Cada año una pareja es seleccionada para ocupar el cargo de docente rural con el que se trabaja en La Escuela Provincial N° 38 “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín” de la Base Antártica Conjunta Esperanza. La selección involucra la evaluación de 2 psicólogas que además acompañarán a los docentes antes, durante y después de su aventura en el continente blanco.

El contexto de encierro por el que transitamos desde marzo de 2020 nos trajo a conciencia las dificultades que representa vivir en espacio reducido y con interacciones limitadas. Una situación que es real para la gente que decide iniciar la travesía de pasar 365 días en la Antártida.

Los docentes antárticos, los encargados de darle continuidad a la educación de los y las hijas de quienes trabajan diariamente en el continente blanco, son elegidos por el Ministerio de Educación de Tierra del Fuego, que tiene además la particularidad de un acompañamiento psicológico, a distancia, para contener y acompañar a cada docente.

Existe un equipo interdisciplinario que se ocupa de la selección de los docentes antárticos, el cual recibe además una evaluación psicológica pero que no toman parte en la decisión final. Son dos los cargos que se ocupan para este trabajo actualmente, una psicóloga de Río Grande y otra por Ushuaia.

Erika Suárez y Mirna Lukijanski

Erika Suarez es oriunda de la ciudad de Río Grande y estudió en la Universidad de Buenos Aires. Inició su trabajo en Recursos Humanos, en el área de selección de personal y recientemente estuvo trabajando en Gabinete de Educación.

Mirna Lukijanski es licenciada en psicología nacida en Provincia de Buenos Aires, egresada de la UBA y vive hace 12 años en la ciudad de Ushuaia. Su trabajo también involucró psicodiagnósticos para distintas empresas, y las Fuerzas Armadas. Recientemente se incorporó para el trabajo en Gabinete, y es gracias a esa trayectoria que llega la propuesta para postularse a tomar las horas que habían quedado liberadas.

“Cuando me lo propusieron me gustó la experiencia porque creo que todos venimos un poco aggiornándonos en el trabajo virtual y esto tenía mucho que ver con esto. Gran parte del trabajo se hace de manera virtual” señala Mirna.

El acompañamiento consta, si se quiere, de 3 etapas: antes del viaje, durante su estadía en la Antártida, y al regreso. Existe una etapa previa, que es el trabajo de evaluación que las psicólogas realizan a quienes se candidatean para ocupar el cargo de docentes bicontinentales. El año pasado se presentaron 10 parejas.

¿Qué es lo que evalúan las psicólogas en los postulantes? Lo explica Erika: “por un lado las funciones que van a tener en cuanto a lo laboral. La mujer de la pareja docente ejerce la dirección de la escuela” ejemplifica y señala que ambos tienen que “adaptarse a distintas situaciones”, pero aclara que “es algo que está cambiando porque los requisitos son antiguos. A mí me llamaba la atención un poco, pero bueno, el año pasado se empezó a cuestionar un poco esto” puntualiza desde un enfoque de género.

Y es que, en pleno 2020 que los requisitos incluyan ser una pareja heterosexual de docentes, queda un poco desfasado. “Queda un poco antiguo, y esto se está revisando” aclara Erika.

“Cuando vi todos los requisitos, había como un protocolo todo armado, como se plantea como en roles; ahí en el mismo comité lo plantee y sí lo tomaron como algo que debería cuestionarse” puntualiza y remarca que “lo que se necesita es que sean dos docentes”.

Sobre este aspecto, Mirna agrega que “de hecho no está contemplado una pareja de dos hombres o de dos mujeres, por ejemplo. Me parece que son estructuras que vienen establecidas de mucho tiempo atrás y que recién ahora se están empezando a cuestionar. Yo creo que en la próxima selección va a haber una apertura mayor en cuanto a los requisitos”.

De encierro en encierro

Sin dudas, la particularidad de esta selección de docentes es que el aislamiento por la pandemia del Covid-19 los dejó con algún tipo de experiencia cercana a lo que puede resultar el aislamiento en la Antártida.

Sobre esto, Erika explica que se trata de un componente clave en la evaluación “cómo son el tipo de relaciones interpersonales que tiene cada una de las personas, cómo se adaptan a las situaciones nuevas, a la adversidad porque ahí cambian las situaciones todo el tiempo, además de que tienen mucho trabajo. Hay situaciones inesperadas, cuestiones que tienen que resolver y tiene que tener la capacidad de adaptación. Y el encierro, la oscuridad. Todo lo adverso del contexto en sí”.

Y es que sí, preguntar sobre cómo se transitó la cuarentena de la pandemia era indispensable. “En las entrevistas preguntamos cómo lo habían manejado, porque mucha gente no lo pudo manejar bien, y esto es un antecedente para lo que pueden llegar a vivir en la Antártida donde conviven con las mismas personas durante un año y están mucho tiempo en la oscuridad, encerrados” explicó Erika.

Aceptar ir a la Antártida también es aceptar que no se puede ir y volver a voluntad cuando se requiera. Sobre esto, Mirna remarca que es algo que siempre se menciona en el proceso de selección de las entrevistas: “sucede algo, por ejemplo, un familiar fallece, ellos no pueden volver en cualquier momento. Pueden volver cuando la condición climática y el transporte esté. Ellos ya van con esa idea, si quieren volver no va a ser tan fácil, tienen que esperar que se dé la situación para poder volver”.

Erika profundiza sobre el tema y recuerda que “esa pregunta de ver cómo era la cuarentena me servía como disparador para analizar otras cuestiones. Lo que relataba cada uno, de cómo lo habían vivido, todos lo vieron distinto. Y era según su estructura de personalidad. Y coincidía el modo de cómo habían transitado la pandemia con su estructura de personalidad”.

“Además cómo habían llevado en pareja la pandemia, porque también. Lo que parecía ser una pareja que aparentemente se llevan bien, cuando se encuentran todo el tiempo conviviendo en la Antártida terminaba teniendo algún conflicto, algo que también se vio en la cuarentena. No hay modo de disfrazar lo que uno vivó en ese momento” asegura. 

Mirna opina que “si bien a todos nos afectó, porque cualquier paciente que uno recibe escucha un efecto de esto; es un buen común denominador para pensar cómo cada uno enfrenta situaciones de encierro y complejidad. Realmente es una situación que ninguno lo habíamos pensado o nos habíamos preparado para esto”.

“Estas cuestiones, por más que uno no las comente de buenas a primeras, aparecen en las evaluaciones. Todo el tiempo, entonces cuando hay un indicador que se repite, se repite y se repite es donde vamos a indagar qué está pasando con esta característica que por ahí no menciona, pero sí, está ahí”.

Día a día

La dinámica, sin demasiado detalle por cuestiones de confidencialidad, es flexible. Erika explica que si bien están pautados los sábados para los encuentros “está siempre la posibilidad de cuando ellos necesiten poder llamaros”.

Mirna cuenta que los docentes en la Antártida “tienen un horario muy pautado, con actividades muy estructuradas. Por ahí pautamos el sábado a la tarde pero ese sábado no se pudo porque tienen que responder a otras cosas. Nosotros sabíamos que iba a ser así, que tienen el horario muy pautado desde la mañana a la noche, y con muchas funciones. No tienen demasiado tiempo libre, entonces eso hace que nosotros nos vayamos acomodando un poco a la disponibilidad que ellos tienen. Ni hablar de las cuestiones climáticas, que también nos ha pasado, que se cayó una antena por el viento, y hubo una semana que no nos pudimos comunicar”.

Para Erika es muy diferente al trabajo cotidiano. “No lo llamaría como un trabajo clínico estrictamente. No es espacio demandado, no viene a demanda del docente. Es un espacio ofrecido. No sigue las reglas clásicas del análisis. Es un lugar de contención”.

“No es un espacio terapéutico estrictamente, sino un espacio de acompañamiento, de contención, de escucha. Pero no es claramente lo que se hace en un consultorio cuando un paciente está haciendo una demanda puntual. Es otra cosa porque el rol nuestro es diferente” coincide Mirna, “pensar estrategias, herramientas de solución ante determinadas situaciones. Es como mucho más práctico y no tan individual y subjetivo interno como puede ser un espacio terapéutico” Mirna.

Un aspecto indispensable para garantizar una convivencia amigable en un contexto complejo como el de una base militar en la Antártida que, sin embargo, no deja de ser increíblemente necesario para la vida cotidiana en el continente.

En un lugar donde hay que prever lo indispensable para sobrevivir un año, la salud mental entra en el paquete de básicos. Quizás una enseñanza extra, una propuesta que suma para repensar la cotidianidad de quienes nos quedamos en el continente acerca de qué cosas necesitamos en la diaria para sobrevivir.

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