La ciudad amaneció poblada de pañuelos verdes. Estatuas de la plaza De los animales, bustos de próceres olvidados, figuras clásicas del paisaje local, las barandas del puente General Mosconi, fueron el escenario para que las agrupaciones feministas, de manera original, pacífica y sin generar ningún tipo de daño, dieran un mensaje. El miércoles iba a ser un día para guardar en la memoria.
La actividad empezó temprano en la sede Río Grande de la Universidad Nacional Tierra del Fuego. Las mesas se distribuyeron en el hall de entrada y se montaron los equipos que se usarían durante el resto de la jornada para transmitir en vivo la histórica sesión de la Cámara de Diputados en la que se trató el proyecto de ley de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo.
A las 11 de la mañana las caras conocidas ya formaban un pequeño grupo que esperaba con ansias el inicio de las actividades. Prueba de sonido, de imagen, el pedido insistente para que nadie más use el wifi cosa de no perder la calidad de conexión y así tener la posibilidad de seguir, sin perderse nada, el minuto a minuto de todas las exposiciones.
Nervios. En el ambiente lo que más se siente es la ansiedad que irremediablemente se contagia. Las bancas de a poco se van llenando y al mismo tiempo se llenan los ojos con las imágenes que expulsa la pantalla gigante. Suena el Himno Nacional y provoca algunas lágrimas inesperadas. Todo es verde al rededor.
Los diputados comienzan sus intervenciones y van recolectando en la misma medida aplausos y abucheos. Hay enojos, risas, esperanzas, apuro porque todo termine pronto. Pero todavía faltarían muchas horas.
Durante la tarde las redes sociales hierven, los grupos de whastapp estallan de mensajes que entran y salen sin darle respiro a los teléfonos inteligentes. De a ratos circulan los memes con la sola intención de relajar los cuerpos y las mentes. Mientras tanto en los colegios secundarios de la ciudad, alumnas y alumnos se preparan para intervenir en las calles porque lo sienten necesario. Y porque también es su espacio. Y su futuro.
La temperatura bajo cero se mantuvo durante toda la jornada, pero de algún lado emana una tibieza que mantiene a todas las personas que siguen con detenimiento todo lo que pasa en el Congreso. Las cartulinas se vuelven carteles y las caras se empiezan a poblar de gliter verde.
Frente al Concejo Deliberante de Río Grande adolescentes organizadas se reunieron para decir lo que tenían que decir. Entre cantos alusivos con los que reclaman el pleno ejercicio de su derechos giran al rededor de la plaza Almirante Brown, mientras sus zapatillas resbalan en la fina capa de hielo.
La columna tiene un destino final y es una reunión multitudinaria en aquel hall que bien temprano se había preparado para recibirlas. El ingreso de los pañuelos verdes se abrió paso entre los aplausos entre las personas que esperaban dentro de la sede universitaria. El clima sigue ansioso, pero se nota la unidad y la decisión de esperar juntas, pase lo que pase.
Los cantos se repiten esporádicamente durante toda la noche. De a poco las adolescentes se van a sus casa y en el edificio quedan las mujeres más adultas acompañadas por un grupo de varones que sabe que no tiene protagonismo y espera latente, apoyan y aplauden cada intervención.
El cansancio se hace notar. Las postas de asistentes se van relevando a lo largo de la madrugada. El café, el mate, los aplausos y los abrazos no desaparecen nunca. Cada vez que la ilusión se quiere apagar, algún coro renueva la energía.
Todos los oradores tomaron la palabra. Llega la hora. Los nervios crecen y se nota. El silencio se hace presente como nunca en las últimas 24 horas. Los juguetes de los niños que han acompañado a sus madres están quietos en el piso. Las miradas se cruzan buscando respuesta, a la espera de certezas. Un grupo de botones que hay que oprimir podrían cambiar todo. O dejar todo igual.
Se vota…
3, 2, 1 la pantalla se ilumina y así como ella se ilumina con abrazos impostergables el recinto de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. La media sanción del proyecto de ley para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo es un hecho. A pesar de la enorme cantidad de horas y del cansancio acumulado, todo revive. Todo reverdece. El triunfo del voto afirmativo ha marcado un antes y un después en la conquista de los derechos de las mujeres en la Argentina.
Todavía falta pasar por la Cámara alta, pero el camino, hoy, ahora, luego de tantas horas de lucha acumuladas, parece más llano y más amigable. Allá afuera hay color verde. Color esperanza.
María Fernanda Rossi
Foto: Infobae