El 1º de marzo de 1914 fallece en un accidente aéreo en Los Tamarindos (Mendoza) el ingeniero Jorge A. Newbery. Nacido en Buenos Aires el 27 de mayo de 1875. Precursor, Benemérito y Fundador de la Aeronáutica Argentina. Ley 18.559 – BAP Nº 2100 y Resolución 300/76 – BAP Nº 2297.
Jorge Alejandro Newbery, el prototipo del Hombre de acción, de la audacia, del valor y la hidalguía, que lo orlaban como las cuentas de un collar de virtudes cívicas y morales, tan necesarias de tener en estos momentos en la República Argentina.
Fue el primer Ingeniero Mecánico Electricista, egresado en los Estados Unidos de Norteamérica, la tierra de su Padre y trajo ideas revolucionarias de progreso a una adormilada Buenos Aires, gran comedora de carne y poca ansia de evolucionar, salvo destellos como Sarmiento y Pellegrini, entre otros.
En el gran país del norte fue discípulo de Tomás Alba Edison el “Mago de Menlo Park”, inventor de cuantas cosas que hoy nos hacen más fácil la vida.
Ni bien conoció la Aerostación de la mano de Aaron de Anchorena, se transformó en un decidido entusiasta de aquella disciplina, tan hermosa y a la vez arriesgada, si nos situamos en la época de su vivencia.
Cuando conoce el Avión, sin duda, la revolución del Siglo XX en la Humanidad, sufre una transformación sustantiva a ser el Hombre que luchará a brazo partido para imponer la nueva tecnología y el nuevo medio de transporte, útil tanto en la Paz como en la Guerra.
Ejerció como Funcionario probo, incorrupto de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, provocando grandes cambios no sólo en su facturación de consumo, sino también en cuanto a su uso y engrandecimiento de las áreas de servicio, se opuso terminantemente a la política imperial de Inglaterra que sustentaba la no inversión de sus Compañías productoras de energía donde la misma era consumida. Circunstancia ésta que ha sido una constante en la vida nacional, ayudada por la corrupción de los Funcionarios inescrupulosos.
Se desempeñó con excelencia en la Docencia, decantándose por la aplicación con sacrificio por el alumno y no anteponiendo intereses personales o sindicales (que siempre traban el desarrollo), teniendo como norte la enseñanza sarmientina para bien del futuro de la Patria.
Fue además un prolífico y dedicado escritor, que logró la perfecta simbiosis de un hombre de las Ciencias Duras con las Ciencias Humanísticas, publicando en los “Anales de la Sociedad Científica Argentina” enjundiosos estudios sobre distintas temáticas de progreso.
Sobresalió en el Arte de la Esgrima, siendo un espadachín de fuste, con renombre, y ganando numerosos lances de tal disciplina, incrementando en número a quiénes querían aprender.
Introdujo el Deporte Aeróbico y los baños de sol como fuerte fundamento para la salud corporal, bastante dejada a menos por los argentinos de entonces amantes del buen comer y el mejor beber, lo cual atentaba contra la salud pública, no habiendo expertos suficientes en el tema en cuestión.
Introdujo las reglas Caballerescas del Boxeo, aprendidas en los Estados Unidos de América, donde llegó a ser campeón Universitario del mencionado deporte, obteniendo en estos lares gran cantidad de adeptos.
Despertó el entusiasmo por la natación, enseñando a nadar y dando prácticas de ese deporte, tanto en sitios cerrados como en aguas abiertas, con una ductilidad envidiable en cuanto al esfuerzo físico y su gran preparación.
Abrazó la Carrera de las Armas, por poco tiempo, pero allí también descolló como señor Oficial de la Armada Nacional, en diversas misiones y embarcos en alta mar.
Su afección al Tango, hizo que la música del pueblo, considerada música del arrabal o la chusma, por las clases pudientes, ganase rápidamente el centro de la Ciudad, obteniendo numerosos seguidores y destellando en las Europas, especialmente en París.
Practicó la lucha grecorromana, obteniendo muchos seguidores en una viril disciplina que contribuía a la mente sana en el cuerpo sano, muy importante para las futuras generaciones de argentinos, que fueran fuertes y duros, resistentes al trabajo y si era necesario a las exigencias de la Guerra para defender su territorio.
Le cautivó el automovilismo, haciendo que las gentes se interesaran vivamente en lo que después se transformó en pasión de multitudes, con el consiguiente perfeccionamiento de las máquinas intervinientes que redundaron en el avance técnico de las mismas, sirviendo para ser exportadas a países que los fabricaban.
Naturalmente se transformó en ídolo de multitudes y fue el Primer Ídolo popular de estas multitudes que lo lloraron, amargamente, a su muerte con profundo sentimiento de admiración y respeto.
No distinguía entre pobres y ricos y trataba con singular simpatía a todos, propio de los grandes de corazón. Fue defensor del uso del petróleo y el cemento argentinos y también de la la llamada “Hulla Blanca”, la energía hidroeléctrica. Que curiosamente todavía en nuestra país no ha tenido el suficiente desarrollo, producto de impericias propias de gobiernos cortos de entendederas y sometidos a la maldición de una corrupción inveterada, al parecer en el ser de los mismos.
Por último, era un caballero que sabía ser elegante, deslumbrar en donde estuviera y fundamentalmente un hombre que sonreía en forma agradable, como si repartiera esperanzas.
Se llamaba Jorge Alejandro Newbery, había nacido en Buenos Aires, de Padre Norteamericano y Madre criolla y muere trágicamente el 01 de marzo del Año del señor de 1914, con tan sólo 38 años de edad.
El Instituto Nacional Newberiano, que le rinde tributo fue Fundado por el señor Comodoro Académico de la Fuerza Aérea Argentina Don Santos Domínguez Koch y un grupo de soñadores, que al igual que su Numen Tutelar, a través de la Historia Aeronáutica y Espacial, lucha por la grandeza de esta patria Argentina, digna de un futuro venturoso y de felicidad.-
Síntesis de su vida, escrita por el Señor Presidente del Instituto Nacional Newberiano, Profesor en RR II, Comandante Mayor Aviador Salvador Roberto “Tincho” Martínez.
Fuente: Instituto Nacional Newberiano