Con la llegada del proyecto de despenalización del aborto al Congreso Nacional, se abrió un debate que la sociedad viene esquivando durante años. Tiene que quedar claro que es un debate político: ni religioso, ni científico y -podría agregarse- tampoco es de técnica jurídica.
Ayer, un día antes del Día Internacional de la Mujer, 71 diputados y diputadas presentaron ante la cámara baja un proyecto que busca garantizar que las mujeres en Argentina que tomen la decisión de interrumpir de forma voluntaria el embarazo, lo puedan hacer de forma legal, sin ir a la cárcel; de forma segura, sin morir; y gratuita.
Hay una tendencia casi post-moderna en resolver los temas de la política a través de la ciencia. Sobre todo, cuando la política no quiere hacerse cargo del debate por controversial. Y así es como la discusión sobre el aborto se vuelve filosófica y comenzamos a preguntarnos sobre el comienzo de la vida. Y lo cierto es que la ciencia -por lo menos por ahora- nos debe algunas respuestas.
En ese sentido, con el mismo rigor científico con el que se puede demostrar que el embrión es una persona, se puede probar que no lo es. Depende de qué dato de la ciencia embriológica utilizo para determinar tal clasificación; puedo usar el ADN y diré que el embrión es una persona única e irrepetible, por lo tanto, la legalización del aborto será desestimada. Por otro lado, puedo decir que el rasgo distintivo de la persona humana es la sensibilidad y ubicar la fecha del “inicio de la vida” en los tres meses de gestación, o puedo ubicarlo en la conciencia y fecharla entre el quinto o sexto mes del embarazo con el incipiente desarrollo del cerebro. Como todas las posturas son demostrables, en realidad no prueban nada.
Derivado del debate anterior, aparecen las instituciones religiosas que catalogan el aborto como un asesinato, tomando como dato de rigor el ADN. Y proponen, con mucha seriedad, que la libertad nunca puede estar por arriba de la vida. Alegan que el embrión no puede defenderse por sí mismo, por lo que emplean muchos esfuerzos en protegerlo. Y definen al aborto como un asesinato. Un dato de rigor es que hay aproximadamente 500 mil mujeres por año que matan, siguiendo esa lógica.
Después comienza la discusión técnica jurídica que arranca más o menos así: según el Código Civil de la nación, “desde la concepción en el seno materno comienza la existencia de las personas y antes de su nacimiento pueden adquirir algunos derechos, como si ya hubiesen nacido”. Del otro lado, la argumentación se basa en el derecho a decidir de todas las personas. Luego se sostiene que los derechos de unos terminan donde empiezan los de los otros y ahí surge la pregunta: ¿hay un otro?. “Claro que sí” proclaman algunos. “Por supuesto que no”, dicen los otros. Entonces, hablamos de la ciencia, de la filosofía, pasamos por las creencias religiosas, retomamos el concepto de Vélez Sarsfield. Y nos atoramos en un loop. El debate en Congreso Nacional corre el gran riesgo de que le suceda eso.
Hay que correr el eje, porque con mucha claridad podemos observar que las respuestas no están ni en la ciencia, ni en la religión, ni en la técnica jurídica. La discusión es sobre política pública, es sobre las mujeres, sobre el embarazo, sobre el aborto.
Y tenemos que saber que tomar la decisión de interrumpir un embarazo no es una elección feliz o fácil. Sabemos que hay 500 mil mujeres que abortan al año. Tenemos que preguntarnos por qué, ya que ninguna de ellas pensó en el aborto como un método anticonceptivo. Tenemos que preguntarnos en qué condiciones lo hacen, ya que 48 de esas mujeres mueren por llevar adelante esa intervención en condiciones poco seguras. Tenemos que saber que las que mueren son las más pobres. Tenemos que debatir, pero hagámoslo en serio, que no sea para tapar agenda, que no sea para dilatar, que no sea calmar la sed de las mujeres que vienen reclamando por esto durante años.
Es muy probable que la legalización del aborto llegue a Argentina, más tarde o más temprano. La pregunta hacia quienes hoy tienen en sus manos esta decisión es: ¿qué rol quieren ocupar en la historia?
Luz Scarpati
Foto: Rolando Andrade Stracuzzi / Diario Clarín
Foto: Rolando Andrade Stracuzzi / Diario Clarín
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