Se trata de un antiguo pariente de los actuales tuátaras de Nueva Zelanda. Paleontólogos del CONICET protagonizaron el descubrimiento y la descripción del fósil.
Los tuátaras (Sphenodon), un género de reptiles lepidosaurios que solo se encuentran en Nueva Zelanda, son en la actualidad los únicos representantes del orden de los esfenodontes: un grupo de animales que desde inicios de la Era Mesozoica -hace unos 240 millones de años (Ma)-, cuando el mundo aún estaba conformado por un único supercontinente (Pangea), se distribuyeron por todas las regiones del planeta y dieron lugar a numerosos linajes.
Aunque los registros fósiles de estos reptiles (también conocidos como rincocéfalos), que evolucionaron a la sombra de los dinosaurios, son abundantes, el número tiende a disminuir al adentrarse en el período Cretácico (iniciado hace unos 145 Ma y culminado hace alrededor de 65 Ma). Esto se debe a que habrían sido desplazados por la importante expansión que tuvieron en aquellos años otros reptiles escamados, como los lagartos y las serpientes. Sin embargo, en el hemisferio sur, como el desenvolvimiento de los escamados no tuvo tanta fuerza, los esfenodontes siguieron teniendo una presencia diversa hasta fines del Cretácico.
Tras la caída del meteorito que llevó a la desaparición de tres cuartas partes de las especies existentes y marcó el inicio de la Era Cenozoica (hace unos 65 Ma), al igual que ocurrió con los dinosaurios, la mayoría de los esfenodontes se extinguieron. Por tal motivo, la actual presencia en Nueza Zelanda de representantes de un grupo de reptiles tan antiguo es considerada un misterio.
El reciente descubrimiento en la Provincia de Río Negro de restos de un ancestro cercano de los tuátaras que vivió hace 95 Ma, el más antiguo para del hemisferio austral del que se tenga registro, permite arrojar un poco de luz sobre la historia evolutiva del Sphenodon. El hallazgo, publicado en la revista argentina Ameghiniana, fue protagonizado por tres científicos del CONICET: Sebastián Apesteguía, Fernando Garberoglio y Raúl Gómez.
Los restos del cráneo y otras partes del esqueleto de la nueva especie, bautizada como Tika giacchinoi, fueron hallados en los niveles superiores de la Formación Candeleros, más específicamente en el Área Paleontológica de La Buitrera. El material estudiado permitió a los investigadores inferir que Tika giacchinoi tenía un cráneo de unos 4 centímetros y un cuerpo de entre 25 y 30 centímetros de largo.
Tika: el más antiguo esfenodontino del hemisferio sur
Aunque en la Patagonia se han encontrado varios esqueletos de rincocéfalos de fines del Cretácico (algunos, incluso, de enormes esfenodontes herbívoros) la mayoría no son esfenodontinos, grupo carnívoro de esfenodontes al que pertenecen los tuátaras. Hasta ahora, el único registro que había de un esfenodontino del Cretácico del hemisferio sur era un maxilar aislado de 70 millones de años, descubierto en Río Negro. Por otro lado, en Australia se han descubierto restos de un esfenodontino mucho más joven (correspondiente a la Época del Mioceno), de aproximadamente unos 30 Ma.
En contraste con lo que ocurre en los continentes del sur, en los del norte, aunque hay registros fósiles de esfenodontes del Período Triásico (250 Ma a 201 Ma), y de esfenodontinos del Jurásico (201 Ma a 145 Ma), no se han encontrado restos de ningún rincocéfalo de una etapa posterior al Cretácico Inferior (145 Ma a 100 Ma).
“Lo esfenodontinos son un grupo muy antiguo, pero lo que siempre se pensó es que habían llegado a Nueza Zelanda desde el norte, usando el continente sudamericano simplemente como puente. Este descubrimiento nos permite confirmar que la presencia del grupo en el hemisferio austral es mucho más antigua de lo que se suponía hasta ahora -tiene, por lo menos, 95 millones de años-y que, al igual que los grandes esfenodontes herbívoros hallados en Patagonia, los esfenodontinos eran parte característica de la fauna de vertebrados de los continentes meridionales”, afirma Sebastián Apesteguía, director del Área de Paleontología de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.
De acuerdo con los investigadores, el actual hallazgo confirma la hipótesis de que los esfenodontinos hacia fines del Cretácico y comienzos de la Era Cenozoica se habrían distribuido en la zona circundante al continente antártico. “Hay que tener en cuenta que hasta fines de la época de los dinosaurios, Nueva Zelanda se hallaba aun ligada a Australia y la Antártida”, destaca Apesteguía.
Esta distribución indicaría que este grupo de esfenodontes se adaptaban bien el frio, tal como ocurre con los tuátaras actuales. “Siempre llamó la atención que los tuátaras pudieran resistir y mantenerse activos a temperaturas muy bajas, porque es algo inusual para la mayoría de los reptiles. Pero el hecho de que se hayan encontrado fósiles de esfenodontinos en Australia y Patagonia es un indicativo de que estos animales debían tener alguna adaptación que les permitía moverse en el frío y así distribuirse en ambientes que otros grupos de reptiles no hubiesen tolerado”, señala el paleontólogo.
Los materiales fósiles originales de Tika giacchinoi se hallan depositados en el Museo Carlos Ameghino de la ciudad de Cipolletti (Río Negro).
Por Miguel Faigón para CONICET