Hace algunos días, irrumpió la noticia de que en Navarino, en Chile, una empresa había comenzado a desmontar sus instalaciones de cría intensiva de salmones. Esta situación guarda una estrecha conexión con diferentes acciones que se fueron desarrollando alrededor del mundo.

EL ROMPEHIELOS habló con Augusto De Camillis, integrante de Beagle Secretos de Mar, que respecto a Navarino explicó: “La comunidad Yagán se expresó y llevó una actividad de gestión en la secretaría de pesca, eso terminó en un fallo que emanó la secretaría y que luego fue ratificado por las Fuerzas Armadas Chilenas, que tienen competencia sobre el mar, y termina en esta grata consecuencia, que hace ya dos meses empezaron a retirar la primera jaula y hace dos días están en proceso de retirar la segunda.”

El basamento del reclamo de esa comunidad fue que la empresa salmonera estaba operando en un contexto de irregularidades ya que “los plazos de ejecución de contrato de licitación están vencidos y los estudios de impacto que reclama el contrato para poder ejecutar la actividad también estaban vencidos, entonces estaban totalmente fuera de norma”, aseguró De Camillis.

La industria salmonera en su versión a mar abierto está fuertemente cuestionada. En ese sentido, el integrante de Beagle Secretos de Mar afirmó que “Estados Unidos prohibió la actividad y se está pasando a una nueva metodología de cría, en el caso de Dinamarca se prohibieron nuevos desarrollos en cría intensiva en mar abierto y, de hecho, la decisión que tomó Chile en relación al Canal Beagle es bastante innovadora, ellos tienen años de trayectoria en esta industria y que hayan tomado la decisión de que las salmoneras se fueran de sus aguas demuestra que la actividad no es rentable ni siquiera.”

De nuestro lado del Beagle, en Tierra del Fuego, la discusión no está totalmente zanjada. Quien se manifestó fue Guillermo Worman, presidente de la DPOSS, en detrimento de la instalación de esa actividad en nuestras aguas. Para De Camillis, si bien ésto no lleva tranquilidad ya que no realizaron ninguna acción vinculante, se debió a que “escucharon en una primera fase” el desarrollo de “las actividades de la comunidad, las ONGs locales, National Geographic, Greenpeace y CLT.”

Actualmente se encuentra un proyecto de ley en la Legislatura que busca “dejar claro y estipulado que si del lado chileno no hay actividad, obviamente del lado argentino no asumamos el riesgo de empezar con esto, que puede ser perjudicial a nivel económico, ecológico y a nivel productivo.”

En relación al proyecto, Augusto De Camillis afirmó que: “lo que se busca es que sea aplicable, se intenta evaluar si existe algún tipo de producción local a nivel micro que alimente exclusivamente el mercado local, y así no dejar inhibida la posibilidad de que desarrollos locales de baja intensidad pueden tener una cabida, evaluando el impacto y todo lo que esto conlleva”, pero rotundamente “sí prohibir la cría intensiva, aunque sin frenar las posibilidades a productores locales de emprendimiento a niveles más bajos, ya que el pescador artesanal tiene bien claro que el recurso se debe preservar.”

Y este último pasaje es, quizás, el punto clave de la cuestión, aquello que motoriza todas estas acciones alrededor del globo terráqueo: no es concebible, se hable el idioma que se hable, que para que el balance económico sea positivo deba empeñarse el balance ecológico.

Gastón Lodos

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