Veinticuatro años recuerdan las lágrimas de mis ojos

(Entierren a los muertos para que no caminen hacia la tumba como parturientas).

En la arista de la puerta natural me acurruqué como un sastre

cosiendo la mortaja para un viaje

bajo la luz de un sol devorador de carne.

Vestido para morir, el balanceo sensual comenzó,

las venas rojas llenas de dinero,

en dirección final de un pueblo elemental

avanzo mientras lo eterno exista.

 

De de Dylan THOMAS en The map of love, 1939.

 

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