Ramón Lista nació el 13 de septiembre de 1856 en Buenos Aires y vivió 41 años de manera vertiginosa.

Siendo adolescente tuvo el sueño de convertirse en explorador.

Años después, recorrería la Tierra del Fuego buscando ríos aptos para la navegación, acompañado por el cirujano Polidoro Seger, los salesianos Fagnano y Beauvoir, 25 soldados, 50 ovejas y 40 mulas que cargaban víveres secos para sobrevivir 6 meses.

El 25 de noviembre de 1886 fue el responsable de la primera matanza documentada en la isla de Tierra del Fuego, realizada por un oficial argentino: la masacre de San Sebastián. En esta fecha, desde 1992, se conmemora el Día del Indígena Fueguino.

Luego, fue gobernador del Territorio Nacional de Santa Cruz entre los años 1887 y 1892. Durante su mandato no hay evidencias de que haya realizado alguna otra matanza. Todo lo contrario: las autoridades de Nación lo relevan por tener demasiados lazos con los ¨salvajes¨; vivía en una toldería, disfrutó de varias amantes tehuelches y se enamoró de Koile, con quien tuvo una hija: Ramona Cecilia Lista.

En Buenos Aires, su esposa, la poeta Agustina Andrade – con quien se había casado en 1879 después de enamorarla contándole las trágicas aventuras y los sangrientos percances que vivió en sus expediciones –, al enterarse de la doble vida de su marido se encerró varios meses en su casa de campo, le dio a su madre las dos hijas que tuvo con Lista (criaturas que fueron engendradas en las esporádicas escapadas que hacía a la capital Argentina), y se suicidó pegándose un tiro de revólver.

¿No habrá podido soportar que su marido le diera el apellido a una bastarda aborigen? Este no era el hombre del que ella se había enamorado; este no era el hombre que había ordenado a sus soldados desenfundar las armas y masacrar a casi 30 selk´nam; el hombre que ordenó abrir fuego sobre varones, niños y mujeres; este no era el hombre que hizo matar de 28 balazos a un joven selk´nam que había quedado oculto tras unas matas negras después presenciar la masacre de sus familiares y amigos.

Ramón Lista escribió tres libros: ¨Viaje al país de los tehuelches¨, ¨Mis exploraciones y descubrimientos en la Patagonia¨ y ¨Viaje al país de los onas¨. Además publicó unos 40 artículos en revistas de Buenos Aires. En el libro sobre los selk´nam (¨onas¨ era el nombre que les daban los yaganes) no hace mención de ninguna de sus masacres.

Para volver a Buenos Aires lo fue a buscar uno de sus amigos y lo trajo al otro lado de la frontera; lo hizo abandonar la familia que había formado con los hijos del desierto.

Los años pasaron, intentó ser embajador en algún país de Europa; luego, tomar alguna cátedra en la Universidad de Buenos Aires, y no pudo hacer ninguna de las dos cosas.

Falleció el 23 de noviembre de 1897 en la selva chaqueña. Estaba recogiendo datos en el Río Pilcomayo, acompañado por su secretario y dos baqueanos. Sobre su muerte hay varias historias. En la versión de los baqueanos, Ramón Lista, atormentado por el calor y el temor a ser devorado por los tigres, se destrozó la cabeza de un disparo: la bala entró por la mandíbula inferior y le barrió toda la cara, dejando al descubierto los sesos. En otra versión, estos hombres lo habrían matado para robarle el dinero que llevaba encima. En la tercera, lo mata su secretario.

En su texto ¨Los indios tehuelches. Una raza que desaparece¨ de 1894, hace una defensa de los pueblos originarios.

¿Qué lo llevó a convertirse de un asesino de aborígenes a un defensor de las culturas ancestrales?

Jorge Carman, su bisnieto y editor de sus libros, destaca una escena en la vida del explorador que podría ser una especie bisagra: cuando Ramón Lista, con su juventud y todo un mundo de prejuicios sobre la superioridad de la raza blanca sobre el resto de los humanos, conoce al cacique tehuelche Orkeke. Una mañana, con los primeros rayos del sol, Orkeke y sus hijos matan una potranca para beber su sangre todavía caliente e invitan a Lista. Para impresionarlos o para ganar su simpatía, Lista acepta y bebe con fruición.

Imagino su espíritu galopando, saliendo de él mismo con toda la fuerza del animal sacrificado y conectándose con la tierra y las almas de los tehuelches y las almas de aquellas yeguas y de aquellos caballos.

La amistad entre Lista y Orkeke duró hasta la muerte del cacique. Desde el momento en que bebió la sangre de la yegua joven nada en su vida será más fuerte que su lazo con esa comunidad.

Fede Rodríguez

PD: Reviso los años de la historia, y el momento en que bebe la sangre de la yegua es anterior a su viaje a Tierra del Fuego. Ocurre cuando tiene 23 años. El cacique Orkeke muere en 1883; la masacre de San Sebastián pasó en 1886. Me hubiera gustado que este episodio ocurra entre medio de su paso por la isla y el año en que se va a vivir a Santa Cruz para darle cierto matiz mágico a la historia de su conversión; que esa mañana, contagiado por la libertad de las primeras naciones, se hubiera sentido a solas con los dioses y que en su interior se hayan encendido el fuego y el deseo de conocer a otros corazones. Pero tendremos que quedarnos con que el cambio lo logró el amor de Koile.

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