El bullying es un anglicismo que no forma parte el diccionario de la Real Academia Española, pero cuya utilización es cada vez más habitual en nuestro idoma.
El concepto está ligado al acoso escolar y a toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entre escolares, de forma reiterada y a lo largo del tiempo.
BULLYING SIN FRONTERAS es una ONG Internacional contra el Bullying y el Ciberbullying y son los creadores del “Dos de Mayo. Día Mundial Contra el Bullying o Acoso Escolar” (UNESCO: 02/05/2013). Fundada el Dos de Mayo de 2007 por el Doctor Javier Miglino y su equipo multidisciplinario internacional, tiene oficinas en Estados Unidos, Argentina, México, España, Chile, Ecuador. Actualmente es fuente de consulta de Universidades y medios en 50 países.
“Desde el año 2013, junto al equipo interdisciplinario de Bullying Sin Fronteras, conformado por médicos, psiquiatras, psicólogos, psicopedagogos, educadores, abogados, periodistas y padres de chicos que han padecido bullying, hacemos el Informe Nacional de Bullying en nuestro país y permanentemente las cifras crecen. Es preocupante porque a la vez que tenemos más casos denunciados, también pudimos establecer que hay más violencia en los chicos. Ya no solo se padece bullying por el mayor rendimiento escolar o atributos físicos sino directamente la belleza en particular de las chicas las ha hecho foco de golpes, amenazas y burlas, y los viajes a Bariloche que antes eran momentos de esparcimiento y alegría con vistas a la finalización de los estudios, cada vez se parecen más a las “novatadas universitarias” que se practican desde hace años con resultados violentos en universidades de los Estados Unidos de parte de estudiantes avanzados sobre los recién llegados”, expresa el Dr. Javier Miglino.
En Argentina, los casos de bullying se multiplican: las nuevas tecnologías han brindado a los acosadores mayores -y lamentablemente, mejores- herramientas para ejercer sobre otro su poder de intimidación.
Cuando hablamos de acoso, normalmente ponemos el foco en la víctima, con total lógica, ya que es quien debe ser asistido y contenido, pero muchas veces es el que termina pagando las consecuencias por acciones que no son suyas y que ni siquiera eligió.
Pero, ¿por qué un chico se transforma en un agresor de sus compañeros?
Para Trixia Valle, miembro de la Academia Mexicana de la Comunicación, experta en bullying y autora del libro “¡Ya no quiero ir a la escuela!”, existen tres razones principales por las que un niño genera acoso escolar:
- Falta de límites en casa. Aquellos niños a los que todo se les justifica y no conocen consecuencias sobre las faltas que cometen, son propensos a causar bullying porque tienen la idea de que todo vale, que pueden hacer lo que sea y no habrá reprimendas.
- De bulleado a bully. Son niños que en algún momento padecieron de esta situación, y que con un cambio (de ciclo escolar por ejemplo) deciden que no “les va a volver a pasar”, por lo que deciden tomar “el control” y ejercer la violencia para evitar que les suceda a ellos nuevamente.
- Sufre violencia intrafamiliar. Aunque los niños que la padecen comúnmente se vuelven aislados, inseguros y son quienes sufren el bullying, también puede pasar que desquiten todo el enojo que traen de casa con sus compañeros.
Julián* va a primer año ESO, y cada día ir a la escuela se transforma en una pesadilla: “primero eran boludeces (sic), me tiraban papelitos con la birome, me asustaban en los pasillos, pero después se puso peor. Yo no sé si es porque nunca me defendí o qué, pero se fueron animando y cada vez me hacen cosas peores”.
La mamá de Julián, entre enojada y angustiada cuenta que “fui mil veces a la escuela, se habla con los profesores, con los directivos, pero el tema se minimiza. Te dicen que son cosas de chicos, que ya van a madurar, pero mientras tanto mi hijo la pasa mal. Encima de cada vez que voy a la escuela se pone peor, lo gastan con que lo tiene que ir a defender la mamá y parece que en vez de ayudarlo lo complico”.
Normalmente, el agresor tiene un comportamiento provocador y de intimidación permanente. Posee un modelo agresivo en la resolución de conflictos, presenta dificultad para ponerse en el lugar del otro, vive una relación familiar poco afectiva, y tiene muy poca empatía. Según los expertos criminalistas y psicólogos, un niño puede ser autor de bullying cuando solo espera y quiere que hagan siempre su voluntad, cuando le gusta probar la sensación de poder, cuando no se siente bien o no disfruta con otros niños.
El bullying escolar se lleva a cabo cuando el agresor sufre intimidaciones o algún tipo de abuso en casa, en la escuela o en la familia, o cuando es frecuentemente humillado por los adultos, o cuando vive bajo constante presión para que tenga éxito en sus actividades. Los agresores ejercen su acción contra su víctima de diversas formas: golpean, molestan, provocan, acosan con empujones y golpes, nombran de una forma desagradable o despectiva, generan rumores, mentiras, aíslan del grupo, ofenden y anulan.
“Hay quienes piensan que detrás de un alumno acosador hay una familia acosadora, pero no siempre es así. A veces te llevas auténticas sorpresas”, afirma Luis de la Herrán, psicólogo especializado en temas relacionados con la infancia.
“Para que un niño se convierta en acosador se tienen que dar muchos factores, y aunque el estilo parental es uno de ellos, no explica al 100% que un niño sea agresivo con otro”. Según sus estudios, entre los otros factores que pueden convertir a un niño en acosador están los siguientes:
– La incapacidad para empatizar con los demás;
– El déficit de habilidades sociales para resolver problemas;
– El momento evolutivo en el que se encuentre.
Saber que un niño está agrediendo a otro no es fácil. “Normalmente nadie lo sabe porque ni el agresor ni la víctima lo cuentan”, asegura el experto, “pero después están los compañeros, los espectadores, que pueden ser los que pueden tener una buena visión de lo que está pasando y dar la voz de alarma”. En general, hay que tener en cuenta ciertos detalles, como el hecho de que haga atribuciones externas y refiera que son los otros los que le han hecho daño, son los otros los responsables del malestar que tengo yo, son los demás los que deben recibir un castigo, hay que prestar atención cuando tiene habitualmente un lenguaje ofensivo y suela utilizar palabras despectivas, así como cuando no empatiza con los demás. “Esto es importante, el tema de que les cueste ponerse en el lugar del otro, la dificultad para diferenciar entre una paleta amplia de emociones”.
Los padres no suelen ser los primeros en darse cuenta del problema. “Es normal, quieren mucho a su hijo y les resulta difícil. Por ello les deben llegar los mensajes por otras vías y ellos deben darse cuenta de que puede haber ciertas situaciones que a ellos pueden parecerles no muy graves, pero que están haciendo daño a otros, por eso es tan importante la capacidad de empatizar”. Sin embargo, la negación de los padres sobre la existencia del problema no significa que ellos sean agresores, “aunque -matiza Luis de la Herrán- sí existen padres inhibicionistas que no se dan cuenta de que deben implicarse más en el comportamiento y la educación de sus hijos”**
Escribe, eso hace Julián para evadir todo lo que le pasa, y es un gran escritor. Le pido permiso para publicar unas líneas y me lo permite bajo la promesa de que nunca diga su nombre.
Estoy solo en un agujero oscuro
Es profundo
Yo no salgo, no me atrevo
Me duele
El corazón Y las piernas
Sueño que corro rápido
Me despierto y no transpiro
Lloro
Quiero ser
*Se cambió el nombre para protejan la identidad de la víctima.
**En la revista especializada Vida Solidaria
María Fernanda Rossi