Desde los albatros hasta el huillín -pasando por delfines y ballenas- un recorrido por los animales fueguinos.

Alejandro Valenzuela, biólogo, profesor de conservación de la biodiversidad, docente de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego e investigador del Conicet, realiza una aclaración inicial antes de empezar su recorrido por la diversa fauna nativa fueguina: el terreno, el hábitat donde se desarrollan las especies son determinantes en sus características particulares.

La singularidad de Tierra del Fuego es, además de su clima, su condición de isla. “La gran cantidad de costa que tenemos determina que haya muchos animales asociados al agua. Entre ellos están los que son estrictamente marinos como pueden ser los peces (de gran importancia en términos económicos para la provincia) o la centolla, un tipo de cangrejo que solo se encuentra en esta zona y que es uno de los principales platos de la comida local”, detalla Valenzuela.

Alejandro Valenzuela – Foto de Guadalupe Ocampo

“Estos animales hacen a la base del sostenimiento de otras especies que -si bien son acuáticas- tienen también parte de su vida en la tierra. Un ejemplo son todas las aves marinas, de las cuales existe una enorme diversidad; entre ellas podemos incluir a los albatros, los cormoranes y pingüinos”.

El mar genera y sostiene una gran cantidad de poblaciones de mamíferos. “Hay una gran variedad de ballenas y delfines, sobre todo en la zona austral, por la asociación que tenemos con la Antártida: las corrientes frías generan abundancia de alimentos para este tipo de organismos como es, por ejemplo, la ballena jorobada.”.

Pero aquí no termina la influencia marina. Valenzuela aclara que también hay mamíferos que usualmente están asociados al agua, pero son, en verdad, “semiacuáticos”. Entre ellos están las focas, los lobos marinos y las nutrias. “Tanto estos animales como las grandes aves marinas que mencionaba recién son depredadores tope, entonces con sus hábitos de alimentación regulan las poblaciones de las presas en las que consiste su alimento. Por eso son el equilibrio del ecosistema”.

Ballenas jorobadas – Foto de Joel Reyero

Del equilibrio de los ecosistemas marinos costeros dependerá el éxito de la vida en la tierra.

A pesar de ser terrestres, Valenzuela aclara que muchas aves -por ejemplo los cauquenes– viven en asociación con el mar, ya que son herbívoros y, aunque su dieta consiste principalmente en pastos, también “se alimentan de algas que quedan expuestas en la zona intermareal. Además, suele suceder que, cuando están escapando de los depredadores, se meten al mar como si fueran patos. Lospatos también pertenecen a nuestra fauna autóctona: algunos son voladores y llegan a ser muy grandes, como el pato vapor”:

Pero no todo es costa en esta isla. “La gente suele decir que aquí termina la Cordillera de los Andes… A mí me gusta pensar que aquí es donde empieza”. La columna vertebral del continente tiene su parte más baja en Tierra del Fuego, sin embargo, debido a su clima frío, mantiene las condiciones del alto andino. “Por eso esta es una de las pocas zonas donde podemos encontrar cóndores en la costa marina, donde llegan a alimentarse de ballenas varadas o incluso alguna nutria”.

Estudiando a los huillines (su especialidad), Alejandro ha tenido oportunidad de ver cóndores volando a diez metros de su cabeza, “esperando a ver si me moría”, ríe el científico. “El huillín es una nutria que fue muy utilizada para la industria peletera hasta hace 40 años, cuando la caza fue prohibida. Pero para ese momento su población se había reducido mucho y estas son especies muy susceptibles a todas las actividades humanas. Abandonan su hábitat ante cualquier modificación y esto afecta a su éxito reproductivo”.

De allí, la importancia de que ciertas áreas estratégicas como la zona de Península Mitre sean protegidas con fuerza de ley. “Aunque en la actualidad hay un Decreto que se interesa por Península Mitre, hace más de 20 años que técnicos y especialistas reclamamos a la Legislatura provincial que se sancione una ley”. En diciembre de 2020, Valenzuela trabajó para que se aprobara una ley de protección del huillín, del cual quedan en la actualidad solamente 50 ejemplares.

Foto- Joel Reyero

Con los pies sobre la tierra

El guanaco es una especie exclusivamente terrestre “que logró pasar el Estrecho de Magallanes. Aquí, por ser una isla, no se ven muchas especies que usualmente se encuentran en la Patagonia continental. Además del guanaco que es herbívoro, tenemos también al zorro colorado (carnívoro) que tiene la piel más gruesa y espesa de lo que la misma especie presenta en el resto del país”.

Valenzuela, quien actualmente se encuentra trabajando en un libro sobre mamíferos exóticos introducidos en Argentina, menciona que debido a la introducción de especies exóticas  se generó lo que hoy se conoce como invasiones biológicas”.

Estas invasiones tienen su origen en la época en la que el investigador Charles Darwin visitó la Patagonia y -seguramente impactado por el contraste con la zona ecuatorial que acababa de recorrer- describió a la estepa patagónica como una zona con fauna de muy baja diversidad. Con el tiempo, esta idea se consolidó en el imaginario social y, tanto desde el Estado como algunos individuos, tomaron medidas para “mejorar” la variedad de especies.

Esto ha generado un gran impacto sobre el ecosistema, perjudicando a los ambientes locales. Un ejemplo claro es el castor, que derriba árboles para formar sus madrigueras en forma de diques y aquí -a diferencia de América del Norte- las especies nativas demoran cincuenta o hasta cien años en crecer. Eso impacta directamente en nuestro bosque y por supuesto afecta al guanaco, al huillín, al pájaro carpintero y a todas las especies”.

Profesor de Conservación en la Universidad de Tierra del Fuego, Valenzuela explica con claridad de docente y exactitud científica. Para cerrar este recorrido por la fauna de Tierra del Fuego, invita a una reflexión sobre el vínculo que tenemos con ella los seres humanos. “Creo que la pandemia vino a demostrarnos dos cosas: que ante el encierro lo que más necesitamos fue disfrutar del aire libre y la naturaleza, lo que más queríamos hacer era ir al Parque o caminar por el bosque y, por otro lado, fue ejemplificadora, porque nosotros nos enfermamos debido a un contacto inadecuado con la fauna silvestre”.

“Hay que repensar nuestra relación con la fauna silvestre, tenemos que evitar dañar su hábitat porque eso hace que se metan en el nuestro. Los seres humanos nos vemos afectados por lo que hagamos en los ecosistemas”. Nuestro desarrollo como especie también depende de que la fauna autóctona siga siendo equilibrada y diversa.

Lucía Fernández Hadid
Colonia de cormoranes imperiales – Foto Joel Reyero

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