Una gran capa de hielo en la Antártida Oriental que se creía estable muestra signos preocupantes. Su volumen de hielo es tan grande como para elevar el nivel del mar en 3 metros si llegara a colapsar. Su superficie es comparable a media Patagonia.

Un reciente estudio revela que una gigantesca capa de hielo que se creía estable podría estar mucho más cerca del deshielo de lo que se pensaba. La cuenca subglacial de Wilkes, una capa de hielo del tamaño de algo más del tamaño de la Patagonia en la Antártida Oriental que contiene suficiente hielo para elevar el nivel del mar en 3 metros, podría estar a punto de descongelarse en su base, tal como lo señala Live Science.

El descubrimiento fue realizado por científicos que utilizaron radares de aviones que sobrevolaban la capa para observar el hielo que hay debajo. El informe fue publicado el pasado 19 de enero en Geophysical Research Letters, y fue comandado por Eliza J. Dawson del departamento de Geofísica, de la Universidad de Stanford. Allí se indica que si se siguen acumulando pequeños aumentos de temperatura bajo la capa, el borde frontal podría desprenderse y colapsar.

Dawson, estudiante de doctorado en geofísica, indicó que “no ha habido muchos análisis en esta región: hay un enorme volumen de hielo allí, pero se ha mantenido relativamente estable. Estamos observando por primera vez la temperatura en la base de la capa de hielo y lo cerca que está potencialmente de fundirse“. Durante mucho tiempo, los científicos han dado por sentado que el hielo de la Antártida Oriental es relativamente estable y se han centrado en el estudio de los glaciares de la Antártida Occidental.

El forzamiento climático

En el resumen del estudio se indica que la Tierra de Adelia-George V en la Antártida Oriental, que abarca la vasta cuenca subglacial de Wilkes, tiene una configuración que podría ser propensa a la inestabilidad de la capa de hielo. La pendiente retrógrada del lecho de la cuenca podría hacer que sus glaciares marinos de terminación fueran vulnerables a la intrusión de agua de mar más caliente y al retroceso irreversible bajo el forzamiento climático previsto.

Cuenca de Wilkes
La cuenca subglacial de Wilkes se encuentra en la Antártida Oriental sobre el mar de Ross. Imagen: Universidad de París.

Sin embargo, las proyecciones futuras son inciertas, debido en parte a las limitadas observaciones subglaciares cerca de la zona de encallamiento. En el trabajo se desarrolló un novedoso método estadístico para caracterizar las condiciones subglaciares a partir de observaciones de sondeos de radar. El método revela la existencia de un lecho congelado y descongelado entremezclado en un radio de 100 kilómetros de la zona de encalladura, cerca de la desembocadura de la cuenca subglacial de Wilkes, y permite comparaciones con los estados térmicos inferidos por modelos de la capa de hielo.

Los signos de condiciones entremezcladas o casi descongeladas plantean la posibilidad de que los cambios en el estado térmico basal puedan afectar a la estabilidad de la Tierra de Adelia-George V, añadiéndose a la configuración topográfica potencialmente vulnerable de la región y a la sensibilidad al retroceso de la línea de encalladura impulsado por el forzamiento oceánico. Para el trabajo se utilizaron datos de sondeos de radar con el fin de clasificar el estado térmico basal de las capas de hielo.

Agua líquida en su base

Según consigna Live Science, investigaciones recientes han sugerido que la capa de hielo de la Antártida Oriental, de 27 millones de kilómetros cuadrados, sufrió un importante deshielo y retroceso durante anteriores periodos de calentamiento, lo que plantea la posibilidad de que el gigante dormido pueda despertar de nuevo. Si el agua más cálida del océano llega allí, podría movilizar a todo un sector de la Antártida en el que normalmente no se lo pensaba como contribuyente al aumento del nivel del mar.

Trabajo Wilkes
Detalles del trabajo realizado en la Cuenca de Wilkes, como se utilizaron radares montados en aviones, y datos obtenidos.

Los investigadores ahora trabajaron con aviones que sobrevolaron la capa de hielo, y los radares ubicados en los aviones son los que aportaron datos sobre la composición, densidad y profundidad. Como el agua es más reflectante que el lecho rocoso, las ondas de radio disparadas a los lechos descongelados bajo las capas de hielo se reflejan más que las que han permanecido congeladas.

Luego de analizar esta gran cantidad de información, se pudo componerlas en un mapa del deshielo subglacial a lo largo de miles de kilómetros de la costa meridional de la cuenca. Fue allí cuando descubrieron que bajo la capa de hielo había grandes extensiones de suelo descongelado mezclado con suelo congelado, pero la mayor parte de la zona no podía definirse como una u otra cosa. Esto podría significar que la mayor parte del suelo bajo la capa de hielo ya está semideshelado, lo que podría acercarlo a un punto de inflexión si aumentan las temperaturas en la base de la capa de hielo.

Fuente: Meteored

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