En el noroeste de Santa Cruz, donde los ríos nacen del deshielo, el Cerro San Lorenzo guarda un secreto que pocos conocen. A 3.706 metros sobre el nivel del mar, es el pico más alto de la provincia y uno de los menos explorados de la cordillera patagónica. Allí, entre el silencio del hielo y el viento, en 2023 un equipo de documentalistas de National Geographic descubrió pozos de aguas termales: un hallazgo tan inusual como el paisaje que lo rodea.
El San Lorenzo se impone como un coloso binacional entre Argentina y Chile. Desde el lado santacruceño se accede por Lago Posadas, siguiendo la Ruta 40 y luego los caminos de ripio que bordean el río Oro. A medida que se avanza, el paisaje se transforma; la estepa se pliega en valles, aparecen las lengas, los glaciares y, finalmente, la cima nevada que domina el horizonte.
Entre hielo y fuego
El hallazgo de las aguas termales se produjo durante la filmación del documental Planeta Salvaje Argentina, a cargo del realizador Cristian Dimitrus. Con su equipo llegaron al valle del río Oro atraídos por los relatos de pobladores que hablaban de un rincón poco conocido al pie del glaciar.
“Nos fuimos directo para hacer el trayecto en 4×4 por dentro del río Oro, con unos paisajes increíbles. Caminamos hacia la base del glaciar del Cerro San Lorenzo y ahí, justo enfrente, hay pozos de aguas termales. Es algo muy único, algo que merece ser preservado”, contó el documentalista.

Foto: Cristian Dimitrus
El contraste sorprende incluso a los más experimentados, porque en un mismo punto, a pocos metros de distancia, se encuentran aguas heladas de origen glacial y manantiales calientes que brotan desde el subsuelo. La explicación geológica está en la estructura de los Andes.
Cuenta Dimitrus que “todos los Andes fueron formados por movimientos de placas tectónicas. Al chocar, una se desliza sobre la otra y entra en contacto con las capas internas de la Tierra. Esa fisura hace que el agua se caliente y emerja justo ahí”.
El fenómeno convierte al San Lorenzo en un caso excepcional dentro de la Patagonia austral, donde la actividad volcánica es escasa. Las termas naturales se alimentan de esa energía latente que aún persiste bajo la corteza, un recordatorio de que la Tierra sigue viva incluso en los confines más fríos.

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Un territorio extremo y frágil
En la base del cerro, el paisaje parece detenido en otro tiempo. Las morenas glaciares, los ríos y las lengas retorcidas por el viento componen una postal casi irreal. El acceso, sin embargo, no es sencillo, para llegar al valle hay que recorrer un trayecto exigente que combina caminos de montaña, cruces de río y caminatas de alta dificultad.
Esa condición agreste, lejos de ser un obstáculo, preservó la pureza del lugar. Desde el punto de vista ambiental, el hallazgo de aguas termales despierta interés científico y turístico, pero también plantea la necesidad de cuidar el entorno. La provincia comenzó en los últimos años a relevar zonas con potencial geotérmico para aprovechar energías limpias, y el sector del San Lorenzo figura entre las áreas de observación.
Mientras tanto, el cerro sigue ahí, coronando el paisaje patagónico con su glaciar principal y sus laderas escarpadas. Quienes lo conocen dicen que el silencio es tan profundo que se escucha el hielo. Y ahora, además, el murmullo del agua que brota entre las piedras.