las hembras dedican la mayor parte del tiempo a descansar y amamantar a sus crías recién nacidas, valiéndose de sus reservas energéticas para sobrevivir y producir leche. Los picotazos de las gaviotas interrumpen estas actividades y provocan un incremento en la frecuencia de actividades de alta demanda energética, como nadar a mayores velocidades. 

Estas interacciones fueron reportadas por primera vez en el Golfo San José en la década de 1970 y luego fueron extendiéndose hacia toda el área costera de Península Valdés. Casi 30 años de monitoreos sistemáticos de esta interacción y a través del análisis de fotos tomadas durante los relevamientos aéreos, investigadores del Instituto de Conservación de Ballenas determinaron que el porcentaje de madres y crías con lesiones causadas por gaviotas aumentó del 2% en la década de 1970 al 99% en la década de 2000.

Cuando comenzó esta interacción, los ataques se focalizaban principalmente a las madres con cría y rara vez se observaban sobre las crías. Luego, los ballenatos recién nacidos se convirtieron en el principal objetivo, registrándose un aumento de la gravedad y tamaño de las heridas ocasionadas. Es probable que este cambio se deba a que los adultos adoptaron estrategias comportamentales evasivas, como por ejemplo la posición de galeón (con la espalda arqueada en forma de U) o la respiración oblicua, y por ese motivo las gaviotas comenzaron a dirigir sus ataques a las crías, que permanecen más tiempo en superficie y con menos experiencia en técnicas evasivas. 

Los monitoreos periódicos y sostenidos desde 1995 permitieron determinar que las ballenas francas en las aguas costeras de Península Valdés, pasan una parte significativa (al menos el 24%) de las horas diurnas huyendo de las molestias inducidas por las gaviotas, lo que se ha demostrado que afecta a su Fisiología y salud general. 

Entre 2003 y 2013, se registraron 672 ballenas muertas de las cuales un 91% eran crías de menos de tres meses. Nunca antes se había registrado una situación así. Un estudio basado en observaciones de comportamiento a largo plazo muestra una relación positiva entre el acoso de gaviotas y el número de crías muertas registradas. El estrés fisiológico provocado por las lesiones y la demanda energética resultante del acoso de las gaviotas podría estar contribuyendo a la muerte de crías en esta población.

¿Cómo se llevó adelante este estudio?

Para explorar los efectos de las heridas de gaviota en la supervivencia de las crías, los investigadores utilizaron el número y tamaño de las lesiones de gaviotas en fotografías de crías nacidas entre 1974 y 2011 analizados en un estudio previo, junto con la historia de vida de cada una de las ballenas identificadas en su primer año de vida. Para eso aplicaron una metodología de estudio que se denomina de marcación-recaptura, donde la “marcación” es la primera vez que se identifica a un individuo a través de una foto y las “recapturas” representan los años en que ese individuo es reavistado o fotografiado de nuevo.

De un total de 597 ballenas fotoidentificadas en sus años de nacimiento, se analizaron 44 años de datos de marcación-recaptura entre 1974 y 2017. A partir de la historia de vida de estos animales pudo determinarse una marcada disminución en la supervivencia del primer año asociada con un aumento observado a lo largo del tiempo en la gravedad de las heridas provocadas por las gaviotas.

La Dra. Macarena Agrelo, investigadora del Instituto de Conservación de Ballenas y autora principal del estudio, describe que:

“Primero evaluamos cómo cambió el promedio de la gravedad de las lesiones por cría a lo largo de los años y después usamos esa información para relacionarla con la probabilidad de que las crías identificadas sobrevivan el primer año de vida. Para realizar esos análisis consideramos dos periodos: un primer periodo de 1974 a 1995 cuando el blanco de ataque de las gaviotas eran las madres y un segundo periodo de 1996 a 2011 donde el blanco de ataque fueron las crías.”

La identificación de individuos revela datos contundentes en la supervivencia de las crías

Gracias a los monitoreos sistemáticos llevados adelante por el ICB desde 1995, existe evidencia sobre el efecto de los ataques de gaviotas en el comportamiento y la salud de las crías. Las investigaciones lideradas por el Dr. Fernández Ajo demuestran que las crías presentan altos niveles de estrés frente a estos ataques. Sin embargo aún no se había podido probar el efecto en su supervivencia.

La Dra. Carina Marón, investigadora del ICB y coautora de la publicación, explica

“Nuestros datos de 50 años de identificación individual ofrecen una oportunidad única para responder preguntas sobre supervivencia, reproducción y Dinámica poblacional. Identificar a los individuos como crías y conocer sus historias de vida y sus recapturas a lo largo de los años permitió aportar una pieza más al gran rompecabezas que es la problemática de la relación entre las ballenas y las gaviotas en Península Valdés.”

Destacados de este estudio publicado en Biology letters

  • A mediados de la década del 90 todas las crías de ballena franca austral identificadas en Península Valdés ya presentaban lesiones provocadas por las gaviotas.
  • La gravedad de las lesiones en las crías fue aproximadamente 10 veces mayor entre 1996 y 2011 (cuando las crías eran su blanco de ataque preferido) comparado con el período de 1974 a 1995 (cuando las madres eran el blanco de ataque)
  • La probabilidad de supervivencia de las crías disminuyó a partir de que las gaviotas las prefirieron como su blanco de ataque.
  • La disminución detectada en la supervivencia de las crías está asociada a un aumento en la gravedad de las lesiones causadas por las gaviotas.

Los resultados proporcionan pruebas de que el acoso de las gaviotas tiene un impacto negativo en la supervivencia de las crías en Península Valdés.

Las probabilidades individuales de supervivencia de las crías variaron en función de la gravedad de las heridas. Las crías que sufrían un acoso de gaviotas muy elevado era poco probable que volvieran a ser avistadas en el área.

Este nuevo estudio muestra que estas interacciones podrían generar un impacto negativo a una escala poblacional, ya que una disminución en la supervivencia de las crías podría tener consecuencias sobre el crecimiento poblacional a largo plazo.

El Dr. Mariano Sironi, Director Científico del ICB, concluye diciendo:

“Son numerosos los desafíos de conservación que las ballenas enfrentan debido al cambio climático y otros efectos de la actividad humana. Estos resultados respaldan la necesidad de que el acoso de las gaviotas sea incluido entre las variables que gestores y funcionarios deben considerar para promover el bienestar de las ballenas y un hábitat sano. Continuar mejorando el manejo de los desechos urbanos y pesqueros en tierra y en el mar contribuirá al control del crecimiento de la población de gaviotas cocineras y traerá beneficios sanitarios, económicos, ecológicos y estéticos en la región.”

Fuente: Instituto de Conservación de Ballenas

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