EL ROMPEHIELOS presenta el ciclo Mitologías fueguinas.

Los días domingos y los miércoles publicaremos las apasionantes leyendas del pueblo selk’nam y del pueblo yámana.

Cultura yámana: El gigante de piedra

En una playa del Onashaga, una niña encontró una roca con forma de bebé y se puso a jugar con ella. La abrazaba, la cuidaba y la apoyaba contra su pecho infantil para amamantarla. Lo que la pequeña no sabía es que las piedras, paridas por los volcanes y forjadas en las entrañas de la tierra, son anteriores a los hombres y esconden poderes.

Días después, la roca cobró vida y comenzó a crecer: aparecieron los dedos, el cuello se estiró y las piernas se pusieron gruesas. Los labios y los dientes de piedra desgarraron el seno de la joven madre adoptiva. Mutilada, la niña murió en la playa.

Los yámana, horrorizados, arrojaron la roca viva en aguas profundas, esperando que desaparezca para siempre en el mundo silencioso de los peces, pero el bebé nadó hasta la costa con asombrosa velocidad.

La criatura fue creciendo hasta convertirse en un gigante invencible: atacaba las canoas, arrancaba árboles, mataba a los hombres y secuestraba mujeres para hacerles hijos.

Una tarde, juntando hongos en el bosque para alimentar a sus crías, se clavó en el pie, entre las grietas de las rocas, una filosa astilla. Debajo de las frías piedras su cuerpo era de cálida y sensible carne. Las mujeres que tenía esclavizadas removieron el agujero para sacar la gruesa astilla y el gigante se desmayó de dolor. Aprovechando el momento, hicieron un círculo de ramas secas alrededor del monstruo y lo prendieron fuego. Se levantó enfurecido, gritando por su boca sin risa, e hizo temblar la tierra. Un hombre pequeño, experto en armas, le disparó flechas en los ojos y lo cegó. Varias lengas enormes cayeron sobre su cuerpo y se partió en mil pedazos. Cada pedazo de roca se convertía en un pequeño bebé. Las mujeres los recogían y los arrojaban al fuego. De repente se escuchó una explosión: el corazón del gigante de piedra estalló en abundantes esquirlas que volaron como puntas de flechas empapadas en sangre.

Desde ese día, los yámana les enseñaron a sus hijos que no debían jugar con las piedras porque fueron las primeras armas y pueden transformarse sin sentir dolor.


Los primeros fueguinos, como hizo siempre toda la humanidad, han narrado el origen de su mundo, han elaborado ideas sobre la vida y la muerte, sobre la moral y las costumbres, han creado historias para contar los poderes de sus dioses y las hazañas de sus héroes, han desarrollado una rica mitología para explicarse a ellos mismos de dónde venían y quiénes eran.

Estas son historias que desde tiempos antiguos han servido para dar apoyo y enriquecer a los hombres y a las mujeres que se enfrentan a la experiencia de estar vivos.

Las leyendas que entretejían los ancianos frente al fuego, hoy llegan recreadas por la sobria pluma de Fede Rodríguez y los mágicos pinceles de Omar Hirsig.

Dejá que las Mitologías fueguinas te atrapen.

Fede Rodríguez
Ilustración: Omar Hirsig

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