Ingenieros, técnicos y efectivos de las Fuerzas Armadas completaron la instalación de la cúpula automatizada del Observatorio Robótico Antártico Argentino en la Base Belgrano II, la más austral de las bases antárticas argentinas, donde se aprovechará la noche polar para estudiar exoplanetas y otros cuerpos celestes, que son de difícil acceso desde otras latitudes.

El Observatorio tendrá un telescopio automatizado tipo Ritchtey-Chretien, apto para funcionar en las extremas condiciones climáticas del lugar; este instrumento estará albergado en la cúpula giratoria construida en fibra de vidrio con matriz de poliéster asentada sobre una base elevada de hierro galvanizado.

El montaje de la estructura fue llevado adelante con la colaboración de los técnicos, la dotación de la base y la tripulación del Rompehielos “Almirante Irízar”, que, en conjunto, lograron cumplir con casi la totalidad de los objetivos a pesar de los pocos días disponibles en el lugar, que fueron compensados por jornadas de trabajo de más de 18 horas.

Durante este invierno se ensayará el funcionamiento de la cúpula para determinar si soporta el clima extremo del lugar, y si pasa esta prueba se procederá a instalar el telescopio y los instrumentos.

El Instituto Antártico Argentino señaló a través de sus redes sociales que, aunque este sistema será emplazado a unos 1.300 kilómetros del polo sur geográfico, será operado remotamente desde Buenos Aires.

El proyecto está liderado por el investigador del Conicet Mario Melita, que centra sus investigaciones en astrofísica planetaria y desarrollo tecnológico en astronomía antártica. Los organismos que lo llevan adelante son el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE, Conicet-UBA), el Instituto Antártico Argentino (IAA) y la Universidad Nacional de Hurlingham (Unahur).

Al edificio lo diseñaron los ingenieros mecánicos Javier Martín Abad y Andrés Millanovich de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA). En el proyecto también participan Alejo Abdud, los técnicos Omar Areso, del IAFE, Héctor Ochoa, del IAA, y la doctora Adriana Gulisano, del IAA y el IAFE.

El doctor en física e investigador del IAFE, Mario Melita, afirmó a Télam: “De acuerdo a la comunicación que pudimos tener con el equipo que viajó para montar la cúpula, los trabajos previstos se pudieron completar en cerca de un noventa por ciento y la dotación de la base va a terminar las tareas pendientes para poder comenzar los ensayos”.

“Estaba previsto que viaje un equipo de cinco personas compuesto por los ingenieros Abad y Millanovich junto a tres integrantes del Instituto Antártico Argentino que iban a pasar todo el año en Belgrano II para avanzar con el programa de ensayos, pero, a pesar de una estricta cuarentena, dos de esos tres técnicos dieron positivo a Covid-19 y no pudieron viajar, por lo que el que quedó va a tener que cumplir con las tareas de los tres”, indicó.

El investigador contó que “el rompehielos llegó el jueves a Belgrano II y el equipo estuvo hasta el lunes trabajando en el montaje de la cúpula, tiempo que alcanzó para descargar a través de los helicópteros del Irízar todos los materiales y montar la estructura sobre la base que se había construido el verano pasado”.

“Se hizo todo lo que se pudo en el tiempo disponible dadas las condiciones de la Antártida; quedaron algunas tareas pendientes como el cableado entre el edificio de la base y el observatorio, la instalación del burlete en el sistema que permite que la cúpula gire y del piso de telgopor y fenólico en la plataforma; son todas tareas que va a llevar adelante la dotación permanente de la base y que son importantes para poder comenzar a ensayar el funcionamiento del sistema”, añadió.

Melita indicó que “las ubicaciones polares tienen ventajas importantes para la astronomía. En la Antártida hay regiones donde el régimen climático es de los más estables en el planeta, con muy poco viento, las bajas temperaturas disminuyen el ‘ruido’ en los detectores y de acuerdo a la latitud en la que nos paremos podemos disponer de seis meses de día y seis meses de noche”.

EL ROMPEHIELOS

El científico consideró “muy valiosas” todas esas condiciones para “estudiar un fenómeno astronómico como estrellas binarias o exoplanetas porque se pueden conseguir datos constantes durante un largo período de tiempo y no observaciones de ocho horas al día como se puede hacer desde posiciones más al norte”.

Y sostuvo: “Este proyecto aprovecha la disponibilidad logística de Argentina para operar desde la base antártica Belgrano II, que está ubicada a apenas 17 grados del Polo Sur, desde donde se puede monitorear la región del espacio visible con mucha regularidad, algo que para los observatorios ubicados más al norte es más complejo, porque sus latitudes le dan menos tiempo de acceso”.

La Base Belgrano II está ubicada en el Nunatak Bertrab, en bahía de Vahsel sobre la costa Confín en la Tierra de Cotas a unos 1.300 kilómetros del Polo Sur y a cerca de 5.000 de la Ciudad de Buenos Aires y a nivel internacional es la más austral asentada sobre tierra firme.

La región se caracteriza por tener cuatro meses de noche polar y cuatro meses de día, en la que las temperaturas pueden alcanzar decenas de grados bajo cero con vientos de hasta 200 kilómetros por hora.

Fuente: Agencia Télam

Deja tu comentario