A 150 años del nacimiento de Rosa Luxemburgo, en esta nota, celebramos el cumpleaños de una de las pensadoras y militantes más importantes en nuestras luchas. A tres días del Paro Internacional de mujeres, lesbianxs, trans, travas, no binaries, intersex y bisexuales, conmemoramos a la Rosa, que vuelve a nacer cada día en los territorios en resistencia. 

“Un mundo de lamentos femeninos espera la liberación. Aquí gime la mujer del pequeño campesino que se quiebra bajo el lastre de la vida. Allá en el África alemana, en el desierto de Kalahari, se destiñen al sol los huesos de las indefensas mujeres herero, arrastradas por la soldadesca alemana a una muerte terrible de hambre y de sed. Al otro lado del océano, en los altos peñascos del Putumayo, se extinguen, ignorados por el mundo, los gritos de muerte de las mujeres indígenas, martirizadas en las plantaciones de caucho de los capitalistas internacionales. Proletarias, las más pobres entre los pobres, las que tienen menos derechos entre los sin derechos, corred a la lucha por la liberación del género femenino y del género humano de los horrores de la dominación capitalista.
La socialdemocracia les ha reservado el sitio de honor. ¡Corran al frente, a las trincheras!”.

Luxemburg, 1914.

Dice Drucilla Cornell -en su artículo Rosa Luxemburg, Feminista Socialista– que, si existe un hilo conductor que recorre toda la obra y el quehacer de la teórica marxista es, sin duda, su rechazo a toda forma de dominación de una persona sobre otra. Para esta autora, Rosa practicaba un “feminismo ético”, porque “luchó contra todas aquellas estructuras que dividían a las personas entre seres de primera y segunda clase; también contra la dominación por parte de una élite del partido”. Cornell explica que la crítica mordaz al feminismo burgués no fue una crítica al feminismo en sí, sino más bien una denuncia de Rosa a los privilegios de las mujeres burguesas en los centros capitalistas, poniendo en el centro del análisis a la clase y a la raza. Una lectura interseccional, a principios de siglo, en la boca y el corazón de esta maestra hacedora. 


“Luxemburgo no vivió lo suficiente para conocer las luchas de las personas LGTBIQ+, pero parece obvio que no hubiera dudado nunca de la humanidad de una persona por vivir o amar de forma diferente. Su idea de una nueva práctica de la humanidad se adelantó, con mucho, a su tiempo”, afirma la filósofa estadounidense.


A un siglo y medio de su nacimiento, y a tres días de un nuevo Paro general de mujeres, lesbianxs, trans, travestis, no binaries, intersex y bisexuales, aprovechamos para volver sobre su pensamiento. En esta nota, la traemos a la memoria y reivindicamos a la Rosa que vuelve a nacer en cada territorio y en la potencia de los feminismos. 

“La idea del socialismo en Luxemburgo requiere una transformación permanente de todxs nosotrxs: pasar del ser ego-céntrico capitalista a personas que conviven de forma respetuosa y practican lo que yo llamo, inspirándome en la filósofa Dufourmantelle, ´el poder de la dulzura´. Para Dufourmantelle, la dulzura no es un constructo filosófico ni una relación sociológica, sino un concepto que hace posible imaginar otra forma de relación entre personas y entre personas y otros seres”, escribe Cornell.

Desde la Fundación Rosa Luxemburgo, invitan a distintas propuestas para conmemorar el siglo y medio de la militante, focalizándose en la significatividad de su memoria en las luchas presentes, especialmente aquellas que se permiten cuestionarlo todo para construir verdaderas revoluciones. Visitando sus redes, encontrarán una diversidad de propuestas para celebrar a la Rosa. 


Ana María Vásquez Duplat, coordinadora de proyectos en la Fundación, afirma en diálogo con La tinta: “La Rosa que celebramos es la que nos invita a radicalizar nuestras prácticas, a la maestra en el arte del pensar y del quehacer político, que siempre miró más allá de las fronteras para develarnos que colonialidad, patriarcado y capitalismo son las escaras poderosas de la dominación. A la Rosa Luxemburgo que dibujó horizontes de futuro y que, 100 años después de su brutal asesinato, continúa más vigente que nunca”.


Raya Dunayevskaya, autora de “Rosa Luxemburgo, la liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución”, cuenta que, cuando Luxemburgo llegó a Alemania en 1898, y pese a que ya era la directora del periódico socialdemócrata, tuvo que enfrentarse al hecho de que los miembros varones no estaban dispuestos a otorgarle las mismas facultades que a su predecesor varón. Sus quejas a Bebel -por entonces su amigo- no sirvieron para mejorar la situación y, a los pocos meses, Rosa renunció. ¿Algo nuevo bajo el sol? No, nada nuevo bajo el sol.

Así como hizo Rosa, en La tinta, tomamos fuerza de las derrotas transitorias. Sabemos que “sin libertad de prensa, sin libertad de expresión y reunión, sin la lucha libre de opiniones, la vida en todas las instituciones públicas se extingue, se convierte en una caricatura de sí misma en la que sólo queda la burocracia como elemento activo”, como ella decía.

Mirándonos en los espejos que construyeron compañeres mucho antes que nosotres, y desde este lado de la historia, apostamos por un periodismo que dé cuenta de las realidades de los distintos territorios en lucha y en resistencia, y que debata los sentidos que -muchas veces- se estancan en la corrección política, perdiendo el dinamismo que toda realidad supone. El desafío es narrar los diversos mundos desde un conocimiento situado, poniendo en juego nuestras voces, también diversas, en el ejercicio de visibilizar las luchas antipatriarcales, la organización popular y las resistencias territoriales, locales y de otras latitudes, y la complejidad que traen. De esto se trata celebrar hoy el natalicio de la pensadora polaca.

La violencia y el despojo son procesos permanentes y fundantes del sistema capitalista, colonial y patriarcal. Como Rosa, en La tinta, creemos en la importancia de pararnos en la periferia para intentar ver más allá del orden de lo visible, reafirmado por los feminismos y también junto a Rosa, sabiendo de la importancia de atravesar nuestras acciones con lo pensado, pero también fuertemente con lo sentido.

Fuente: La tinta
Imagen de portada: A/D.

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