Esta semana trascendió a en diferentes medios locales la información, a partir de declaraciones del presidente de la DPOSS, de que el gobierno de Tierra del Fuego descartaría la instalación de salmoneras en el Canal Beagle. Si bien se trataría de buenas noticias, la novedad fue recibida con cautela por parte de los actores sociales que se manifiestan desde hace tiempo en contra del avance de la acuicultura en la provincia.
A fines de 2016 se conoció la novedad de que el gobierno provincial comenzaría los estudios para la instalación de salmoneras en el Canal Beagle. La iniciativa respondía a la decisión de diversificar la matriz productiva de la provincia.
Luego de que el gobierno nacional subscribiera un convenio marco con Noruega, a través del Ministerio de Agricultura y Pesca, del que también formó parte la Fundación Argentina para la Promoción de Inversiones y Comercio Internacional, una agencia privada que coordina inversiones extranjeras con el sector público, el gobierno de Rosana Bertone suscribió un convenio de cooperación con la Innovation Norway, la agencia de negocios del Estado noruego, donde se comprometió a aportar 95 mil dólares, recursos de movilidad y personal para estudiar la factibilidad de instalar salmoneras en determinados puntos de la costa fueguina.
Las salmonicultura aplicada con la modalidad de salmoneras (gigantescas jaulas instaladas en el mar donde se crían los peces con la utilización de alimentos balanceados y antibióticos altamente contaminantes) es una actividad altamente cuestionada que ha causado estragos ambientales, siendo uno de los casos más notorios la experiencia chilena. Luego de conocida al noticia, el rechazo fue unánime por parte de la comunidad científica local, diversas asociaciones civiles y la población en general. Con el paso del tiempo el tema tomó relevancia nacional, involucrándose medios de diferentes puntos del país y organizaciones ambientalistas de la talla de Greenpeace (la cual trabaja fuertemente con el tema en Chile).
Mientras que desde el gobierno de la provincia se mantuvo el hermetismo sobre el tema, sin declaraciones de ningún tipo, la preocupación continuaba en aumento. El hecho de incluir la acuicultura como fundamento para la expropiación de tierras privadas en el proyecto de la ruta 30 no hizo más que confirmar los temores de la sociedad sobre el avance del proyecto. El reclamo tomó fuerza binacional cuando la comunidad de Tierra del Fuego comenzó a articular con sus pares chilenos y el pasado 25 de enero se llevó adelante una manifestación popular en la ciudad de Ushuaia, donde quedó claro el rechazo rotundo de la sociedad al avance de este tipo de industria.
Días más tarde, en una nota publicada en el Diario del Fin del Mundo, Guillermo Worman, presidente de la DPOSS (Dirección Provincial de Obras y Servicios Sanitarios), anunció que, luego de evaluar los resultados preliminares del estudio realizado, el gobierno descartaría la instalación de las salmoneras en la Canal Beagle.
Si bien los reclamos y manifestaciones en contra del tema fueron masivos y de alcance nacional, el funcionario no hizo ninguna mención a si estos habían tenido influencia en la decisión política de dejar de lado la implementación de un proyecto que el gobierno se había mostrado muy predispuesto a implementar. De hecho, no hubo ninguna declaración pública desde ningún sector del ejecutivo sobre los reclamos, lo que resulta llamativo dada la escala internacional alcanzada por estos (por ejemplo la cadena alemana Deutsche Welle se ocupó del tema en un informe publicado en diciembre de 2018).
Si bien se trata de un anuncio mediático, por un funcionario que no corresponde a la cartera responsable de este tipo de proyecto, y aunque al momento de redactada esta nota no existe un comunicado oficial sobre el futuro de las salmoneras en la provincia, la novedad ha sido bien recibida, aunque con prudencia.
El problema no termina acá
A pesar de que, aparentemente, la salmonicultura en el Canal Beagle argentino no prosperará, en Chile el proyecto sigue adelante y los reclamos no cesan. El ambiente natural no reconoce límites políticos y la instalación de salmoneras en las costas de Isla Navarino tendrá el mismo impacto negativo sobre el ecosistema que si se instalaran en las costas argentinas. Es por ello que urge continuar con el reclamo y el rechazo a este tipo de desarrollos que, como el propio funcionario de la provincia de Tierra del Fuego reconoce en la nota publicada en El Diario del Fin del Mundo, distan mucho de responder a criterios ambientales y de desarrollo sostenible. Tal vez ahora que el gobierno provincial ha comprendido el peligro que las salmoneras representan para nuestro ambiente natural, se sume al reclamo y le exprese al gobierno chileno las preocupaciones que despierta el tema en nuestra comunidad.
Imágenes: Asociación Mane’kenk
Abel Sberna