En el marco del Día Mundial de las Aves Playeras que se celebra cada 6 de septiembre, Diego Luna Quevedo –Especialista en Política y Gobernanza de Manomet Conservation Sciences– comparte una mirada panorámica sobre la situación de este grupo de aves en Chile y nos invita a la acción, para así renovar la esperanza en recuperar y conservar a este grupo de aves.
No todas las aves que están en la playa son aves playeras, y no todas las aves playeras están en la playa. Parece un juego de palabras, pero no lo es, ya que habitan una amplia variedad de ambientes. En Chile, se distribuyen en hábitats costeros como playas arenosas, playas rocosas, dunas, planicies, lagunas y desembocaduras de ríos. Así como también, en humedales interiores mediterráneos y patagónicos; en pastizales y llanuras —principalmente en la zona austral del país—, y en ambientes altoandinos como vegas, salares y bofedales.
Se trata de un grupo diverso de aves del orden Charadriiformes, que incluye principalmente a chorlos, becacinas, playeros, pitotoys, pilpilenes, perdicitas, pollitos de mar y zarapitos. Existen 217 especies de aves playeras en el mundo, de las cuales 82 habitan en el continente americano. En Chile se registran de manera regular 49 especies, de las cuales 25 nidifican en el país, 23 son migratorias neárticas y 1 reproductora de territorio antártico. Además, se tiene registro de 13 especies errantes y 1 especie extinta: Numenius borealis.
Algunas especies de aves playeras desarrollan las migraciones más grandes del mundo animal. Por ejemplo, el playero ártico (Calidris canutus) vuela cada año desde sus zonas de reproducción en el Ártico canadiense hasta el Santuario de la Naturaleza Bahía Lomas (Comuna de Primavera) en viajes de al menos 30.000 km entre ida y vuelta. Para afrontar sus grandes migraciones estas aves han desarrollado complejos mecanismos fisiológicos, ajustando sus cuerpos a las exigencias de vuelos extensos. Por ejemplo, aumentan masa corporal por acumulación de sustancias de reserva y desarrollo de sus músculos pectorales, corazón y riñones y reducen órganos que le generan peso innecesario durante el vuelo, por ejemplo, aquellos asociados con la alimentación. Disminuyen también músculos de las patas usados para forrajeo y órganos como estómago, intestino e hígado, que prácticamente no usan durante los vuelos. Son verdaderas maravillas de la naturaleza.
Las aves playeras están disminuyendo en una tasa mayor y a un ritmo más acelerado que otros grupos de aves alrededor del mundo. Algunas características generales que vuelven a estas aves susceptibles de extinción son su baja frecuencia de reproducción con tamaños pequeños de nidada y una corta temporada reproductiva, su condición gregaria durante la época no reproductiva, los elevados requerimientos energéticos asociados a sus migraciones y la competencia con actividades humanas en sitios clave de alta productividad. Estas especies dependen de una red de sitios que son críticos para sus ciclos de vida, que incluyen áreas de reproducción, de invernada y de descanso durante y entre migraciones, siendo un grupo particularmente vulnerable a disturbios naturales y antropogénicos que causan pérdida y degradación de los hábitats de los que dependen.
En Chile las aves playeras han sido definidas como un sub-objeto de conservación de la Estrategia Nacional de Conservación de Aves de Chile- ENCA y con ese marco, hace un año se puso en marcha el Plan Acción Nacional para la Conservación de Aves Playeras, que se encuentra en fase inicial de implementación.
En el proceso de elaboración del Plan se identificaron doce amenazas principales que afectan a estas aves en el país, entre ellas; el tránsito de vehículos en playas, dunas y humedales; y la generación, transmisión y distribución de energía.
Fuente: Ladera Sur