Especialistas afirman que en la basura hogareña Argentina “hay un 20 a 30% de materiales potencialmente reciclables y un 50% de materiales orgánicos que son compostables”, por lo que advirtieron sobre la falta de educación, del poco compromiso empresarial y de medidas gubernamentales para enfrentar la situación.
Especialistas en la problemática de la basura advirtieron que en Argentina hace falta “muchísima educación” para que la población aprenda a separar en origen los desechos del hogar y llamaron a avanzar en proyectos que permitan mayor trazabilidad de los residuos para fomentar el reciclaje, a la vez que pidieron una legislación que responsabilice a los productores por los materiales que circulan.
“Lo primero que hay que hacer es mirar nuestro tacho de basura en casa, hay que poner el foco en la generación. Hay toda una montaña de basura que generamos en las ciudades principalmente y hay que encontrarle un tratamiento adecuado, que no llega por falta de imaginación en las políticas públicas”, dijo a Télam la periodista Veronica Ocvirk, quien presentó el libro “Desechos, el drama de la basura”, publicado por la Universidad Nacional de Avellaneda.
Mirko Moskat, integrante de la ONG Taller Ecologista que trabaja en un proyecto de basura cero, sostuvo que se trata de “una problemática que no está resuelta a nivel nacional porque los residuos que producimos terminan en su mayor parte en basurales o en rellenos sanitarios, y es muy poco lo que se recupera”.
Según estimó Moskat, en la basura hogareña “hay un 20 a 30% de materiales potencialmente reciclables y un 50% de materiales orgánicos que son compostables”.
“En nuestras casas podemos hacer un montón, separando, compostando, siendo conscientes de lo que compramos o tiramos, pero la responsabilidad está en las empresas y en el Estado en gestionar los residuos“, aseguró Ocvirk, quien consideró que “debería haber muchísima más educación” para enseñar a la población a separar en origen, lo que consideró “una inversión que vale la pena hacer”.
En la actualidad, el Ceamse de la provincia de Buenos Aires recibe 19 mil toneladas de residuos por día para el relleno sanitario, mientras que en Argentina se calcula que hay alrededor de 5.000 basurales a cielo abierto, que funcionan de manera irregular.
“Si no hay separación de origen es muy difícil reciclar y compostar porque los residuos se contaminan unos a otros. En Argentina solo hubo inversión en plantas de tratamiento de residuos, pero que terminan operando con basura mezclada porque no hay separación de origen que avance a la par”, afirmó Moskat.
El Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) revelaron este año que el mundo genera 2.000 millones de toneladas de desechos sólidos urbanos cada año, el 45% de los cuales no se gestiona adecuadamente.
Cada minuto se arroja al océano el equivalente a un camión de basura lleno de plástico y los productos químicos envenenan el agua, el aire y el suelo, a la vez que los residuos explican el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
En su último informe, el Pnuma consideró que los países pueden reducir la contaminación por plásticos en un 80% de aquí a 2040 utilizando las tecnologías existentes y realizando cambios políticos, por lo que se trabaja en una nueva legislación a nivel mundial que prohíba los plásticos de un solo uso, entre otras medidas.
“Hoy vemos que los productos son un plástico pegado con otro plástico, es una exageración. Hay una falta enorme de esfuerzo por parte de las compañías sobre cómo envasan sus productos y lo que producen, a la vez que falta responsabilidad a la hora de gestionar esos residuos“, aseveró Ocvirk.
En la misma línea Moskat dijo que “las grandes empresas no se hacen responsables por los residuos de sus productos porque no hemos logrado en estos últimos años aprobar leyes nacionales de responsabilidad extendida del productor”.
Este año volvió a presentarse en el Congreso Nacional un proyecto de ley de envases con inclusión social que impulsa el Poder Ejecutivo para facilitar su gestión en todo el territorio, reducir su impacto sobre el ambiente y la salud y promover la responsabilidad de los productores.
La norma procura incorporar los costos ambientales de los envases a lo largo de su ciclo de vida: extracción de materiales, producción, distribución, consumo y desecho.
“En definitiva, no solo tenemos que gestionar los residuos que se producen sino también cuestionar qué residuos estamos produciendo. Algunas de estas leyes pueden incluir orientaciones sobre cómo cambiar los diseños de los productos para que sean mejores ambientalmente”, indicó Moskat.
Por último, los especialistas insistieron en que deben llevarse a cabo proyectos de separación en origen que ayuden con la “trazabilidad” de los residuos, para que cada consumidor se sienta responsable de sus desechos.
“Hay que avanzar en estrategias de separación en tres fracciones: orgánicos, reciclables y no recuperables. Debe hacerse con un canastos en altura frente a la vivienda, donde cada fracción se recolecte un día distinto.
Al depositar los residuos en un lugar frente a la vivienda, de algún modo la persona se hace más responsable por los residuos que produce”, afirmó Moskat.
Fuente: Agencia Télam