En Camarones no vuela ni un solo papel aunque el viento sople con toda su fuerza. No hay grafitis, no hay restos de cartelería política, no hay papeles ni colillas en las calles, veredas, plaza o costanera. No hay latas o plástico parapetados en los recodos. El cuidado y el amor por el medio ambiente se siente y se vive en este pueblo de Chubut.
Durante mi cobertura de la Fiesta Nacional del Salmón, llevada a cabo a fin de mes en esta localidad, pude recorrer el pintoresco pueblo de Camarones, donde se huele a mar y a historia pura. De esto, son testigos las edificaciones que datan del 1.900 y que se conservan intactas, vistosas, brillan por el mantenimiento constante, pero además, porque nadie se atrevería a dañar estas reliquias.
Hay historias de pescadores, recolectores y recolectoras de algas, artesanas que acarician vellones y crean cosas lindas, murales, hay lanchas “estacionadas” o guardadas en patios, e incluso aquellas que no se usan más sobresalen en este pueblo costero.
Las actividades de la Fiesta Nacional del Salmón se postergaron para el domingo, por los vientos del viernes y del sábado. Pensé que si había viento no podría salir a recorrer el pueblo, o debería caminar con los ojos achinados. Y no fue así. En Camarones no vuela un solo papel, no hay partículas de tierra porque las calles se barren siempre (inclusive fines de semana y feriados) y sentí el silbido del viento que sólo movió el agua del mar y las hojas de los árboles.
No vuela un solo papel porque nadie tira papeles en las calles, veredas, plaza y costanera. Y si algún vecino ve un papel tirado, se agacha, lo levanta y lo arroja al cesto correspondiente.
Todos los habitantes, desde el más pequeño hasta el más adulto, sabe cómo clasificar sus residuos, está naturalizado e incorporado a sus vidas.
Nadie tiraría un papel en Camarones porque se sentiría avergonzado. Ya que iría otra persona a levantar ese papel en silencio y lo tiraría en el tacho correspondiente.
No se ven latas, no se ve nylon, ni plástico, ni cartones. No hay grafitis que afean paredes, muretes o tapiales. No hay colillas. No hay!
Inclusive en una Fiesta Popular, donde fue gente de otros lugares, el pueblo se mantuvo impecable. Hay otra cultura sobre el cuidado del medio ambiente que todos deberíamos intentar imitar.
(Cuando veía las casas históricas tan bien pintadas, que encandilaban, recordé con tristeza los cientos de veces que se ha pintado el Kiosco del Centenario en la Plaza Independencia de Trelew y que, apenas pintado, la gente dañina lo volvía a ensuciar, o romper o lo lo llenaban de grafitis).
En Camarones se lucen con su brillo paredes de lugares gastronómicos, comercios, el Museo de Perón y las casas de colores rosado, amarillo, azul, celeste. Todo tan vistoso y lindo.
PUEBLO AUTÉNTICO
En el año 2019, Camarones y Gaiman fueron declarados por el Ministerio de Turismo de Nación como “pueblos auténticos” por el mantenimiento de edificios históricos y la preservación del patrimonio.
En Camarones la historia se ve en el Torreón, de aquellos conquistadores españoles que anduvieron por nuestras costas; en la Fiesta Nacional del Salmón, que nació en 1981 en Caleta Sara; en los recuerdos de la guerra de 1982, porque los barcos y los aviones anduvieron por estos suelos; en un cantante francés que por amor se instaló en este lugar; en el documental “El faro de las orcas”, en las comidas derivadas de las algas, en todo lo que produce el mar y se transforma en un plato, en una escultura o en una artesanía; en la Casa Rabal, con pisos y techo de madera y mostradores con vidrios (edificio del año 1901), en la sede de la histórica Sociedad Rural, donde Irma puede contar toda su historia; en el Museo de Perón, donde hay objetos auténticos de Juan Domingo Perón y de su familia, principalmente de su madre.
Actualmente, es un pueblo de 2.500 habitantes. Queda muy cerca de Trelew, a 281 kilómetros. Apenas se ingresa, está la Oficina de Turismo, a cargo de Yamila Huenchual, que orienta y guía sobre todo lo que hay en Camarones, incluyendo un cámping frente al mar, donde también reina la prolijidad y la limpieza.
Fuente: El Chubut