De Alejandro Pinto

El motivo de este concurso fue justamente su ausencia. Como escritor sentía la necesidad de su presencia, de su creación. Es muy importante el incentivo que producen este tipo de actividades para los hacedores de las letras, o para el surgimiento de nuevas y nuevos escritores.

Hace algunos meses conocí a Evangelina Morán, de Ushuaia, que me presentó el proyecto familiar de Rulo Educa TDF, que lleva a cabo con sus hijos Ignacio y Catalina. Le propuse la idea del concurso y de inmediato nos pusimos en marcha para su concreción. La organización llevó un arduo trabajo, como así también la adquisición de los premios. Poco a poco la idea fue cristalizándose y tomando forma.

Nos pusimos en contacto con distintos artistas y escritores de nuestra provincia para solicitar su apoyo, y quienes no dudaron un segundo en sumarse. Así se conformó un Comité de Lectura (Alberto Alem, Priscilla Vallone y Alejandro Pinto) para la preselección de los textos, y un Cuerpo de jurados (Florencia Lobo, Nicolás Romano y Federico Rodríguez) para la decisión final.

Así entonces nació este concurso denominado “Una carta inolvidable”. La temática surgió, además por el contexto pandémico que atravesamos, también para flexibilizar la participación de los concursantes, teniendo en cuenta que no hay que ser “escritor” para redactar una carta. Se dividió en tres categorías, permitiendo la participación de un amplio campo etario: de 9 a 14 años (Estrella de Mar), de 15 a 17 años (Guanaco en la Loma), y mayores de 18 (Amanecer de Fuego).

Llegó el día, se abrió el concurso, y una a una se fueron recibiendo las cartas. En dos meses ingresaron treinta cartas. Ya las teníamos con nosotros, ahora solo hacía falta leerlas. No faltaron las lágrimas en el Cuerpo de jurados por la conmoción que produjo la lectura.

La decisión final fue una sorpresa para todo el equipo organizador. Antes de presentar los resultados quiero agradecer con el corazón en la mano a todo el equipo que estuvo detrás de este proyecto empujando hasta el final, y también felicitar a todas y todos quienes se animaron a movilizar tantas emociones y recuerdos a la hora de sentarse a escribir su carta.

Los resultados por categoría son:

Amanecer de fuego:

  • 1º: Olivia Suayter (Río Grande).
  • 2º: Joaquín Gonzalo Alvarez Massotta (Ushuaia).
  • 3º: Flavia Gisela Galazzo (Río Grande).

Guanaco en la Loma:

  • 1º: Jason Cuello (Tolhuin).
  • 2º: Kevin Morales (Ushuaia).

Estrella de mar:

  • 1º: Aymara (Río Grande).
  • 2º: Anonk Eluney Morinigo (Ushuaia).
  • 3º: Lucía Deris Bonifacio Mendoza (Río Grande).

Ganadores de la categoría ¨Amanecer de fuego¨

3º: Flavia Gisela Galazzo

Río Grande, 28 de octubre 2020Abuelo Panchito
Son las 2 de la mañana, no me puedo dormir, la televisión esta encendida y la luz de la pantalla alumbra toda la habitación. No sé si es porque me estoy durmiendo o porque el volumen esta bajo, pero a lo lejos escucho un comercial de Ushuaia, justo después de eso, te recuerdo. Te recordé en esas tardes de verano, tomando el té, preguntándome si en Ushuaia hacía frío, en ese mismo instante me sentí viviendo ese momento, estábamos sentados en el tronco frente tu huerta, “si abuelo, y la nieve me llega hasta las rodillas” te contesté. ¿Cómo explicarte que no vivo en Ushuaia y que la ciudad en la que me encuentro está a unos kilómetros, Rio Grande, si se que a la distancia solo podes inventarme en esas montañas nevadas que te muestra la tv? ¿Cómo romper esa idea de que no es Ushuaia, si cada vez que ves el estado meteorológico nacional, Tierra del Fuego es representada por Ushuaia? Finalmente, comprendí las mentiras piadosas ¿de qué vale una verdad en la que no podrás imaginarme y simplemente nos alejará un poco más? Perdóname abuelo, me fui a tres mil km de casa.

Una vez me contaste como huiste de Chile, de Pinochet, siempre en busca de una vida mejor, hoy siento que ese sentimiento también me acerca más a vos. Recorrí tres mil km en busca de un nuevo futuro, sabes que las cosas allá no estaban bien y parece que no era la única, aquí hay muchos con el mismo sueño. Hoy tengo que contarte que tanto esfuerzo valió la pena, la semana pasada me recibí, soy profe de inglés. No estás para celebrar pero sé que allá debes estar haciendo el baile del pata pata que tanto hacías al festejar. Si me preguntan de dónde nació este deseo de estudiar otro idioma, quédate tranquilo, diré de mi abuelo, él hablaba inglés “Yes, yes, yes” te escuchaba decir cuando llegaba a casa y preguntaba si estabas en el jardín. Perdóname abue, me fui tres mil km hacía el sur, me alejé de la 159, y no podré enseñarte todo lo que aprendí.

Mamá me dijo que con la tía te siguen preparando sopa y cada vez que te dicen cual será la cena, una y otra vez repetís “Quiero más sopa”, lo mismo que te dije por teléfono la última vez que te llamé desde la cabina más cercana al lugar donde me mudé. Tu voz era la misma, fue difícil hacerte entender cuál de todas tus nietas era, pero recordé que podías imaginarme en un solo lugar “Soy tu nieta, la que vive en el sur, la que está en Ushuaia” rápidamente interrumpiste “Ah! Chiquilla, sos vos”. Estas grande, pasó tiempo desde que no nos vemos y sé que empiezo a ser parte de ese pasado olvidado. Creo que ahora comprendo el dolor que sentiste al alejarte de los tuyos, mamá, hermanas y hermanos, no hay nada que reemplace y recupere esos momentos. Perdóname abuelo, me fui muy lejos.

Me tengo que despedir, pero me gustaría contarte, que siempre creí que no teníamos nada en común, esta noche pude encontrarnos en algunos aspectos y entender que no éramos tan diferentes, aun queda uno más, lamentablemente. Nos enfermamos abuelo, y si, no importa que tan joven sea, los dolores son fuertes, se que mamá en algún momento te contó que los dolores de cabeza, garganta y músculos no cesan, comprendo tu sufrimiento. Se está llevando la vida de muchos, a algunos de ellos los conocí. Y no, aun no hay remedio, pero soy fuerte, y voy a seguir peleando.

Lo superé. Volví a retomar mis actividades, me siento mejor, pero no todo pasó, hay un dolor para el cual no habrá vacuna alguna, la angustia, ese nudo en mi garganta mientras te pienso y justo ahora me acompaña. Guardé el último audio que me enviaste desde el cel de mamá “¿Hace frio en Ushuaia?” mientras de fondo se escucha a los médicos preparando tu nueva habitación, por supuesto te dije que si, y que la nieve me llega hasta las rodillas.

Sé que cuando regrese en las próximas vacaciones no estarás allí, perdóname abuelo, me fui a tres mil kilómetros y no te pude despedir.

Te quiere mucho
Tu nieta de Ushuaia

FIN

2º: Joaquín Gonzalo Alvarez Massotta (Ushuaia).

Ushuaia, 12 de octubre de 2020.

Querido amigo:

Te escribo estas líneas de reflexión mientras tomo unos mates y miro a nuestro amado Deportivo Libertad. Es el primer amistoso pos-pretemporada aunque, la verdad, es un embole el partido. Por eso la TV se convierte en una buena radio que me acompaña mientras te carteo. Van 23 minutos del primer tiempo y ya perdemos uno a cero. Hace meses que venimos jugando mal. El equipo se fue a pique desde la asunción de este nuevo DT a mediados de marzo, tá torcida la cosa che. Te confieso que a veces me siento un privilegiado por ser de este club, otras (en mis peores días) cuando el equipo no se encuentra o los dirigentes hacen cualquiera, creo que es simplemente una hermosa maldición.

Quería escribirte sobre lo conversado la última vez que nos vimos ¿te acordás? En aquel encuentro hablamos acerca de las emociones. Estuve pensando que las emociones tienen un metalenguaje que el intelecto no puede procesar ni expresar e incluso, por momentos, no entiende. Debido a eso, creo yo, la atención es para la emoción lo que los oídos son para el habla. La emoción se oye con la atención. ¿Por qué crees que hay cosas “imposibles de explicar”? o “no tengo palabras para agradecerte”, suele decirse. Es la emoción hablando, actuando.

Sin embargo, hay una forma de llegar a una cierta expresión física y simbólica de la emoción: el arte. Este cruza los límites de lo dicho, lo terrenal, lo científico y lo dogmático. Por eso, al estar atento y escuchar con pasividad y calma (como quien recolecta una caracola de la playa y la descansa sobre su oreja para oír la música de la naturaleza), es ahí donde podes encontrar no sólo una luz, sino TU luz. Sí… La luz se escucha. Es ahí donde la encontrás, en el rojizo carozo de la fruta artística.

Lo interesante son las ecuaciones infinitas que se generan. Algunos pueden expresarlo por la danza, otros por la poesía; algunos por el cine, otros por la actuación ¿Por qué no la pintura, el dibujo o la escultura? Incluso una sutil artesanía realizada con objetos reciclados y rechazados por otros puede contener, codificada para el mundo exterior, la esencia profunda de un Ser.
La fotografía también es interesante… El instante, lo fugaz inmortalizado. La órbita de un planeta detenida mágicamente y capturada; una especie de taxidermia del cosmos ¿No?

Las expresiones son millones. Por cada célula del planeta, por cada átomo, protón, neutrón, electrón y quark, hay una forma de expresión; entonces… ¿Cuál es la tuya?

¡Qué lo tiró, nos hicieron otro gol! El muerto de Ulloa de cabeza. ¡Qué defensa horrible tenemos!… Nuestro querido Deportivo Libertad no está jugando bien. Desde que trajeron a este DT fantasma no podemos salir jugando por abajo ni coordinar entre TODOS un buen pase en el medio campo. El equipo no coopera, no se encuentra… ¿Sabés qué noto? Falta de motivación. ¿¡Qué carajo se piensan estos jugadores!? ¡Están jugando en el glorioso Libertad! ¡Despierten, dormidos! ¡DES-PIER-TEN! ¿O no saben qué camiseta tienen puesta? Este equipo, así, no tiene ALMA.

Es verdad eso que dicen algunos, “de las cosas menos importantes, el fútbol es la más importante”… ¿Y Libertad? ¡Ah! Eso es otra cosa, Libertad trasciende el fútbol. Es parte de mi identidad. Es más, a veces creo que no me gusta el fútbol, es aburrido, está comercializado, cosificado; es una simple maquinaria de facturación. No, no me gusta el fútbol, me gusta Libertad. Amo y disfruto viendo a Libertad. Viviéndola, se me va el corazón en cada encuentro. La libertad está en mí y en cada hincha de Libertad…
Ya podremos ir a la cancha, querido amigo. ¡Ya podremos salir! Ahora aprovechemos, sabiendo que el fútbol no es lo más importante, de disfrutar nuestra libertad. Esa que está en nosotros, en nuestro interior, en una caracola, en un canto, en una fotografía, en una carta, en la escucha atenta de la emoción.

Te quiere, extraña y piensa,
tú amigo del alma.

FIN

1º: Olivia Suayter (Río Grande).

Mi querida Delirios,
me tiemblan las manos al escribir el eco de mis lamentos, me siento como el insecto del cual alguna vez nos burlamos al apresarlo entre las transparentes paredes de un viejo frasco de vidrio. ¿Quién se estará burlando de nosotros? La inevitable brisa del ir y venir ríe al presentarse.

Últimamente he estado recordando tiempos anteriores, en donde el polvo que el viento arrastraba nos besaba frenético al salir a caminar, y el frío tan particular que mecía el olor a “afuera”, era falto de la compañía del bozal de tela… El encierro no es nada comparado a la promesa de una nueva normalidad. Peligro. Alarma. Contagio. Mientras transcurren los días, mi corazón comienza a recorrer la utopía de un mundo sin pandemia. Es increíble, ¿no te parece? Desde que éramos chiquitas, mamá siempre nos dijo que no añoramos lo que perdemos hasta que se desvanece en el llanto del ayer. Es curioso pensar que mañana también será ayer.

Este desahuciado aislamiento me ha llevado a deslizarme entre los garabateados pasillos de las preguntas sin respuesta, y si hay algo que puedo decirte, es que tengo una incógnita favorita: ¿a dónde se irán los abrazos no entregados? No hay dudas de que las mariposas que se mantuvieron durante tantos meses dormidas comienzan a despertar al proyectar un día en el que puedan entregarse finalmente, a las caricias de la piel.

Interminables lágrimas barren las veredas de las ciudades, y el cielo se mantiene pintado bajo la profundidad de colores desesperados que aseguran que mañana dejará de llover; desde el encierro somos capaces de respirar el agrío aire de la tempestad… “Las nubes mienten más que los políticos”, dirías vos, entre risas y el mate que hubiéramos estado tomando bajo la fachada de la eterna pelea: ¿dulce o amargo?

Algunos días, al despertar, me olvido de dejar de soñar y me mantengo haciendo equilibrio entre lo que podría ser y la inevitable realidad; ataques de cosquillas arremeten contra mi garganta al entender que por más que las palabras “barbijo”, “pandemia” y “paciente de riesgo” nos empujen al abismo de la exasperación, son parte del día a día. El llanto y la impotencia se presentan y navegan por el filo de mis ojos con la compañía de todo lo que estuve posponiendo y evitando durante tantos abriles. Y si bien tu ausencia en la vieja casa que habito es perceptible, creo que jamás se había sentido tan ruidosa…

Eventualmente, en la odisea de la espera, aprendí que todos podemos caminar por las paredes, no es un simple dicho que hace acto de presencia en la incongruencia del aburrimiento… Si, caminamos. Trepamos, escalamos y recorremos las paredes de nuestros pensamientos hasta tirarlas abajo. Y entonces, desquicio; tormento y desdicha, ausencia de regocijo y quiebres. ¡Crac! No son platos rotos los que resuenan en un estruendoso intento por lograr un llamado de atención… Son nuestros corazones, que, desesperados, aúllan al vacío insoportable que los inunda, se ahogan. Nos ahogamos. Solo hay silencio hasta que el agua hierve feroz y volvemos al tambaleante bombeo de sangre mezclada con sueños y esperanza.

Siempre mantendré el deseo de que, si alguien más alguna vez llegara a leer nuestra carta, que nuestro desafortunado presente sea recordado como “uno de los tantos tormentos del pasado que ahora nos dan risa; si, mi prima también se llama covid-19″… En el mientras tanto, proyectemos nuestros pies descalzos en la incomodidad del pastito que se alza en el Cabo Domingo, los sanguches llenos de tierra y arenita, y algún que otro relato referente al derrame que padecen nuestras almas.

No olvides jamás lo mucho que te quiero, hermanita. Espero que eventualmente tengamos la respuesta del lugar al cual se van todos esos abrazos y mimos que con tanto anhelo aguardamos. Te envío besos, cariños, y quizás un poco de alcohol en gel, con la ilusión de que sea capaz de limpiar tus pesares,
tu desquiciada hermana, Prudencia.

FIN

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