-¿Le temes al fuego?
-¿Acaso soy un murciélago? – retrucó Lucas.
Sofocadas risas festejaron la respuesta. El viejo indio dijo:
-Entonces, te pondré a prueba.
Tomando una brasa con los dedos, la depositó con gesto pausado en la palma de la mano de Lucas. Aunque el dolor fue intenso, Lucas permaneció firme e impávido; sabía que muchos ojos lo escrutaban en busca de algún indicio de incomodidad o dolor. Al cabo de unos segundos, que parecieron minutos, el viejo le quitó la brasa de un golpe, diciendo:
-Suficiente. Eres un hombre.

de EL HOMBRE DE LA BAHÍA DEL PÁJARO CARPINTERO (La vida de Lucas Bridges) de Aimé TSCHIFFELY, 1953.

 

Deja tu comentario