El solsticio de invierno en nuestro hemisferio es una fecha propicia para destacar el arduo trabajo de los hombres y mujeres que invernan en la Antártida y difundir el valor científico y educativo de este fascinante territorio.

La Antártida, un continente inhóspito y remoto, alberga un grupo de personas que, a pesar de las dificultades extremas, encuentran un vínculo profundo entre ellos: la confraternidad antártica. Celebramos este espíritu de unidad y reflexionamos sobre el importante papel que desempeñan los hombres y mujeres que invernan en estas gélidas latitudes.

Justo en este periodo del tiempo ocurre el Solsticio de Invierno en el Hemisferio Sur, que puede variar entre el 20 y el 23 de junio, que representa un fenómeno astronómico en el cual el sol se sitúa en el punto más alejado del Polo Sur y del Ecuador. Para aquellos que habitan la Antártida, esto marca el día más corto del año y la noche más larga, pero también simboliza el comienzo de un período de alargamiento gradual de las horas de luz solar hasta el verano, cuando se alcanzará el día más largo.

Para aquellos que han integrado o forman parte de las dotaciones que permanecen en la Antártida durante un año, el 21 de junio es muy significativo: a partir de ese momento se inicia el invierno, ellos comienzan a ser «antárticos» y podrán ostentar el título de “expedicionarios al desierto blanco”, tal como lo establece la Ley Nº 25.433 de fecha 16 de julio de 2001.

La Antártida, considerada un continente dedicado a la paz y la ciencia, es hogar de más de 1.000 personas que forman parte de las dotaciones en las 44 bases permanentes establecidas por 21 países con estatus consultivo en el Tratado Antártico. Entre ellos, Argentina se destaca con el mayor número de bases permanentes, son siete: Orcadas, San Martín, Carlini, Esperanza, Marambio, Belgrano II y Petrel.

En nuestro país, además, este día especial busca fomentar la difusión del conocimiento sobre la Antártida y concienciar a estudiantes de todos los niveles educativos. La Ley Nº 936, promulgada por la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, establece el 21 de junio como el «Día de la Confraternidad Antártica» en su territorio, y otras provincias se han sumado a esta conmemoración.

La jornada invita a reflexionar sobre la importancia de la presencia argentina en el territorio antártico y rinde homenaje a los expedicionarios que han vivido la experiencia invernal en las bases antárticas. Estos valientes hombres y mujeres, alejados de sus seres queridos y enfrentando condiciones climáticas adversas, demuestran un compromiso inquebrantable con la ciencia, la investigación y la protección del ecosistema antártico.

También se destaca la labor conjunta de científicos y militares que trabajan mancomunadamente para garantizar el éxito de las misiones antárticas. Estas expediciones no solo son un desafío logístico y científico, sino que también implican una tarea de liderazgo y camaradería en un entorno único y exigente.

Confraternidad histórica

José María Sobral, el primer argentino en invernar en la Antártida entre 1901 y 1903, dejó un legado imborrable en la historia de la exploración del continente blanco. Con su valentía y determinación, Sobral se convirtió en un verdadero pionero, abriendo el camino para futuras expediciones argentinas en esas gélidas tierras. Su compromiso con la investigación científica y su amor por su Patria dejaron una huella profunda en la Antártida.

Pero la historia de Sobral no estaría completa sin mencionar a Julián Irízar, el comandante de la corbeta ARA «Uruguay» que desafió las aguas australes para rescatar a la expedición sueca del doctor Otto Nordenskjöld, de la que formaba parte su compatriota y camarada. El coraje y la determinación de Irízar en su misión de búsqueda y rescate demostraron la importancia de la solidaridad y la camaradería en la Antártida. Su liderazgo inspirador y su compromiso con el bienestar de sus compañeros de expedición dejaron una marca perdurable en la historia de la confraternidad antártica.

La influencia de Sobral e Irízar en la confraternidad antártica se extiende más allá de sus propias expediciones. Su espíritu de colaboración y cooperación ha sido un ejemplo para generaciones posteriores de exploradores, científicos y personal de las Fuerzas Armadas de nuestro país. Han dejado un legado de trabajo conjunto y respeto por el medio ambiente antártico, sentando las bases para una comunidad internacional unida en la búsqueda del conocimiento y la preservación de este continente único.

La confraternidad antártica es un testimonio vivo de la unión y el compromiso en medio de las condiciones más desafiantes. A medida que celebramos este día especial, recordamos a todos los hombres y mujeres que invernan en la Antártida y les expresamos nuestro respeto y admiración por su valentía, dedicación y pasión en la búsqueda del conocimiento y la promoción de la paz en el continente blanco.

Fuente: Gaceta Marinera

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