La conservación de las rutas migratorias es vital para asegurar la preservación de esta especie.
La crisis climática avanza a pasos agigantados y muchos animales son víctimas directas, como es el caso las aves. Su migración funciona como un indicador preciso sobre la salud de los ambientes, ya que las mismas se asientan en entornos saludables.
Las aves, que son vitales para el control de los insectos y la polinización, viajan largas distancias en busca de mejores condiciones para nidificar o alimentarse.
Sin embargo, la crisis avanza y la búsqueda de lugares en donde permanecer se hace más complicada, al igual que la preservación de la especie. Además de los desafíos naturales, como el clima y los depredadores, las aves deben enfrentar las amenazas humanas: el avance agrícola y el turismo descontrolado.
Termómetros naturales
Las ondas interfieren sobre las aves migratorias. Foto: Unsplash.
Según un artículo de Environmental Science, las aves migratorias son consideradas termómetros naturales del estado de los ecosistemas. Su salud refleja directamente la calidad del medio ambiente en el que viven.
Pero esto no es todo, sino que también tienen un rol activo en la conservación del entorno. Al alimentarse de insectos, ayudan a controlar sus poblaciones y evitar plagas. Además, participan de la polinización, facilitando la reproducción de diversas especies de plantas.
Las aves migratorias usan el campo magnético de la Tierra para navegar, pero las ondas de radio utilizadas en la tecnología cotidiana de la humanidad interfieren con esto, según indicó una investigación.
Las ondas de la radio, televisión y radio CB pueden desorientar a las aves migratorias, pero las de las redes móviles no, ya que sus frecuencias son demasiado altas como para perjudicar su sentido de la orientación.
La investigación fue liderada por el profesor Dr. Henrik Mouritsen, de la Universidad de Oldenburg, y el profesor Dr. Peter Hore de la Universidad de Oxford. Juntos combinaron experimentos de comportamiento con cálculos de mecánica cuántica en una supercomputadora para llegar a esta conclusión que terminó de confirmar cómo las ondas de radio producidas por el hombre afectan a las aves.
En 2014, Mouritsen, Hore y sus colegas demostraron que las ondas de radio AM creadas por los humanos, conocidas como electrosmog (contaminación por la excesiva presencia de ondas de radio en el ambiente), perjudican la capacidad de las aves migratorias para utilizar el campo magnético de la Tierra (magnetorrecepción) para orientarse.
En el estudio de aquel entonces, comprobaron que este débil electrosmog, inofensivo para las personas, afecta procesos físicos cuánticos en las células de la retina de las aves migratorias, esenciales para su navegación con el campo magnético terrestre.
Fuente: El País