Dame valor, valium

porque a los cuarenta

yo no sé si yo soy yo

o si yo soy o.

A los cuarenta

la vida comienza

a ser más corta:

un futuro de anteojos

de dentaduras súbitas

y escaleras

de repente

con más escalones;

en Ouro Preto

en el carnaval del verano

lunes

de mí

barroco, urgente y expuesto

sobre el adoquinado

desciendo la ladera

sin tiempo que perder

justo aquí

donde se pierde

como la hiedra entre las piedras

parado en las fachadas

entro

para siempre, para adentro

en la Casa de los Enta

sin ningún mueble

o silla

para descansar el equipaje

antiguo del cuerpo

y ya comienzo

a pasar

a andar

por corredores reumáticos

salas de apoplejía

cuartos sollozantes

pero no desisto de mí

ni de nada;

ni de mi corazón

que insiste y sacude

todas las cortinas

en llamas

del pecho, pidiendo socorro

paso

y sigo la visita:

paso, cálculo y bastón

de mi tacto

abre -de par en par- la partida

la puerta de servicio

la ventana desesperada golpeando

sobre el patio del viento

donde hojas de diario muertas

se arremolinan

en el terreno vacío

sin noticia.

 

de LONGA VIDA de Armando FREITAS FILHO, 1982.

 

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